lunes, 1 de marzo de 2010

CRÓNICAS DE LAS MERCEDES DEL LLANO: DON TOMÁS RODRIGUEZ : LLANERO DE SOGA EN MANO

Edgardo Malaspina


“Llanero que soga en mano sale a jugarse la vida, alza la pierna al caballo y se acomoda en la silla. Le pone la vista al llano y emocionado suspira”. Cada vez que escucho Llanero de soga en mano de Ángel Ávila me es inevitable comparar al héroe de este pasaje con Don Tomás Rodríguez : de a caballo , con elegante sombrero, siempre dispuesto para cualquier maniobra propia de un rodeo; con un canto tras la manada , o tumbando un toro en una faena de coleo en plena sabana.

Don Tomás llegó a Las Mercedes proveniente de Barbacoas, tierra de fundadores. En casi una centuria de vida vio pasar las penas y las alegrías del hombre que busca el lugar que le corresponde en el mundo al compás de los vaivenes del destino. Nació con el mismo siglo XX, en La Corona, cerca de Palma Sola, el propio día de San Tomás , 7 de marzo; por lo que a sus padres, Guillermo Rodríguez y Santiago Moreno les bastó consultar el calendario de los onomásticos a la hora de decidir el nombre del primogénito.

Es apenas un párvulo de doce años cuando se enfrenta a la desgracia de ver morir a sus progenitores. Queda con sus dos hermanos menores: Sebastián y Domingo. Junto a ellos vivirá por algún tiempo para cumplir con la promesa hecha a su madre de no abandonarlos. Pero no está solo porque su hada lo puso en el camino de don Rafael Carvallo, hombre rico y bondadoso, quien lo acoge en su casa para brindarle la protección propia de un hogar. Allí encontró el calor familiar y el ejemplo de gente buena, condiciones que permitieron desarrollar su inteligencia natural, acrisolar su espíritu y forjar su carácter recio para las empresas difíciles y los grandes retos venideros.

Con cuatro lustros de vida, muchos deseos por superarse y una fuerza de voluntad férrea, Tomás contempla la inmensidad del llano y decide recorrerla. Una madrugada fría parte en su caballo con capotera, bastimento suficiente y cobija gruesa. Lo acompaña Dámaso Ramirez, su fiel amigo. No los amilanan los soles candentes, las noches oscuras y lluviosas, ni el horizonte infinito intimidante de las sabanas apureñas. Tras cruzar parajes claros o intrincados de árboles, caños y andurriales hacen una parada en El Punzón, fundación de los tiempos coloniales. La idea es trabajar unos días para continuar la travesía; pero Dios dispone que se quede por muchos años. El dueño del hato, Amador Hernández, les ofrece trabajo. Tomás cumple con las labores propias del campo entre mañanas de ordeño, pastoreos, doma de animales y reparación de cercas. La ocupación de peón es una escuela ardua que aprueba con dedicación y honradez. Esta pasantía le enseña la inapreciable lección de que puede llegar a ser también dueño de tierras en un futuro no muy lejano. La esperanza y el amor son emociones y sentimientos cercanos, y pronto se casará con Prisca, sobrina de don Amador. Vendrán sus primeros hijos: Ulises, Mundo, Tomás y Celina. Vendrá nuevamente la desgracia con la viudez. Pero ya su piel y su mente están curtidas y preparadas para capear los vendavales de la existencia. Tendrá otros retoños: Haidee, Irmis y Rafael; antes de contraer nuevas nupcias con Rosa Elfraile. De esta unión provienen más hijos: Guillermo, Manuel, Osman, Zobeida, Pervis, Beder, Auspicio, Marisol, Mílvida y Rosa. Toda su prole es gente de bien, culta y trabajadora.

Desde Hato Viejo, su fundo, don Tomás arreará el rebaño de ganado hasta Garcitas en tiempos de sequía para abrevar en el Guariquito y el Caujarito. Incansablemente hará este recorrido trashumante por seis décadas tomando parte activa en las jornadas de los rodeos. Un dato curioso nos habla de la vitalidad de don Tomás: el llanero del pasaje de Ángel Ávila asombra por su destreza con la soga a los setenta años; mientras que nuestro biografiado podía realizar lo mismo con el cabestro, y además hacer una coleada efectiva de un enorme y bravo toro…a los ochenta años.

Don Tomás en las tertulias recordará a sus tíos Calazán y Anselmo cuando practicaban el peligroso juego de las armas con machetes de tarama, una especie de espada antigua recta y filosa con empuñadura de plata. Hablará también del Manco Morillo, su tío abuelo por línea materna, quien exhibía con orgullo la pérdida de su mano como digno trofeo obtenido en plena batalla de Carabobo en el amanecer de la patria. Dirá que el ganado es factor principal en la hora fundacional de los pueblos, ya que en su búsqueda tras el agua encuentra los mejores predios para el desarrollo de la sociedad humana.

A los 94 años partió para las sabanas del cielo don Tomás Rodríguez, ilustre patriarca mercedense , filósofo autodidacto del llano.


Imagen tomada de http://llanopress.blogspot.com/

2 comentarios:

Unknown dijo...

Hola, tengo una anecdota resulta que dias anteriores a la publicacion de esta Cronica de las Mercedes, entre mi suegra y su hermano me relataron la historia de este señor Don Tomas Rodriguez, como llego a las Mercedes y varias cosas relacionada con su vida, todo porque el es el bisabuelo de mis hijos de hecho mi hijo menor lleva por nombre Tomas Rodriguez en honor a el, gracias.

Jose Gregorio Rodriguez Alagares dijo...

Que extarordinario escrito...ese caballero de la vida fue mi abuelo a quienes todos respetamos y admiramos por ser un filosofo de la vida. Mi padre Edmundo, su hijo mayor me mostro el articulo e imagine que podria estar en la web...como en efecto. >Todos los dias se aprende algo nuevo..gracias al señor Malaspina de parte de mi padre Edmundo que a sus 82 años presenta la misma lucidez de su amado padre Tomas.
Jose Gregorio Rodriguez Alagares
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