PONENCIA
EN ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS EN CALABOZO, ESTADO GUÁRICO
Septiembre 15 y 16
2012
Argenis
Méndez Echenique, Cronista
de San Fernando de Apure, Director
de CEHISLLAVE
“Era
la cólera del cielo que fulminaba rayos contra la Patria”.
Simón Bolívar
(Dávila,
Vicente. Investigaciones
Históricas.
1955: II, 174).
”…un
centauro relampagueante de ardor bélico…”
(Valdivieso
Montaño, A, José
Tomás Boves. 1955:
13).
El pronunciamiento del
Llano por el movimiento independentista contra el Imperio Español
comienza en Venezuela por la Provincia de Barinas, en cuya capital,
la ciudad de Barinas, el cabildo levanta la respectiva Acta de
Adhesión a la Junta Suprema de Caracas, el día 5 de Mayo de 1810.
Apure, que para ese momento formaba parte de esta entidad político –
territorial, lo va a hacer casi de inmediato, conducido por el
Comandante de la plaza de San Fernando, Coronel de Ingenieros Pedro
Aldao, caraqueño y no español peninsular como señalan algunos
historiadores.
Al primer Congreso
Nacional de Venezuela, que se instala en Caracas, el 02 de Marzo de
1811, va a enviar Apure tres diputados: los presbíteros Ramón
Ignacio Méndez, por Guasdualito, y Juan Nepomuceno Quintana, por
Achaguas, más el Doctor Cristóbal Hurtado de Mendoza, por San
Fernando, quien al pasar a integrar el Triunvirato Ejecutivo y
convertirse en el Primer Presidente de Venezuela, es reemplazado por
el español peninsular José de Sata y Bussy como representante. El
lapso conocido en nuestra historia como Primera República (1811 –
1812) es de relativa tranquilidad en los Llanos, pues los
acontecimientos patrios de relevancia suceden lejos de estas tierras.
La reacción armada
realista contra la Independencia, encabezada por Domingo Monteverde,
se va a sentir en Apure es solo a finales de 1812, cuando San
Fernando es tomado a sangre y fuego por tropas venidas de Guayana.
Luego, a comienzos de 1813, esta plaza va a ser ocupada por José
Yañez, que la convierte en su cuartel general; de aquí van a partir
sus incursiones hacia el Alto Apure, Barinas y Portuguesa. Así, este
jefe realista participa en la persecución y captura del “Diablo”
Antonio Nicolás Briceño, en las cercanías de Guasdualito, y lo
remite a Barinas, donde es juzgado y condenado a muerte, siendo
ajusticiado el mismo día que Bolívar, El Libertador, firmaba en
Trujillo el “Decreto
de Guerra a Muerte”
(15 de Junio de 1813).
Al ser derrotado y muerto
el tristemente famoso Yañez, va a ser reemplazado en la ocupación
de San Fernando por el coronel realista Sebastián de la Calzada,
hasta 1818, cuando es reconquistada la ciudad por los patriotas al
mando del General Páez, que a los pocos meses vuelve a poder de los
realistas, al caer en manos del “Pacificador”
Pablo Morillo. Allí convalece Morales en 1820 de una herida recibida
en combate.
San Fernando va a volver a
manos patriotas después de la segunda batalla de Carabobo (1821).
Las heroicas hazañas del Centauro en Apure (Mata de la Miel,
Mantecal, El Yagual, Achaguas, Mucuritas, Paso del Diamante y
Queseras del Medio, entre otras) tienen como escenario el territorio
apureño, pero lejos de San Fernando. Simón Bolívar va a visitar
esta ciudad en 1818 (del 29 de Abril al 24 de Mayo), convaleciente de
algunos trastornos de salud, pero no volverá más nunca a poner sus
pies en la misma.
Apure es escenario de
numerosos hechos relevantes, entre ellos la campaña de liberación
de Nueva Granada, que fue decidida en una asamblea de guerra, con
llaneros venidos de los cuatro puntos cardinales, en la aldea de
Setenta, cerca de Mantecal, el 23 de Mayo de 1819 (fecha nuestra para
conmemorar el “Día
del Llanero”);
y, también, es de tomar en cuenta que los aportes logísticos y la
decidida participación de la gente de Apure en Carabobo fue clave
para el triunfo republicano.
Como es de observar, la
figura de Boves no perturbó de ninguna manera la paz apureña, aun
cuando no hubiese sido extraño que visitase a San Fernando, debido a
su cercanía a Guayabal, cuartel general de las tropas boveras
(apenas a 12 kilómetros de distancia); pero si circuló un corrido,
atribuido al patriota calaboceño Gil Antonio Parpacén (1814), que
en una parte de su texto alude a su presencia en Apure, y que he
tenido el atrevimiento de tomar de una ponencia que presentó Don
Felipe Hernández, Cronista de Valle de la Pascua, en el
XI
Congreso Nacional de Historia Regional y Local,
realizado en San Juan de los Morros en Noviembre de 2011, con
patrocinio de la Universidad Rómulo Gallegos (”Aportes
históricos sobre el pronunciamientos de los cabildos y los pueblos
del Guárico a favor de la causa patriota”); la
misma dice:
II
Boves
huyó del cantón /
del
pueblo de Guasdualito, /
se
vino hacia Palmarito /
corriendo
sin ton ni son. /
En la
fugaz retirada /
doscientos
mató el asturiano /
y
donde quiera un osario /
dejó
su temible espada. /
Yo
quisiera preguntar /
por
las muertes que estoy viendo. /
Si
doscientos mató huyendo /
¿Cuántos
mató al atacar?
Ahora,
aludiendo
al
Guárico,
encontramos que esta región, desde la época colonial española
pertenecía a la Provincia de Caracas, hasta la quinta década del
siglo XIX, en tiempos de la República Oligárquica de Páez. Durante
este período en su suelo y en sus llanos se escenificaron
permanentes combates, siendo uno de sus principales protagonistas el
“calaboceño
por adopción”
José Tomás Boves.
Nos
informa Don Felipe que los primeros pronunciamientos por la
independencia se produjeron en las poblaciones de Calabozo y
Chaguaramas: “A escasos días de la firma de la Declaración de
Independencia en Caracas, el 5 de julio de 1811, el Cabildo de la
Villa de Todos los Santos de Calabozo procedió de forma idéntica [a
Caracas]…” Luego viene la guerra, con sus desastrosas
consecuencias.
Boves,
que inicialmente fue partidario de la independencia; pero acusado
injustamente en Calabozo de conspirar contra la República por un
fiscal que quería quedarse con sus bienes, siendo vilipendiado,
apaleado y encarcelado, juró vengarse de la afrenta, y así cuando
Antoñanza lo libera se incorpora a su ejército.
El
intelectual venezolano Lovera de Sola, al analizar la obra literaria
de Francisco Herrera Luque, y especialmente la novela “Boves,
el Urogallo”,
nos da una excelente semblanza del personaje:
“Al
trazar el perfil de Boves refiere el novelista la ausencia del padre
en su vida, muerto cuando el hijo era un niño de cinco años y la
siempre presencia de la madre a quien Boves reverenció, protegió y
sostuvo, ella recibió una pensión del Rey una vez muerto él en
Úrica.
Siempre
deseó Boves, nos dice el narrador, haber tenido un padre “afectuoso
y fuerte, sabio y protector”(p.166), ¿sería esta la razón del
afecto que sintió por Eusebio Antoñazas (c1770-1813)?, el iniciador
de la Guerra a Muerte, con quien se encontró en Calabozo, después
del 21 de Mayo de 1812, este pudo ser el padre que nunca tuvo. Aquel
era un monstruo, como lo sería él, había cometido ya entonces,
cuando se toparon durante la guerra numerosas atrocidades. En este
sentido más figura paterna puede haber sido el padre José Ambrosio
Llamozas (17??-1837), capellán de su ejército, quizá al único que
escuchó, aunque en verdad tampoco le hizo caso.
Llegó
Boves a Venezuela, oficial de la marina española, muy joven, a los
quince años. Vivió en Puerto Cabello, estuvo preso por delitos de
contrabando y luego fue confinado a los llanos. Allí comenzó a
prosperar como comerciante. Por ello leemos: “Entre tanto, los
negocios del asturiano seguían prosperando…El antiguo presidiario
se había convertido en una especie de cónsul ad-honorem de la
república independiente de Guayabal…
Por eso, cuando llegaron los acontecimientos que pusieron fin al
gobierno español en la provincia, José Tomás Boves era sin duda,
el hombre más importante de los llanos orientales si su compadre
Pedro Zaraza (1775-1825), llamado Taita Cordillera, no le hubiese
tomado la delantera”.
Declarada
la Independencia Boves se sumó a los patriotas. Fue rechazado por
los Mantuanos, fue hecho preso. Quizá, supone Herrera Luque con buen
sentido, fue el castigo con azotes que le mandaron a dar los mantuano
fueron los que desataron la insania que había contenida en él...
Es
desde el momento de la humillación que se reveló el asesino
vesánico, el resentido, el hombre lleno de odios. De allí la serie
de reflexiones que suscita en el lector de Boves,
el Urogallo
la ferocidad de sus acciones.
Boves
llega a pensar, recordando las observaciones de su Capellán: “La
aristocracia de la sangre, le ha dicho el padre Llamozas, somete a
duras penas a los que triunfan por su propio esfuerzo. Si no pueden
destruirlos los incorporan a su seno y los ponen a su servicio. Tu
todavía eres un pichón de caudillo; tratan de destruirte, por
consiguiente…Cuando los destruyas tú a ellos habrás hecho la
revolución… ¿Representaba él una revolución?. Cuando veía a
sus negros y zambos bailar en rededor suyo, se sentía cómodo entre
ellos, pero no parte de ellos. Tenía por sus hombres la espléndida
complacencia del criador ante la bestia bella. Hay hombres que se
quedan entre las bestias sin que quiera decir que se les ha igualado,
tan solo se han apartado de sus semejantes…¿Son semejantes los
criollos y los otros blancos de Calabozo? Boves no atinaba a
responderse. Tan solo pensaba, con obsesión dolorosa, en la traición
de Vicente Berroterán”...
Berroterán
era un personaje de ficción creado por el psiquiatra escritor.
“Tal
la convulsión interna que vivía que se preguntaba: “José Tomás
Boves era español., ¿era por eso que se sentía incapaz de
traicionar? Pero, a la su vez, se preguntaba: ¿Soy español?...Apenas
tenía 15 años cuando salió de Gijón en aquella fragata”. Pero
la guerra lo transforma, hace aflorar lo más negro que hay dentro de
él,
“Hace
cinco meses que salió de la ciudad que tantas penas y venturas le ha
deparado. El tiempo y la guerra lo han cambiado. Ahora ni el mismo se
reconoce. Se ha tornado feral y despiadado. No hace prisioneros”.
“Boves… a los 31 años tiene la edad indefinida de los
caudillos”, ya está con él, aquel 1813, Francisco Tomas Morales
(c1781-1845), un hombre tan tortuoso como él…”
La
guerra de liberación está en pleno apogeo y es así como los
pueblos del Guárico no escaparon a la cuchilla goda y la insaciable
sed de sangre de Boves; al respecto su capellán, el presbítero
calaboceño José Ambrosio Llamozas expone crudamente la realidad:
“…en
los campos de batalla y en los pueblos pacíficos se cometieron por
su orden horrores de los que hay pocos ejemplares…”.
En Calabozo, Boves se había incorporado con Antoñanzas al ejército
de Monteverde.
“Cuando
Boves se reveló como “cruel e inhumano”, al decir de [Regente
José Francisco] Heredia,
fue en Julio de 1812 en la toma de San Juan de los Morros, con
Antoñanzas y Zuazola…”
(Valdivieso Montaño, 1955: 167).
En
enero de 1813, al ser nombrado Antoñanzas gobernador militar de
Cumaná, Boves fue designado Comandante General de Calabozo,
mereciendo elogiosos comentarios sobre su capacidad de liderazgo:
“Aquel
tremendo caudillo realista, cruel e inhumano, poseía condiciones
militares, bravura, sobriedad y desinterés, pues murió pobre”
(Ramón Armando Rodríguez, 1957: 107).
Años
más tarde, al Morillo hablar de la catadura de los llaneros de Páez,
que antes habían seguido a Boves, expresa su pésima opinión sobre
los mismos: “Los rebeldes de Apure y del Arauca, gente feroz y
perezosa, que aun en los tiempos de paz han errado en caravanas por
la inmensa extensión de las llanuras, robando y saqueando los hatos
y las poblaciones inmediatas, han encontrado en la guerra una
ocasión muy favorable para vivir conforme a sus deseos e
inclinaciones” (Vallenilla Lanz, 1983: 67).
“El
Comandante General Bobes (sic) desde el principio de la campaña
manifestó el sistema que se había propuesto y del cual jamás se
separó: fundábase en la destrucción de todos los blancos
conservando, contemplando y halagando a las demás castas como
resulta de los hechos siguientes: En el Guayabal poco después de la
batalla de Mosquiteros declaró la muerte a todos los blancos y los
ejecutó constantemente hasta el pueblo de San Mateo. Por
consecuencia de esta resolución hizo matar en Calabozo 87 blancos
que pudo aprender…”
El
texto de este famoso documento, conocido históricamente como “Bando
de Guayabal” es bastante explícito; incluso hay quien lo ha
presentado como un vago antecedente de reforma agraria en Venezuela,
previo a los decretos del Libertador sobre distribución de Haberes
Militares para los llaneros de Apure. Juan Uslar Pietri nos ofrece
una versión modernizada del mismo (1972:
98 – 99)
:
“Don
José Tomás Boves, Comandante en Jefe del Ejército de Barcelona,
etc.
Por
la presente doy comisión al capitán José Rufino Torrealba para que
pueda reunir cuanta gente sea útil para el servicio, y puesto a la
cabeza de ellos pueda perseguir a todo traidor y castigarlo con el
último suplicio; en la inteligencia que sólo un creo (sic) se le
dará para que encomiende su alma al Creador, previendo que los
intereses que se recojan de estos traidores serán repartidos entre
los soldados que defiendan la justa y santa causa, y el mérito a que
cada individuo se haga acreedor será recomendado al señor
Comandante General de la Provincia. Y pido y encargo a los
comandantes de las tropas del Rey le auxilien en todo lo que sea
necesario.
Cuartel
General del Guayabal, Noviembre 1° de 1813.
José
Tomás Boves”
Boves hace despertar los
verdaderos sentimientos del pueblo, reprimidos por tanto tiempo, en
contra de sus opresores mantuanos. De aquí que Juan
Uslar Pietri (Ob. Cit.) exponga que:
“La
rebelión popular en Venezuela en 1814 no fue un simple
acontecimiento local, natural en la lucha. Sino el suceso social de
más envergadura que registra la historia de la emancipación
americana [...] Aquellas insurreccionadas montoneras que iban
saqueando y matando blancos, cometiendo sacrilegios en las iglesias,
ensangrentando altares, no podían ser jamás realistas, ni
representantes del orden y la religión [...] era [...] para
satisfacer sus odios de clase, para realizar la libertad social que
anhelaban”.
Vallenilla
Lanz, citando una carta de Morales a Morillo, en 1816, donde este
trata de explicarle el liderazgo de Boves, le comenta: “Tuvo la
fortuna D. José Tomás Boves de penetrar los sentimientos de éstos
[llaneros]
y adquirir un predominio sobre ellos, por aquella simpatía, o, como
suele decirse, por un no sé qué, que suele sobresalir en las
acciones de un hombre y hacerle dueño de sus semejantes… Los
soldados lo adoraban y le temían, y entraban en las acciones con la
confianza de que su valor y denuedo había de sacarlos victoriosos”
(1983:
58). “Boves fue, sencillamente un llanero, tan llanero como si
hubiese nacido en el Guárico o el Apure, pues es bien sabido “la
facilidad con que el hombre se adapta a la vida nómade, cuyo
atractivo es mayor para las naturalezas inferiores”
(Ob.cit.: 56).
Su fama fue tanta que
quedó sembrada en la mente del pueblo y así se encuentran algunos
topónimos relacionados con su nombre:
- El “Cerro de Boves”, en Las Mercedes, Guárico. Es una pequeña colina de menos de 300 de altitud sobre el nivel del mar, donde Boves hizo ajusticiar a varios prisioneros patriotas.
- La “Casa de Boves”, en Villa de Cura, Aragua, donde se alojaba cuando regresaba de sus correrías. Hoy está en ruinas. Raro que en Calabozo, tan apegados a la tradición, no exista una reliquia parecida.
Así
mismo existen varias leyendas relacionadas con su persona :
- Se le atribuye a Boves la muerte de Juan Nicolás Ochoa, alias “Guardajumo” (1806). Indio guamo, nativo de San Felipe, Yaracuy (1766 – 1767). Este personaje “asoló por más de doce años a los llanos guariqueños, creando una especie de mito sobre la invulnerabilidad de su persona. Los Jueces de Llanos, Justicias y Comisiones destacados en su búsqueda, ya fuera por el temor que inspiraba, por cobardía o por desidia, nunca podían apresarlo” (Castillo Lara, Lucas Guillermo. 1975: 398). No se conoce mucho sobre la posible relación de “”Guardajumo” con Boves. Lo único cierto es que si antes existía entre los llaneros la sentencia “Más malo que “Guardajumo”, luego se adoptó la de “Más malo que Boves”.
- Leyenda del Tesoro de Boves. Se dice que Boves, después de librar varias batallas victoriosas en el oriente del país, llevó consigo un tesoro que robó en Cumaná cuando tomó aquella ciudad. En vista de que debía continuar la campaña contra los patriotas y combatir en Urica, enterró el tesoro con la ayuda de un esclavo y seis de sus soldados en un valle llamado Los Pacas, al sureste de San Antonio de Capayacuar. Cuando el tesoro ya estaba semienterrado, Boves y su esclavo dieron muerte a los soldados y luego Boves mató al esclavo con el fin de no dejar testigos. Según cuentan, Boves dijo: “Sus espíritus guardarán de que el oro y las alhajas no sean desenterradas por ningún otro”. Boves murió de un lanzazo en la batalla de Urica y jamás se localizó el tesoro. Se dice que un jinete sobre un caballo negro lo resguarda. Sólo perdura la leyenda y un misterioso cofre de hierro labrado donde se dice que Boves llevaba las alhajas y el oro, el cual se encuentra en el Museo Colonial de San Antonio de Capayacuar.
CORRIDOS:
Aun
cuando el corrido de Gil Antonio Parpacén ( Calabozo, 1814) está
dedicado a “Guardajumo”, contiene alusiones directas a Boves,
como
vimos
en otra parte de este escrito.
Un tema
de nuestro interés es lo relacionado con la muerte de Boves. Boves
murió en Urica, el 5 de Diciembre de 1814, combatiendo a los
patriotas. La población de Urica está ubicada en el actual Estado
Anzoátegui, Venezuela. Fue fundada por los españoles a mediados del
siglo XVIII sobre una planicie bañada por las aguas del río Úrica
y el río Amana.
Existen
varias versiones de la muerte de Boves; a continuación ofrecemos
algunas de ellas:
BETANCOURT
M, Fidel (2010: II, 196).
“Se
dijo entonces, que Zaraza había alanceado a Boves, que un soldado
había aprovechado llegarles cerca y lo alanceó y fue el soldado
rematado por un bovero…
lo que es de creer, porque no hubo quien se adjudicara este muerto
con certeza. Además, se aseguró que Boves no cayó muerto, que fue
recogido y llevado a un lugar y que aquí lo remató Morales quien
fue a verlo… porque necesitaba su muerte para sucederlo en el mando
y que por eso lo apuñaleó así moribundo… Lo cierto fue que sin
romperse del todo la Zaraza, porque no murió Zaraza, se rompió la
Bovera…”
USLAR
PIETRI, Juan (1972: Capítulo IV: El Lanzazo, 183- 197). Recoge tres
versiones sobre la muerte de Boves, atribuyéndola a tres personajes
diferentes: al General Andrés Rojas, de Maturín, una; la otra alude
al General Pedro Zaraza. La tercera, tomada de Francisco Javier Yanez
le da la autoría a Francisco Tomás Morales, el segundo de
Boves(Nota de pie de página: “Por
algunos realistas se supo que habiendo sabido Morales la caída de
Boves, se dirigió al lugar y cubriéndolo con su ruana le acabó de
matar, haciendo saber después de la batalla que había ido a
ejecutar una acción de suma importancia; Morales se hallaba
altamente resentido de Boves y aspiraba al mando exclusivo del
Ejército”
(Historia
de Venezuela. Tomo
I, pág. 215).
VALDIVIESO
MONTAÑO, A. (1955: 155). Trae una versión poco conocida: Boves
murió de un lanzazo que le dio un soldado del General Pedro Zaraza,
llamado Pedro Martínez.
VERSIÓN
DE JOSÉ DOMINGO DÍAZ
(2011: 254).
“Principió
la batalla, poniéndose Boves frente de su irresistible escuadrón
de carabineros, y arrojándose sobre las filas enemigas, cayó muerto
del caballo, atravesado el corazón con una lanza. Así, en los
campos de Urica pereció el hombre más valiente del mundo entero, el
más desinteresado de todos los hombres, el que en todas sus acciones
no tuvo más objeto que el servicio de S.M. y el castigo de sus
enemigos, el terror de Bolívar y de toda la sedición y uno de los
europeos más dignos por estos caracteres de este nombre
inapreciable”.
VERSIÓN
DE CARLOS CHALBAUD ZERPA
(2011: 246):
“Cuéntase
que en aquella batalla, Boves comandaba personalmente, con gran
arrojo, el ala izquierda de su caballería, cuando cayó del caballo,
herido por un oscuro soldado del escuadrón del Coronel Zaraza.
Habiendo
sabido Morales, su lugarteniente, que el jefe asturiano se hallaba
herido, se dirigió al lugar donde yacía y cubriéndolo con una
ruana lo acabó de matar. Morales que estaba altamente resentido con
Boves y que aspiraba al mando exclusivo de las tropas, ocultó la
muerte del caudillo, hasta que se aseguró la comandancia absoluta
del ejército.
Tanto
para los españoles como para los patriotas derrotados, la muerte de
Boves era un alivio (…). Audaz y valiente, indisciplinado y
autoritario como era, hubiese tratado de establecer un gobierno
propio apoyado por las multitudes que le seguían. El pacificador
Morillo tenía instrucciones precisas de la Corona de rescatar la
autoridad que había perdido el General Juan Manuel Cajigal. Si Boves
no se plegaba hubiese sido fusilado por rebelión”.
ACTA
DE DEFUNCIÓN DE BOVES.
"Don
Josef Ambrosio Llamozas. Dignidad de Tesorero de esta Santa Iglesia
Metropolitana, caballero de la Orden Americana de Isabel la Católica,
condecorado por S. M. el Rey de los franceses con la Flor de Lis.
Como Vicario y Capellán primero que fui del Exército de S. M. en
Barlovento, certifico en debida forma que el señor don Josef Thomas
Boves, Coronel de los Reales Exércitos y Comandante general de
aquella División, falleció en la acción que dimos en las
inmediaciones de Urica, a primeros de diciembre de 1814, cuyo cadáver
conduje yo mismo del campo de batalla, en compañía de Andrés Tomé,
Juan Esteban Relazques (sic) y don José Sánchez Correa; y le
di sepultura en el primer tramo de la iglesia parroquial del pueblo
de Urica.
Y para que conste, lo firmo en esta ciudad de Caracas, a 4 dé
diciembre de 1816". (USLAR
PIETRIS, Juan, 1972: 185 – 186).
Dos detalles llaman
nuestra atención: uno es el que este documento esté fechado en
Caracas y no en Urica; y el otro es la fecha: dos años después del
fallecimiento de Boves: 4 de Diciembre de 1816. ¿Cuáles son las
razones de ello?.
Las presunciones contra
Morales surgen debido a que este señor hace levantar un Acta de la
reunión que se dio en Urica, al morir Boves
(Acta
de Urica, Diciembre 05 de 1814), y se hace nombrar Comandante
General de Barlovento, el cargo que detentaba Boves para el momento
de su muerte,
“sin dependencia
alguna
del Capitán General de
Venezuela,
Cagigal”
y hace ajusticiar a siete oficiales realistas que eran partidarios de
reconocer la autoridad del Capitán General y envía sus cabezas a
las autoridades de Caracas, para intimidarlos; pero la llegada de
Morillo y su Ejercito Pacificador le trastornó los planes.
ACTA
DE DEFUNCIÓN DE SIETE OFICIALES REALISTAS AJUSTICIADOS POR MORALES
(Caracas,
13/12/1814).
“En la ciudad de Caracas, a
los 13 días del mes de diciembre de 1814, de orden del señor
Provisor Vicario General de este Arzobispado, Doctor don Rafael de
Escalona, consecuente al que por disposición del Gobierno le hizo D.
Juan Nepomuceno Quero, di
sepultura eclesiástica en el Cementerio de esta Santa Iglesia
a siete cabezas de otros tantos sujetos que en calidad de reos fueron
decapitados en el Oriente por sentencia de D. Francisco Tomás
Morales, Comandante General de aquél ejército por muerte de su
primero el Señor D. José Tomás Boves y remitidas a ésta como lo
certifico. Antonio González, Cura Rector del Sagrario de la Santa
Iglesia Metropolitana”.
(Duarte Level,
citado por
Valdivieso Montaño, 1955: 159. Nota N° 77).
LA
SEPULTURA DE BOVES.
Tradicionalmente
se ha tenido que Boves murió en la batalla de Urica, en el actual
Estado Anzoátegui, y que fue sepultado en predios de la Iglesia
Parroquial de este pueblo. Esto, sustentado en testimonios de
personajes contemporáneos y protagonistas de la lucha por la
Independencia Nacional; tal es el caso del Pbro. José Félix Blanco
(citado
por Valdivieso Montaño, 1955: 159):
“Recogido
el cuerpo del jefe occiso, se le dio sepultura con pomposas honras
fúnebres en el altar mayor de la Iglesia de Urica, donde aún
reposan sus cenizas, y días después se tributaron funerales a su
memoria en CALABOZO, su segunda patria puede decirse, y en Caracas.
En las exequias de Maiquetía pronunció la oración panegirista el
Presbítero Juan Antonio Rojas Queipo, exaltando sus hechos al
extremo de aseverar que “Boves había desafiado a Bolívar a que
lidiase mano a mano con él”.
Sin
embargo,
recientemente
(julio 2012), el historiador Antonio Herrera – Vaillant,
Presidente del Instituto Venezolano de Genealogía, publicó un
artículo en la Revista DESAFÍO
DE LA HISTORIA
(N° 36), asomando la posibilidad de que José Tomás Boves estuviese
sepultado en San Fernando de Apure, siendo refutado, con valederos
argumentos, por Oldman Botello, Cronista de Maracay.
TUMBA
DE BOVES EN URICA
Tesis
de Antonio Herrera Vaillant: Basado en un Acta de los Funerales de
Boves en San Fernando de Apure (Primer Libro de Defunciones. folio
101,que al margen tiene una leyenda: “Honras
de D. José Tomás Boves”).
El texto del Acta reproducido por el señor Herrera Vaillant es el
siguiente:
“En
diez y seis de enero de mil ochocientos quince años, Yo, fray
Joaquín María de Málaga, predicador misionero apostólico y cura
de esta villa real de San Fernando de Apure hice
las honras
[subrayado nuestro. AME] al señor Comandante General don José
Tomás Boves, que murió en la acción de Urica. Ingresó la fábrica
ocho reales de la seña, doce reales del incensario, ocho reales de
la tumba, y veinte y cuatro velas. Doy fe. Fray Joaquín María de
Málaga”.
La
tesis de Oldman Botello, bastante valedera, habla de los distintos
actos fúnebres que se realizaron a la memoria de Boves en distintas
partes de Venezuela y del Llano. Alude así mismo a la ausencia de
alguna referencia a que fue “sepultado”, como sucedió con otras
actas contenidas en el mismo libro de registros. Aquí aprovecho para
hacer una pequeña acotación: Hubo dos sacerdotes que cumplieron su
acción evangélica en San Fernando de Apure y que tenían nombres
parecidos: Fray José María de Málaga, quien cubrió la vacante
dejada al morir por Fray Buenaventura de Benaocaz, uno de los
fundadores de la ciudad (desde Mayo de 1797 a Octubre de 1810 y de
Abril a Septiembre de 1813), y que atendió a Alejandro de Humboldt
cuando éste visitó la región en 1800. Y el otro, Fray Joaquín de
Málaga (cura párroco desde Diciembre de 1813 hasta Septiembre de
1819), quien firma el Acta de los Funerales de Boves y el Acta de
Defunción de los ajusticiados en San Fernando (Agosto de 1815).
AJUSTICIADOS
SEGUIDORES DE
BOVES EN SAN FERNANDO DE APURE (Agosto de 1815).
Una
vez muerto Boves, muchas de sus tropas quedaron a la deriva, por
cuanto no aceptaban como jefe a Morales y, fundamentalmente, por
cuanto al llegar a Venezuela el Ejército Expedicionario de Don Pablo
Morillo muchos oficiales criollos, pardos, mulatos y negros que las
formaban, fueron desplazados de sus mandos y sustituidos por
europeos.
Es así como para Junio de
1815 llega a San Fernando de Apure un contingente llanero (unos 400
jinetes) comandado por el Capitán Alberto González, de las huestes
llaneras de Boves. La ciudad estaba ocupada por las tropas realistas
desde la época de Yañez y estaban al mando del Coronel español
Sebastián de la Calzada. Las fuerzas de Calzada estaban integradas
por los batallones “Numancia” y “Sagunto”, más diversos
cuerpos de caballería.
Aprovechando la salida de
este jefe, en Julio de ese año, a aplacar un movimiento sedicioso en
Barinas, el día 03 de Agosto se alza en armas el Capitán González
y somete a las autoridades civiles y militares realistas que
controlaban la ciudad. Pero no contaba con las tropas llegadas desde
Angostura y que no habían desembarcadas todavía de las flecheras
que los trajeron. Su comandante, al conocer del motín, procedió a
tomar las medidas convenientes y logró someter a los sublevados. Al
regresar Calzada a San Fernando, los sediciosos fueron sometidos a
juicio y doce de los principales jefes fueron condenados a muerte y
ejecutados.
Siguiendo
al historiador apureño José Manuel Sánchez Osto, localizamos el
Acta
de Defunción de
los ajusticiados, aun cuando dice desconocer los personajes y el
motivo del sacrificio
(Laya,
1980:
112).
Este documento dice a la letra:
“En
25 de agosto de 1815, yo, Joaquín de Málaga, Predicador, Misionero
Apostólico y Cura de esta Villa Real de San Fernando de Apure, di
sepultura eclesiástica en cuarto tramo,
con oficio menor cantado, a los reos que por sentencia fueron pasados
por las armas en esta villa, llamados Alberto González, Francisco
Mirabal, José Antonio Girón, José Tobar (sic),Fernando Farfán,
José Antonio Ochoa, Manuel Sánchez, Eusebio Quintana, dos hermanos
llamados Galanes y Pascual Bailón, a todos los cuales enterré de
limosna y recibieron los santos sacramentos y viático. Doi fe.
Joaquín de Málaga”.
Sánchez Osto informa que
el otro implicado en el alzamiento, Martín Arana,
“…fue
conducido preso a la Gobernación de Barinas, por disposición del
Comandante General de la Quinta División, don Sebastián de la
Calzada, para ampliarle el proceso, debido a las dudas que hay en
cuanto a su complicidad o no en el atentado dirigido por dicho
Capitán González”
Otro
tema relacionado con Boves es el de
La
Isla de Arichuna, en el río Apure. El caso es como sigue: en
reciente manuscrito el Dr. Leopoldo González Gamarra (Agosto 2010),
eminente intelectual de prosapia arichunera, explica algunas
características y ubicación de la famosa Isla de Arichuna:
“El
Apure, después de San Fernando – vía , Arichuna, en su margen
izquierda, a la altura de un paraje conocido como El Chinal (próximo
a Arichuna, abrió también hace miles de años un curso de agua que
pasando frente a Mangas Coberas (Guárico), recorre aproximadamente
150 kilómetros y desemboca en el mismo Apure, en un sitio llamado el
Picacho de Manatí, formando de paso la sempiterna (sic) ISLA DE
ARICHUNA y no Apurito como falsamente se le ha venido llamando. En
consecuencia, toda la isla de Arichuna pertenece al hoy Estado Apure
y es jurisdicción de la Parroquia Peñalver, cuya capital es
ARICHUNA, perteneciente al Municipio San Fernando…”
El asunto es que Boves en
sus correrías por el país, cometiendo innumerables crímenes,
tropelías y desafueros, al tomar los pueblos decretaba el saqueo,
con todas las consecuencias negativas para la población como es de
imaginar: robos, violaciones, muertes…, sin respetar sexos, color,
edades ni los lugares sagrados donde se hubiesen refugiado (no
respetaban las iglesias). Generalmente, los hombres blancos,
patriotas o seguidores del rey, eran los sacrificados.
Las mujeres eran
sometidas a los mayores vejámenes y luego, las que lograban salvar
la vida en ese momento, eran enviadas a la ISLA DE ARICHUNA, especie
de campo de concentración creado por el sanguinario asturiano en
esta inhóspita ínsula del río Apure, para mantener cautivas a
todas las mujeres blancas que lograba capturar. Muchas fueron las
heroínas anónimas que sembraron sus huesos en ese lugar, para
entonces, plagado de fieras e innumerables incomodidades.
Según
la tradición, oral y recogida en algunos textos, allí fue a dar con
su maltrecha humanidad, una hermana del Mariscal Antonio José de
Sucre en 1814, Magdalena Sucre, después que Boves atacó y se
apoderó de la ciudad de Cumaná, matando y secuestrando a todas las
féminas que cayeron en sus criminales manos. No existe precisión en
el número y nombres de las víctimas parientes del héroe de
Ayacucho (en algunos textos se alude a dos hermanas Sucre), pero sí
hay suficientes referencias históricas sobre el lugar de reclusión:
la isla de Arichuna, en el río Apure.
Así, don Alfonso Rumazo
González, historiador ecuatoriano residenciado y fallecido en
Venezuela, dice en prólogo a la obra que recoge algunos Documentos
Selectos de Antonio José de Sucre (1993, Biblioteca Ayacucho):
“Entre los jefes enemigos había uno, supersanguinario; el español
José Tomás Boves. Logró, en 1814, apoderarse de la ciudad de
Cumaná y decidió ejemplarizar.
En su informe al Rey, el
padre José Ambrosio de las Llamozas, vicario de las tropas de Boves,
expresó: “Boves
ordenó a sus soldados matar a cuanto hombre encontraran; y lo
ejecutaron hasta entrando varios a caballo dentro de la iglesia
parroquial buscando a los que en ella se habían refugiado, para
matarlos, como lo realizaron con más de quinientos”. Iban de casa
en casa, asesinando. La residencia de la familia SUCRE fue violada.
La madrastra, Narcisa Márquez Alcalá y dos hermanas de Sucre, que
se habían escondido, fueron descubiertas y apresadas; después de
ofenderlas, las
enviaron a la Isla de Arichuna”.
Más adelante, el acucioso
investigador ecuatoriano informa: “A
consecuencia de este sistema han desaparecido los blancos. En Cumaná
solo han quedado 5 u 8 del país y aún una
gran porción de señoras fueron presas y remitidas a Caracas para
ser conducidas después a la desierta Isla de Arichuna”
(p. 250).
Ese
criminal suceso acaeció en Cumaná, pero también en otros lugares
de Venezuela, asolados por Boves. El padre Llamozas, nativo de
Calabozo y al servicio de las tropas realistas, en su aterrorizado
Memorial
al Rey de España
(1815), alude así mismo a las tropelías cometidas por Boves en su
pueblo natal: “…en
el Guayabal, poco después de la batalla de Mosquiteros, declaró la
muerte a todos los blancos y lo ejecutó constantemente hasta el
pueblo de San Mateo. Por consecuencia de esta resolución hizo
matar en Calabozo 87 blancos
que pudo aprehender y dejó lista de otros 32 para el mismo efecto y
orden a la salida de esta villa, a su comandante militar, para que
hiciese matar a todo hombre blanco que allí llegase y que
LAS MUJERES BLANCAS DE CALABOZO y pueblos inmediatos fuesen remitidas
a la isla de Arichuna,
como se ejecutó, repartiendo las casas y bienes de los muertos y de
las desterradas entre los pardos y dándoles papeletas de propiedad”.
Otra
referencia puede leerse en el libro Historia
de la Rebelión Popular de 1814,
de Juan Uslar Pietri, citado por el Dr. González Gamarra en el
mencionado manuscrito: “El
escritor e historiador Juan Uslar Pietri, en su libro “La Rebelión
de 1814” le dedica a esta isla de Arichuna, un capítulo de
extraordinaria importancia. Afirma Uslar que a esta Isla de Arichuna,
Boves, desde 1813, enviaba a las esposas y familiares femeninas de
los heroicos patriotas fusilados en Calabozo. La vía escogida era:
Calabozo – Cazorla – el paraje de Mangas Coberas (hasta aquí
Guárico) y luego al atravesar el brazo del Apure antes nombrado,
dejaban a las víctimas en la Isla de Arichuna. Muchas fueron
devoradas por las fieras, pues abundaba mucho el tigre, otras pocas
lograban salvarse al lograr llegar sanas y salvas al pueblito
hospitalario y tranquilo de Arichuna”.
“Esta versión de
Uslar
–según el Dr. González Gamarra- es
sustentada por los bisabuelos de este autor, según lo sostenían las
tías, casi todas nacidas durante el régimen de Guzmán Blanco”.
Así culmino mi escrito de
aproximación al tema sobre Boves, Calabozo y Apure. Es posible que
se consigan más informaciones al respecto.
Argenis
Méndez Echenique.
Biruaca,
Apure, Septiembre de 2012.
REFERENCIAS
DOCUMENTALES
BIBLIOGRAFÍA
BETANCOURT
MARTÍNEZ, Fidel (2010). Historia
Militar de Venezuela.
Revolución Bolivariana. Tomo II: Independencia (1810 – 1830).
Vol. I: Libertador Simón Bolívar (1810 – 1816).- Caracas,
Fundación Editorial El Perro y la Rana.
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LARA, Lucas Guillermo. 1975. Villa
de Todos los Santos
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Calabozo.
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Derecho de existir bajo el Sol.- Caracas,
Italgráfica.
CORTÉS
DE MADARIAGA, José. (2010): Diario
de Viaje de Bogotá a Caracas.
Fundación Editorial El Perro y La Rana. Sistema Nacional de
Imprentas / Apure. Colección Triandáfila. Serie gris 85. Villa de
Cura: Editorial Miranda.
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ZERPA, Carlos (2011). Ensayos
Históricos, mitos,
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Venezuela, Talleres Gráficos Universitarios.
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Ecuador, Imp. Colegio “Don
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José Domingo (2011). Recuerdos
sobre la Rebelión de Caracas.- Caracas,
Academia Nacional de la Historia. Colección Bicentenario de la
Independencia.
5 comentarios:
Muy completa la recopilaciòn de informaciòn. Recomiendo ver la pelìcula TAITA BOVES de hecho, en la secciòn Venezuela de tigrero la comento largamente
NAYIBETH FIGUEROA..
LA RECOPILACIÓN HISTORICA QUE HACE EL PROFESOR MONTILLA, ES UN EXQUISITO DOCUMENTO QUE NOS HACE VIAJAR EN EL TIEMPO Y CONOCER A BOVES EL URUGALLO, AQUEL PAJARO VASCO
SEGUN ALGUNOS HISTORIADORES ES LA MAS DIGNA REPRESENTACIÓN DEL PERSONAJE BOVES...
Muy bueno este blog con toda la información y sus referencias, de verdad felicitaciones. Una duda, en el acta de defunción de Boves, se dice que fue enterrado en la iglesia, pero lo q ahora se conoce como su tumba esta al aire libre. Fueron trasladados? O es una tumba falsa?
Agradecido por tan importante recopilación de información histórica. Nos muestra el daño que nos han causado los caudillos, muere Bovez y Paez pasa a ser el caudillo de los llaneros. Esa sed de poder la tienen los hombre de convertirse en caudillos, pero peor es la sed de los hombres por dar poder a un caudillo. Aprendamos de la historia y dediquemos tiempo a transmitir estas enseñanzas.
Impresionante copilacion. Muchas gracias por compartir
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