EL PADRE CHACÍN, UN EDUCADOR HUMANISTA
Dr. Felipe Hernández G.
Profesor Titular.
UNESR-Núcleo Valle de la Pascua
felipehernandez56@yahoo.es
Cuando están próximos a cumplirse cien años del nacimiento de Monseñor Rafael Ángel Chacín Soto, el Padre Chacín, como le conocimos y le llamábamos todos; como su exalumno en las aulas de nuestro siempre querido y bien recordado viejo Liceo “José Gil Fortoul” de Valle de la Pascua, donde tuvimos la suerte de tenerlo como profesor de Psicología y de Filosofía respectivamente, en 4to y 5to año de bachillerato, durante los años escolares 1972-73 y 1973-74, cuando egresamos como bachilleres en la mención humanidades. En esos años además del Padre Chacín, fueron nuestros profesores, la directora del Liceo, Prof. Isaura Ledezma Martínez (Castellano y Literatura), América Escobar de Martínez (Historia de Venezuela, Documental y Crítica, y Geografía Económica), Ramón Santiago Martínez (Matemática), Ramiro Seijas (Historia del Arte), José Armando Martínez (Inglés), Arnaldo Salazar Olivieri (Latín y Griego), y José de Jesús Gutiérrez (Francés). Profesores con una sólida formación académica y profesional, fundamentada en una educación comprometida para la configuración de un modo de vida y un arte de vivir, que como diría Michel Foucault, “para un proyecto de vida en el que nada está decidido del todo, un arte de vivir abierto a lo incierto, a lo indeterminado, a la contingencia, a la libertad”.
De izquierda a derecha: el Obispo Manuel Antonio Salas, el Papa Juan XXIII
y Monseñor Rafael Chacín Soto (vestido de negro)
Así nos encausaron vocaciones y búsquedas de nuevos horizontes para el futuro, facilitándonos el desarrollo de nuestras propias potencialidades y posibilidades o, parafraseando a Carl Rogers, creando un ambiente propicio para que cada uno "pudiese ser lo que es".
En ese rol recordamos al Padre Chacín en su magisterio, ayudándonos a encontrar las potencialidades latentes que teníamos; el ser esencial invisible albergado en el ser existencial perceptible, para que reivindicáramos el papel de ser autores y creadores de nuestra propia vida, en un ambiente libre y creativo donde pudiera florecer y surgir el "yo real" de cada uno de nosotros. Posibilitando la conexión con nuestra fuerza interior para desarrollarnos como personas.
Las cualidades magisteriales del Padre Chacín lo inscriben en la categoría de un verdadero humanista, que se apoyaba en la educación para concientizar a sus alumnos de ser personas y no simples instrumentos para conseguir otros objetivos.
En ese entonces compartimos aula, saberes y sueños como discípulos del Padre Chacín y de los otros antes nombrados eximios maestros:
Ursula A. Acevedo Colmenares; Blanca O. Arévalo Álvarez; Caridad M. Arias; Rizaida J. Arismendi Arévalo; Antonio M. Balza Arveláez; Rubén Darío Belisario Herrera; Cristóbal Cachutt Padrino; Alfredo Arturo Camero Muñoz; Carlos J. Carrasquel Rodríguez; Modesta de J. Cedeño Valera; Hammurabi R. Díaz Anare; Marja Andalucía Fernández Requena; María Teresa García Vásquez; Yuraima A. Gómez Carpintero; Miriam C. Gómez Laya; Luz J. Gómez Peña; José Lorenzo Guzmán Rengifo; José Leonardo Hernández Castillo; Felipe Hernández González; Belkis T. Infante Martínez; Laura Consuelo Jaspe; Nelly del V. Lara Guerra; Martina Márquez; Dorys Y. Montero Cudemus; José de los S. Navarro Nieres; Luis R. Navarro Guevara; Armando J. O’Connor Zamora; Leyda Elizabeth Ramírez Ruiz; Jorge de J. Ramírez Vásquez; Elizabeth Sánchez; y Carmen Xiomara Solórzano Medina.
En el Centenario de su transitar por los senderos de la vida de Monseñor Rafael Chacín Soto, este recuerdo de reconocimiento y gratitud, en nombre de los treinta y un jóvenes de aquel entonces, que nos nutrimos de las sabias y oportunas enseñanzas humanísticas del Padre Chacín, quien a través de una especie de mayéutica socrática contribuyó, en muchos casos de manera determinante, en la formación de los seres espontáneos, auténticos y reales que somos hoy como ciudadanos, o de los que, al igual que el Padre Chacín, ya no están entre nosotros.
En la ciudad de Valle de la Pascua, a los 17 días del mes de enero del año 2010. (Es domingo 17, día de San Antonio Abad “El Ermitaño”).
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