Ponencia presentada en el
VII ENCUENTRO DE CRONISTAS E HISTORIADORES DE
VENEZUELA EN CALABOZO
CALABOZO 14 Y 15
DE SEPTIEMBRE 2013
REINALDO PEÑA CHACIN
La Iglesia Católica en Venezuela, al igual que en el
resto de la América Hispana, nació signada por el Patronato Regio Español en
Indias, ideal que abarcó la concepción político-religioso de fundir el servicio
de la institución eclesiástica a la corona española y buscar una sana y pujante
unidad religiosa o a la inversa: pretendió buscar el mayor provecho religioso
católico dentro del marco de la más adecuada unidad política.
Las
concesiones papales otorgadas a los Reyes Católicos en 1493 y que se
convirtieron en Real Cedula de Patronato en 1574 representó la orientación
centralizadora y de intromisión regia en los asuntos eclesiásticos.
La
Historia de la Iglesia en nuestro país se intento primero con las Misiones
Carismáticas y el Proyecto de Evangelización Pura iniciado en 1514 en las
costas de Cumaná incorporando al indígena al mundo hispano con la conquista y
la colonización de estas tierras.
A
partir de 1531 se inicio en Tierra Firme la creación de Diócesis, siendo la
primera la de Coro, en 1531, su primer obispo Rodrigo de Bastidas. Le siguió
Mérida-Maracaibo en 1777; Guayana en 1790 y la Arquidiócesis de Caracas en
1804, siendo el primer arzobispo monseñor Francisco de Ibarra: este proceso de
integración eclesiástica nacional fue lento y tardío.
Durante el periodo colonial
jugaron papel fundamental como elemento evangelizador y poblador las llamadas
Misiones Institucionales. La corona, bajo el criterio de preservar la fe y
mantener el control del territorio al mismo tiempo, delegó en el misionero la
colonización de los enormes espacios vacios interiores de Venezuela,
sustituyendo el religioso al gobierno civil. Así prosperaron numerosos pueblos
de resguardo de indios y hatos de comunidades, asistidos por la fuerza militar.
Las Misiones Institucionales iniciaron su trabajo a mediados del siglo XVII,
destacando en esta labor los Capuchinos (aragoneses, catalanes, andaluces y
valencianos), los Franciscanos, Dominicos, Agustinos y Jesuitas.
Misiones
que realizan una labor inmensa: muchas de las pequeñas comunidades que fundan
en alejadas regiones, serán más tarde florecientes ciudades venezolanas.
Mario
Briceño Iragorry, en Tapices de Historia Patria refiere: “Allí donde llegaron
las sandalias y la Cruz del misionero, allí llegaron nuestros limites”.
El
poblamiento de lo que hoy es el Estado Guárico, se inicia con lo único que
había hasta entonces la formación de hatos y las incursiones de filibusteros
para someter y vender indígenas como esclavos; sin embargo los frailes lograron
el cometido fundacional de pueblos: como lo hicieron Fray Bartolomé de San Miguel
y Fray Salvador de Cádiz cuando bautizan a: “La Villa de Nuestra Señora de la
Candelaria y Todos los Santos de Calabozo, en 1724 convirtiéndose en el centro
de las expediciones misioneras.
En
1799 cuando Alejandro Humboldt pasa por Calabozo la describe como una ciudad de
creciente prosperidad basada en la formación de hatos.
El
siglo XIX a consecuencia de la inestabilidad política y el largo proceso
bélico, derrumbó la consolidación del trabajo misionero y la pujante economía
de los hatos.
Cuando
se inician las guerras de independencia en América Latina (1810), las colonias
españolas estaban, organizadas en 7 arzobispados, 35 obispados y más de 600
conventos. El número de clérigos sobrepasan los 30.000. La Iglesia era
propietaria de inmensas extensiones de tierras, de un creciente número de
inmuebles urbanos y, al desenvolverse como prestamista, controlaba el sistema
financiero.
Así
llegamos a la vida republicana. La región llanera comienza a experimentar un
crecimiento a pesar de las epidemias que afectan los recursos humanos,
agrícolas y pecuarios lo cual provocó carencias de alimentación y una gran
inestabilidad política consecuencia de las tensiones locales y la guerra de la
Federación, y que acentúan las discrepancias entre obispo y gobierno; sin embargo
se pensó en la necesidad de crear nuevas circunscripciones eclesiásticas.
Se
argumentaba la enorme extensión de los obispados y la dificultad de los obispos
de cumplir con la obligación de visitarlos con la frecuencia debida.
Elevada
la consulta al Arzobispo de Caracas, éste considera necesario crear varios
obispados, uno en occidente y otro en el centro y se inclina por la creación de
una sede episcopal en los llanos centrales con Calabozo como capital, por las
riquezas de sus rebaños, y por la hospitalidad de sus habitantes, además
situada en el centro de los llanos de Venezuela.
Finalmente,
el Congreso Nacional, aprobó en su sesión del 4 de mayo de 1847, la creación de
dos nuevas diócesis: Barquisimeto y Calabozo; siendo elegida Calabozo
canónicamente en 1863 según la Constitución Apostólica Ad Universam Agri Dómini
de S. S. Pío IX, quien comisionó al Arzobispo de Venezuela S.E. Silvestre
Guevara y Lira para hacer la erección correspondiente.
La
nueva Diócesis de Calabozo tomó territorio de la Arquidiócesis de Caracas en
virtud de ser sufragánea de ella y de la de Mérida. Comprendía los Cantones de
Calabozo, Chaguaramas, Orituco y las Parroquias San Francisco y San José de
Tiznados que antes eran del Cantón de Cura (todos de la Provincia del Guárico);
Achaguas, San Fernando y Mantecal (de la Provincia de Apure); Nutrias (de la Provincia
de Barinas); Guanarito (de la Provincia de Portuguesa) y El Pao (de la
Provincia de Cojedes).
De
esta manera se conformo la Diócesis de Calabozo luego de recorrer la difícil
situación de un país lleno de conflictos, una oligarquía conservadora decidida
a no ceder espacios, una década monaguista cerrada a los entendimientos, la
Guerra Federal y una sucesión de gobiernos inestables hasta el liberalismo
guzmancistas que hicieron de Venezuela una nación incapaz de lograr su
desarrollo, su bienestar ciudadano y la igualdad de su pueblo.
El
7 de junio de 1954 cedió una porción de su territorio para la creación de la
Diócesis de Guanare y de la Prelatura Territorial de San Fernando de Apure.
Sucesivamente el 21 de junio de 1958 para la creación de la Diócesis de
Maracay; el 23 de julio de 1965 para la de Barinas y el 25 de julio de 1992
para la de Valle de la Pascua.
El
17 de junio de 1995 la Diócesis de Calabozo es elevada al rango de
Arquidiócesis Metropolitana teniendo como Diócesis Sufragáneas a San Fernando
de Apure y Valle de la Pascua.
Nuestra
Diócesis hoy, convertida en Arquidiócesis de Calabozo viene de un pasado lleno
de vicisitudes y de logros, vive en un presente promisorio de grandiosidad y
camina bajo la guía del papa Francisco, hacia un futuro esperanzador.
Por
ello podemos decir que el Señor nos ha favorecido, nos ha mirado con
benevolencia y nos ha permitido ser parte integrante de la gran misión de dar a
conocer su maravilloso y entrañable amor para compartirlo como iglesia y llevar
la “luz”, la “verdad” y ese “amor”, que es Palabra de Dios, a todos los hombres
y mujeres, grupos y pueblos, a los creyentes y a los no creyentes y sobre todo
a los más necesitados.
“Heme
aquí, Señor, estoy dispuesto, envíame” (IS. 6,8).
Bibliografía
Anuario
Pontificio. Caracas 2007.
Cardozo,
Arturo. Proceso de Venezuela. La
formación social de la
Venezuela Agropecuaria y
sus conflictos 1830-1914, Tomo III,
Ediciones S.G. Caracas.
Ortega
L. Rafael. Visión de
las relaciones Iglesia-Estado durante la
época guzmancistas en
Venezuela 1870 -
1898. Ediciones
Presidencia de la República 1996.
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