Oldman Botello*
El presente trabajo debió ser presentado como ponencia en Camaguán, en el Encuentro de historiadores y cronistas el sábado 27, pero no fui invitado, como consecuencia de retaliaciones por mis críticas publicadas sobre los eventos anteriores registrados en esa ciudad, las cuales, por supuesto, no estaban dirigidas al Cronista local ni mucho menos al eficiente Alcalde don José Vásquez, sino a los organizadores, para que mejoraran la eficiencia.En octubre de 1867, el científico norteamericano Henry Morris Myers y otros acompañantes llegaron en una gira, comenzada en Caracas en los primeros días del mismo mes, a Camaguán. Salieron desde Valencia y siguieron a Tinaco, El Pao, El Baúl y desde allí por el río La Portuguesa hasta la ciudad del Estero. La intención era llegar a San Fernando y proseguir a Río Negro y al Amazonas brasileño en observación y recolección de plantas, estudiar la fauna, pero también la geología y aspectos sociales.
El 16 de octubre estaban en Camaguán. El Dr. Myers escribió un libro en inglés publicado en 1871, sobre sus experiencias en el largo y fatigoso viaje donde no faltaron sustos, contratiempos y enfermedades. Desde San Jaime emnprendieron la ruta hasta Camaguán por La Portuguesa. Desde El Baúl, cuenta Myers, fueron cuatro días hasta San Fernando "no muy emocionantes o memorables" y añade que el paisaje era de lo más monótono: "ni siquiera una colina o la más ligera elevación surgía del panorama como consuelo, rodeados por la vegetación de las riberas, sin otra elección para la vista que mirar hacia arriba, hacia un sol deslumbrante y ardiente". El refugio contra los zancudos y las lluvias era la frágil "carroza" del bongo donde se desplazaban, muy caluroso en el día, por lo que decidieron viajar de noche, en cuanto la luna estuviera clara.
En el libro, que en castellano fue publicado con el título de "Vida y naturaleza en los trópicos" en 1996 por la Fundación Cultural Orinoco, el doctor Myers relata que Camaguán era "un pueblo ubicado en la ribera izquierda del Portuguesa, de unos tres a cuatro mil habitantes, el lugar más importante del río entre El Baúl y San Fernando". Al día siguiente, 17 de octubre, partieron de Camaguán rumbo a San Fernando por La Portuguesa, al que califica de "río formidable, lo suficientemente profundo para que barcos grandes puedan navegar hasta El Baúl" y desde allí caer al Apure. Cuando publicó su libro en 1871, insertó la noticia de que su vaticinio se cumplió pues le habían informado de la instalación de un servicio de barcos de cierto calado por el Orinoco hasta San Fernando, pero sólo por corto tiempo.
Al llegar a San Fernando se decepcionó de lo que creía era la capital de Apure, pues sólo encontró un "estrecho pueblo de larga hilera de bajas y blancas construcciones, situadas a lo largo de la escasamente elevada margen del río y con una vegetación monótona detrás. Dice que San Fernando no había sufrido los terremotos, por su conformación geológica, pero sí padeció otras tragedias como la epidemia de cólera en 1855-1856, lo que provocó el cese de la actividad comercial y el abandono de las construcciones que se realizaban. No había ropa para comprar a pesar de que ya se habían introducido las máquinas de coser, explica. "A pesar de que había transcurrido más de una década, el equilibrio entre el trabajo y los elementos capitales todavía no se había restaurado. Aun así, la población está aumentando lentamente, estimándose en el presente en unas cuatro mil almas". Recuerda que en 1859, San Fernando había sido quemada y saqueada durante la Revolución Federal; el incendio destruyó la mitad de la población. Para su reconstrucción se estaba utilizando el ladrillo, lo que consideraba "un paso adelante en la reforma venezolana".
Myers llevaba tarjeta de recomendación para el médico L. Díaz establecido en la ciudad y el mismo día conoció a uno de los factótumes locales sanfernandinos, a quien identifica como general E. Esté, con quien pudo, al fin, hablar en inglés fluidamente en medio de finas atenciones y oportunidad que sólo se presentó nuevamente en el Amazonas. Tres días después continuaron viaje buscando el Arauca que no tenía caja y se desparramaba por la sabana; pasaron por Río Claro y Río Clarito y por allí ingresaron al Orinoco para seguir al Amazonas, por la vía La Urbana para reabastecimiento y proseguir en la tarea propuesta. Myers muriò en Ceilán, en viaje de investigación en 1872 a los 30 años de edad.
*Cronista de Maracay, periodista.
Fotografía: Ganado pastando en los esteros de Camaguán (Arturo Álvarez D'Armas)
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