viernes, 11 de noviembre de 2011

Batalla de Calabozo: Símbolo de la Independencia

Ponencia presentada en el Encuentro

de Historiadores, Cronistas e Investigadores

del Municipio Sebastián Francisco de Miranda

Calabozo, 1 y 2 de octubre del 2011

Reinaldo Peña Chacin

Al cumplir Venezuela el Bicentenario de su Gesta Independentista se hace necesario retomar los hechos que la hicieron posible, llevándola al estudio de la historia local como base de todo ese gran acontecimiento: la Guerra de Independencia o Revolución Independentista, proceso comprendido entre 1808 y 1823.

Esta Revolución, según el historiador José Luís Salcedo Bastardo, muestra tres etapas bien definidas: gestación, guerra de independencia y administración. La segunda de las dos mejor podría llamarse lucha por la independencia, púes la guerra no fue el único esfuerzo de los venezolanos para el logro de su propósito; las ideas fueron otras armas empleadas por los revolucionarios, otro género de combate. (Bencomo B. Héctor pág. 47).

Por ello podemos afirmar que Bolívar fue un gran estratega, más sin embargo, nunca usó el vocablo estrategia ni dividió a la guerra en partes, pero hablo mucho de ésta como el único medio para el logro de las grandes metas de la revolución.

Una de esas grandes metas es la Batalla de Calabozo enmarcada en la Campaña del Centro, desarrollada en 1818 por el general en jefe Simón Bolívar, con el objeto de apoderarse de la Provincia de Caracas como paso previo para la liberación de Venezuela. Es la expresión clara de lo que se llama sorpresa estratégica. (Bencomo B. Héctor pág. 226).

A las seis de la mañana del 12 de febrero, el Ejército Libertador marchó hacia Calabozo en el dispositivo siguiente: la vanguardia, constituida por la Guardia de Honor del General Páez y algunos cuerpos de Húsares, también de la división de Apure; en el centro la infantería en dos columnas; en la derecha, el grueso de la caballería de Páez; en la izquierda, la caballería del general de división Manuel Sedeño, y en la retaguardia, la del general de brigada José Tadeo Monagas. Todas las columnas, a una misma altura y con intervalos apropiados, siguieron hasta dar frente a Calabozo, a las ocho de la mañana. La 1era división realista se hallaba repartida en varias localidades y sólo a la vista del ejército patriota salió a desplegarse en orden de batalla. El regimiento de caballería Húsares de Fernando VII y una compañía de cazadores del batallón de Navarra ocupaban la Misión de Abajo, distante media legua (2.100mts) de Calabozo; el batallón de Castilla estaba en la Misión de Arriba, también a dos mil cien metros de Calabozo; y el batallón de la Unión y el resto de Navarra se hallaba en Calabozo.

Después de reconocidas las posiciones realistas, Bolívar ordenó que toda la infantería se desplegara en batalla en un terreno llano, el más elevado de la sabana.

La caballería de Páez, con su derecha apoyada en un tupido chaparral, daba seguridad a la infantería por ese flanco, en tanto, que las dos brigadas de caballería de la división Sedeño protegían en ala izquierda. La caballería del general Monagas formaba la reserva. Una vez que el ejército hubo tomado este dispositivo, los realistas lanzaron contra el mismo las fuerzas de la Misión de Abajo, es decir, los Húsares de Fernando VII y la compañía de cazadores del Navarra, con los cuales intentó un desbordamiento del ala izquierda patriota, operación que fue neutralizada por el ataque de la caballería del coronel Jacinto Lara, el cual terminó envolviendo toda la derecha enemiga, al tiempo que uno de los batallones Barcelona, (probablemente el 1ero) atacaba el centro de la línea contraria y la rompía, y desordenaba. Esta feliz actuación facilitó la penetración que llevaron a cabo las caballerías de Sedeño y Monagas, seguida de la explotación, con la cual causaron gran destrozo dentro de las filas contrarias. Una parte de la infantería trató de hacerse fuerte cuando se desplegó en las inmediaciones de un chaparral; pero el intento resultó inútil porque el batallón Barcelona y una unidas de caballería de Páez, completaron la destrucción de dicha fuerza. Morillo empleó entonces tres compañías del Navarra en auxilio de sus maltrechos combatientes; pero estas unidades fueron cargadas y desorganizadas por la caballería de Páez, con lo cual se decidió la victoria por los republicanos. Los restos del ejército realista se refugiaron en Calabozo, ciudad que contaba con ciertas obras de fortificación que permitían una relativa protección. Bolívar puso sitio a esta plaza, vista la dificultad para tomarla por asalto y completar así la destrucción de las fuerzas de Morillo. Al frente de la misma quedó una unidad de caballería, mandada por el teniente coronel Guillermo Iribarren. El resto del ejército fue trasladado a la localidad del Rastro, a doce kilómetros de Calabozo, (Bencomo B. Héctor pág. 226 y 228)

El ataque de los patriotas presenta características sobresalientes: vigor y decisión en su ejecución, idea de maniobra clara y sencilla, empleo eficaz de la caballería, y de la infantería, empleo de la acción de masa, y explotación apropiada, aun cuando limitada por la entrada de los realistas en Calabozo. . (Bencomo B. Héctor pág. 228 y 229).

Todo lo anterior nos permite afirmar que Calabozo constituye una comodidad de valores geográficos, económicos, históricos y morales, donde nuestros hijos deben verla y amarla con el grato legado de nuestros padres Libertadores, y que va allá de lo que se nos ha proporcionado en el tiempo.

He allí el reto de conocer nuestra historia local.

Referencia Bibliográfica

Lecciones de Cátedra Bolivariana. Bencomo Barrios, Héctor Grijalbo. Caracas. 1994.

Nuestros Amados Predecesores*

Daniel R Scott


"¡Felices los hijos que deja quien ha vivido con rectitud y honradez!" (Libro de los Proverbios)


Las generaciones anteriores a la nuestra, las mas antiguas, han desaparecido o están desapareciendo. Aunque es una ley de la vida ineludible a la que todos estamos sujetos, ellos, que en su momento eran nuestro cerco y nuestra escuela, ya encontraron su eterno acomodo muy en el fondo del pasado. Solo habitan como figuras etéreas en el corazón y en el recuerdo de quienes los amamos Enumerar la lista de esas almas tan queridas sería grande y hasta doloroso. No vale la pena hacerlo. Y es que la nostalgia es la atmósfera que respira quienes poseen ese registro. Y los más jóvenes no entienden esto, pero lo entenderán cuando a nosotros mismos nos toque irnos de estos espacios de esa materia a la que solemos aferrarnos con desesperación. Con respectos a nuestros viejos, recordamos como de niños jugábamos entre sus piernas mientras ellos hablaban de cosas serias. De adolescentes acostumbraban preguntarnos "¿que grado estudias hijo?". De jóvenes creímos saber más que ellos y nos burlábamos de sus usos y costumbres. Hoy, hombres maduros, los saludamos desde lejos, como quien saluda a un espejismo en medio del desierto, deseando que estén en medio nuestro tan solo unos segundos para oír al menos un par de consejos que en el pasado nos prodigaban sin escatimar ni una palabra y que jamás supimos justipreciar. Mas aun, añoramos sus chocheras. Que cosa con la condición humana. Hoy nos queda su humilde y sabio legado. Sus enseñanzas de otros tiempos, que a su vez nosotros esperamos pasar cual antorcha a la siguiente generación. Porque nosotros volvemos al polvo, pero nuestras historias, anécdotas, principios e ideas no. De nuestros precursores genealógicos debemos aprender a "historizar" la base biológica y espiritual que Dios nos concedió al nacer para que no dejemos sin patrimonio a nuestros hijos y nietos
Allí esta Carlota Power Olivo, mi abuela, quien hasta 1981 vivió en la apacible calle Cedeño de para aquel entonces apacible San Juan de los Morros. Murió a los noventa años de edad. ¡Que no vio, oyó y contó este singular personaje! Descendiente de irlandeses, heredó de ellos la costumbre de narrar hasta el cansancio historias del terruño y de su propia familia. De ella asenté en mi libro pronto a salir de la imprenta la siguiente frase: "Con una voz temblorosa como la gelatina, recitaba frente al jardín de su casa historias, anécdotas y leyendas de los días ya idos de Cipriano Castro y de la dictadura de Juan Vicente Gómez que tenían un valor testimonial e histórico que nadie se preocupó por rescatar". El ya fallecido cronista Enrique Olivo escribió que mi abuela fue "contemporánea de la llegada del primer automóvil, la primera llamada telefónica, el primer bombillo eléctrico y la primera pianola que alegró con las tardes de su valle sanjuanero".
¿Y que decir de la recordada "Pepita" (Josefa García Del Nogal) quien vivió en la Avenida Sucre? Fue madre ejemplar, gran ser humano y el amor entrañable de mamá. Cada diciembre, desde que tengo uso de razón, para el día 22, mi madre aderezaba y cocinaba en olla y fogón las tradicionales hallacas navideñas, lo que en nuestra familia era una jubilosa celebración. Siempre le quedaron muy bien, aun cuando papá, cada diciembre decía sin mucho tacto "las del año pasado quedaron mejor" para disgusto de mamá. Pues bien, varias semanas luego de la muerte de mi madre, me aventuré a leer varias páginas de su diario, labor para la que aun no estoy preparado. Entre otras cosas de importancia familiar y sentimental, esto fue lo que hallé con fecha de 29 de enero de 1999: "Y una vez más me he dado cuenta que Josefa estuvo ahí desde que comenzó mi vida: en mi niñez, en mi adolescencia,en mi juventud, en mis maternidades; y puedo decir que nos ayudábamos mutuamente. Hasta las hallacas las hicimos juntas. Ella me enseñó a hacerlas, y cuando los años y los achaques ya no le permitieron hacerlas, yo me inicié sola y aquí estoy, tengo 67 años y aun hago hallacas. Brindo unas lágrimas en homenaje a su memoria, al recuerdo querido de una mujer buena, de una santa mujer, humilde, sencilla, que pasó por mi vida, que su presencia estuvo en mi entorno como una brisa suave, como algo agradable. Fue un privilegio contar con su presencia. Y estoy segura en Dios, que así como fue una mujer tan buena aquí en la tierra, ahora será un ángel en el Cielo".
Y así pues todos hemos pasado y seguiremos pasando por el mismo proceso: ver como las queridas generaciones anteriores a la nuestra y que habitan nuestro amado terruño se irán yendo con el pasar de los días, de los meses, de los años. Es triste. Pero le damos gracias al Dios Altísimo por el bagaje de huellas, vivencias, bondades, historias y anécdotas que nos dejaron antes de irse, recordándonos que esas y no otras son nuestra verdadera herencia espiritual. Lo que sobrevivirá a lo largo de los años.
19 Octubre 2011
*A LA MEMORIA DE LOS QUE ADORNARON CON SU PRESENCIA NUESTRO TERRUÑO Y QUE YA NO ESTAN ENTRE NOSOTROS. DIOS LES BENDIGA

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.