sábado, 28 de noviembre de 2009

Palenque guariqueño

UN EXPLORADOR GRINGO EN CAMAGUÁN Y SAN FERNANDO


Oldman Botello*


El presente trabajo debió ser presentado como ponencia en Camaguán, en el Encuentro de historiadores y cronistas el sábado 27, pero no fui invitado, como consecuencia de retaliaciones por mis críticas publicadas sobre los eventos anteriores registrados en esa ciudad, las cuales, por supuesto, no estaban dirigidas al Cronista local ni mucho menos al eficiente Alcalde don José Vásquez, sino a los organizadores, para que mejoraran la eficiencia.
En octubre de 1867, el científico norteamericano Henry Morris Myers y otros acompañantes llegaron en una gira, comenzada en Caracas en los primeros días del mismo mes, a Camaguán. Salieron desde Valencia y siguieron a Tinaco, El Pao, El Baúl y desde allí por el río La Portuguesa hasta la ciudad del Estero. La intención era llegar a San Fernando y proseguir a Río Negro y al Amazonas brasileño en observación y recolección de plantas, estudiar la fauna, pero también la geología y aspectos sociales.
El 16 de octubre estaban en Camaguán. El Dr. Myers escribió un libro en inglés publicado en 1871, sobre sus experiencias en el largo y fatigoso viaje donde no faltaron sustos, contratiempos y enfermedades. Desde San Jaime emnprendieron la ruta hasta Camaguán por La Portuguesa. Desde El Baúl, cuenta Myers, fueron cuatro días hasta San Fernando "no muy emocionantes o memorables" y añade que el paisaje era de lo más monótono: "ni siquiera una colina o la más ligera elevación surgía del panorama como consuelo, rodeados por la vegetación de las riberas, sin otra elección para la vista que mirar hacia arriba, hacia un sol deslumbrante y ardiente". El refugio contra los zancudos y las lluvias era la frágil "carroza" del bongo donde se desplazaban, muy caluroso en el día, por lo que decidieron viajar de noche, en cuanto la luna estuviera clara.
En el libro, que en castellano fue publicado con el título de "Vida y naturaleza en los trópicos" en 1996 por la Fundación Cultural Orinoco, el doctor Myers relata que Camaguán era "un pueblo ubicado en la ribera izquierda del Portuguesa, de unos tres a cuatro mil habitantes, el lugar más importante del río entre El Baúl y San Fernando". Al día siguiente, 17 de octubre, partieron de Camaguán rumbo a San Fernando por La Portuguesa, al que califica de "río formidable, lo suficientemente profundo para que barcos grandes puedan navegar hasta El Baúl" y desde allí caer al Apure. Cuando publicó su libro en 1871, insertó la noticia de que su vaticinio se cumplió pues le habían informado de la instalación de un servicio de barcos de cierto calado por el Orinoco hasta San Fernando, pero sólo por corto tiempo.
Al llegar a San Fernando se decepcionó de lo que creía era la capital de Apure, pues sólo encontró un "estrecho pueblo de larga hilera de bajas y blancas construcciones, situadas a lo largo de la escasamente elevada margen del río y con una vegetación monótona detrás. Dice que San Fernando no había sufrido los terremotos, por su conformación geológica, pero sí padeció otras tragedias como la epidemia de cólera en 1855-1856, lo que provocó el cese de la actividad comercial y el abandono de las construcciones que se realizaban. No había ropa para comprar a pesar de que ya se habían introducido las máquinas de coser, explica. "A pesar de que había transcurrido más de una década, el equilibrio entre el trabajo y los elementos capitales todavía no se había restaurado. Aun así, la población está aumentando lentamente, estimándose en el presente en unas cuatro mil almas". Recuerda que en 1859, San Fernando había sido quemada y saqueada durante la Revolución Federal; el incendio destruyó la mitad de la población. Para su reconstrucción se estaba utilizando el ladrillo, lo que consideraba "un paso adelante en la reforma venezolana".
Myers llevaba tarjeta de recomendación para el médico L. Díaz establecido en la ciudad y el mismo día conoció a uno de los factótumes locales sanfernandinos, a quien identifica como general E. Esté, con quien pudo, al fin, hablar en inglés fluidamente en medio de finas atenciones y oportunidad que sólo se presentó nuevamente en el Amazonas. Tres días después continuaron viaje buscando el Arauca que no tenía caja y se desparramaba por la sabana; pasaron por Río Claro y Río Clarito y por allí ingresaron al Orinoco para seguir al Amazonas, por la vía La Urbana para reabastecimiento y proseguir en la tarea propuesta. Myers muriò en Ceilán, en viaje de investigación en 1872 a los 30 años de edad.

*Cronista de Maracay, periodista.
Fotografía: Ganado pastando en los esteros de Camaguán (Arturo Álvarez D'Armas)

jueves, 26 de noviembre de 2009

Crónica de un último adiós

José Obswaldo Pérez


Puesto que polvo eres y a ser polvo tornarás

Génesis 3.


Las aguas del río El Castrero, en San Juan de los Morros, Guárico, recibieron cálidamente y acompañadas de pétalos de rosas las cenizas de la profesora Irma Mendoza, en un gesto humano y sensible de sus familiares de dejar acá in memorian los polvos de quien en vida dedicó toda su querencia al Guárico; con ello se simbolizaba el último adiós y se cumplía un deseo que algún día ella había pronunciado.

Las exequias de la profesora Irma Mendoza, traídas por sus familiares de Caracas (especialmente por su hermana, la profesora Fanny Mendoza), fueron recibidas en la Biblioteca Pública Rómulo Gallegos; allí, un grupo de amigos, familiares, ex-alumnos, compañeros de trabajo y profesores, se trazó el destino de trasladarnos al Balneario El Castrero, para finalmente presenciar el acto de esparcimiento de sus cenizas en el río, y así compartir su último adiós.

-Irma, no se ha ido. Irma se hizo luz,- resumió en palabras tras palabras, uno de sus mejores amigos, el profesor Alexis Tosta. Sentencia que rompía aquellas imágenes, como ocurre siempre en nuestros íntimos momentos, cuando se presenta la pregunta acerca de la vida y la muerte. Tosta habló en nombre de los familiares y los amigos de Caracas.

Por su parte, el doctor Argenis Ranuarez- cronista municipal de San Juan de los Morros-, los hizo en nombres de sus amigos guariqueños, en nombre de la academia y de sus alumnos. “Del espíritu guerrero de Irma Marina Mendoza, queda y quedará, mientras cada uno de nosotros tenga un acto de fe; mientras uno de sus alumnos, de sus amigos, de sus compañeros de trabajo o de sus admiradores -entre de los cuales me encuentro- tengan vida, habrá Irma Marina Mendoza viva, viva en la presencia gratificante de la memoria”.

Su sobrino Miguel Pepe Mendoza fue el encargado de esparcir las cenizas de su tía Irma, en una cascada de agua cristalinas y sonoras a la una de la tarde, donde el viento suave abrazaba, cordial, los cuerpos de todos los que presenciamos el acto de desprendimiento, porque así nacemos y así morimos; socializamos, creamos lazos, amistades, tenemos familia, seres a quienes amamos más allá de la muerte, pero de quienes tarde o temprano hemos de desprendernos físicamente. Y volvía la reflexión íntima sobre la vida y la muerte entre quienes presenciamos ese acto de amor de la familia.

Ese mediodía, entre el agua de un río, el cielo y el sol, el suave viento llevaba las cenizas y el espíritu de nuestra querida amiga Irma; volaba y quizás algunos nos la imaginamos libre, ahí de pies junto a los otros, con el ruido de la cascada, y enfrente de una poza de aguas tranquilas. Las emociones iban, venían; mientras veíamos aquel pequeño salto recordábamos a Irma, sentíamos la mutua compañía al reconocer que en las cenizas regadas en el agua iba su espíritu y nos figurábamos su recuerdo, lo que de ella se nos queda en la memoria, cada quien con una parte de la Irma que conocimos.

El viento suave y el cielo, los rayos del sol apacible, fueron también compañía propicia para traer a nuestra imaginación los recuerdos que de ella teníamos, porque en el eterno tiempo que existe, los seres humanos tenemos el propio tiempo, el que nos toca vivir, para después quedar en el recuerdo, en la memoria de cada persona que nos conoció: los amigos, los familiares, los seres que nos amaron o que nos odiaron, cada uno de ellos se queda con un trozo de nuestra historia.

Quizás desde este día, la profesora Irma Mendoza amanece con el sol que se refleja en las aguas de El Castrero, o más allá en la vuelta de un riachuelo o las mismas aguas del río Guárico; o, en cualquiera partes de estas tierras anchas e inmensas, saludando a los hombres y mujeres que visitan este lugar y respiran su naturaleza, ese llano que, en los días de verano, es un horizonte infinito, pero en las tardes, cuando el horizonte y el sol se unen, se convierte en espejo de uno mismo; y ahí Irma tendrá un interlocutor incansable para seguir contando historias, que ya no estarán en las páginas de algún artículo o libro sino frente a nuestros ojos, cuando veamos el inmenso horizonte, porque las historias que leemos no son sólo las de la historiadora sino las que, al leer, nos leemos a nosotros mismos.

Fotografías: José Obswaldo Pérez

lunes, 23 de noviembre de 2009

EN CARACAS EN EL MARCO DE LA V FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO

PRESENTADO LIBRO DE EDGARDO MALASPINA


En el marco de la V Feria Internacional del Libro de Venezuela fue presentado el libro “Motivos ancestrales y otros cuentos” escrito por Edgardo Malaspina y uno de los ganadores del concurso convocado por el Ministerio de la Cultura Historias de Barrio Adentro.

La obra de Malaspina reúne varios relatos ambientados en el llano: Rumbo al Orinoco, Conversos, Naturaleza Muerta, En la barbería, y El Danubio Azul.

En el prólogo el doctor Argenis Ranuárez escribe: “Son cinco historias contadas con expresión clara, con descripción de lugares y personajes cargadas de imágenes. Son cuentos autobiográficos independientemente de que algunos estén escritos en primera persona y otros en tercera persona. Los ambientes son el pueblo donde nació el autor y los montes, sabanas, ríos y médanos, caminos al sur”.

El libro fue publicado por la editorial El Perro y la Rana y su presentación estuvo a cargo del escritor Héctor López en uno de los salones del Museo de Bellas Artes en Caracas. El bautizo se hizo con pétalos de rosas.

domingo, 22 de noviembre de 2009

LOS VINCULOS FAMILIARES DE DON SIMÓN RODRÍGUEZ EN EL GUÁRICO COLONIAL

Dr. Felipe Hernández G.

Profesor Titular. UNESR

felipehernandez56@yahoo.es



Durante el período colonial en Venezuela, la corona española ejercía dominio absoluto sobre la propiedad de la tierra. La propiedad territorial agraria se inició con las figuras jurídicas representadas por las Capitulaciones y las Mercedes de Tierra, expresadas en el repartimiento de Peonías y Caballerías entre los conquistadores, quienes estaban obligados a construir en los solares asignados, cultivar la tierra o realizar actividades ganaderas en el tiempo estipulado.

Para la segunda mitad del siglo XVI adquieren especial relevancia las ocupaciones de hecho de grandes extensiones territoriales, y a partir del año 1591 se intentó legalizar esta situación con los llamados remates y composiciones de tierras, precedidos por las respectivas denuncias de las tierras baldías o realengas ocupadas.

En ese sentido, en investigaciones sobre composiciones y venta de tierras en el partido de Santa María de Ipire durante el período colonial, se ha determinado que las más antiguas operaciones realizadas al respecto, corresponden a Miguel de Ledesma, quien actuando en nombre de Diego de Ledesma, el 02 de diciembre del año 1740, es reseñado vendiendo una legua de tierras de hato en las riveras del río Chivata.

Casi dos años después aparece el nombre de un bisabuelo del maestro don Simón Rodríguez, se trata de don Mathías Rodríguez-Gil, quien efectúa el remate de unas tierras que fueron de su hermano Juan Rodríguez-Gil, así como la posesión de un hato de ganado mayor en Ipire y un rincón de tierra al lado de la quebrada de Santa Inés, eso fue exactamente, el 18 de enero de 1743. En la misma fecha, Pedro de Ledesma, efectúa el remate de un sitio de hato en Ipire. Y al año siguiente Joseph Becerra realiza otro remate en el sitio de Zuata.

En 1759, el citado bisabuelo don Mathías Rodríguez, realizó en medianía con su yerno Julián García, una nueva composición de tierras de pasto en jurisdicción de Ipire, entre la quebrada Santa Inés y Coporo.

La genealogía de esta familia Rodríguez, según investigaciones realizadas por la historiadora Irma Mendoza, sería la siguiente:

Don Mathias Rodríguez-Gil nació en La Vega, Caracas, hijo de los canarios Juan Rodríguez Garbuso y Francisca Gil. Se casó en 1696 con Apolonia Díaz, natural de Buenavista (Tenerife – Islas Canarias), hija de los canarios Francisco Martínez y Polonia Díaz. Fueron padres de siete hijos, a saber: Juan de la Cruz, que fue casado con Josefa Duarte, Bartolomé, Rosa María que se casó con Francisco Manchal, María Pascuala que fue casada con José Esparragoza, Margarita casada con Florencio Rodríguez, Paula Polonia que se casó con Julián García, Miguel, y Antonio, Rodríguez Díaz.

Antonio Rodríguez Díaz fue casado con María Teresa Álvarez Carneiro, y son los padres Juan Rafael y Rosalía Rodríguez Álvarez.

El presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, quien según el obispo Mariano Martí (1998), nació en el pueblo de El Sombrero, el 09 de octubre de 1746, era doctor y bachiller en leyes antes de ser ordenado sacerdote, además de muy reputado letrado, que le valió para ocupar el cargo de Secretario de la Real y Pontificia Universidad Santa Rosa de Lima de Caracas. Su hermana doña Rosalía Rodríguez Álvarez, fue la madre del músico caraqueño Cayetano Rodríguez y de don Simón Rodríguez, según la mayoría de los biógrafos del maestro del Libertador.

En las biografías oficiales se indica que Rosalía Rodríguez Álvarez nació en Caracas el 25 de febrero de 1743, sin embargo, en investigaciones realizadas por don Manuel Aquino (1996), determinó que esta nació en El Sombrero, al igual que su hermano Juan Rafael Rodríguez, lo que es muy probable, a sabiendas que el Guárico todo pertenecía a la provincia de Caracas, y por lo tanto quien nacía en cualquier lugar de su jurisdicción, era por extensión caraqueño. Fue doña Rosalía, casada en primeras nupcias en 1759, con don Alejandro Aseste y Reina, de quien enviudó en 1765. De esa unión procrearon una hija de nombre Petrona Aseste y Reina-Rodríguez, quien se casó con Francisco López, hijo del pintor Juan Pedro López, convirtiéndose así, en concuñada de los músicos Manuel Sucre y Bartolomé Bello, padre de don Andrés Bello.

Simón y Cayetano, nacieron, respectivamente, en 1771 y 1774, durante la viudez de Rosalía, quien en 1799 fungió de fiadora del presunto padre de estos, Alejandro Carreño, en la hipoteca de una casa en La Candelaria, Caracas.

Quizá desencantada porque Alejandro Carreño optó por los hábitos sacerdotales en lugar del matrimonio, Rosalía contrajo nupcias nuevamente en 1780 con Ignacio Abay, de quien tuvo otra hija, de nombre María Josefa Joaquina Abay Rodríguez, nacida en 1781. Infiere el historiador Alberto Calzavara (1987), que doña Rosalía Rodríguez residió en Caracas hasta 1792, año en que viajó a Santa María de Ipire, donde falleció en 1799. Lo que permite inferir, que la madre de Simón Rodríguez fue enterrada en el pueblo de Santa María de Ipire, o en alguna capilla en su hato Mahomito o en su jurisdicción. Es muy probable que Rosalía Rodríguez haya vivido en Santa María de Ipire entre 1792 y 1799, es decir, durante siete años, seguramente en Mahomito. A su muerte tenía 56 años de edad.

En un censo de población de Santa María de Ipire efectuado en 1781, aparece reseñada una mujer de este nombre (Rosalía Rodríguez) como dueña del sitio de hato Mahomito, y en el año 1800, su hija Petrona Aseste y Reina-Rodríguez de López, extendió un poder a los santamarieños Ignacio y Manuel Balza, para que hicieran la repartición de los bienes dejados por su madre Rosalía Rodríguez en Santa María de Ipire.

Se cree que el presbítero Juan Rafael Rodríguez Álvarez, nacido en El Sombrero y hermano de Rosalía, influyó de manera decisiva en la formación del ilustre pensador caraqueño, por cuanto fue él, el responsable de su cuido, guía y educación.

Como se puede ver, el bisabuelo de Simón Rodríguez: don Mathías Rodríguez-Gil, el abuelo: don Antonio Rodríguez Díaz, sus tíos abuelos: Julián García y su esposa Paula Polonia Rodríguez Díaz de García, y su madre: Rosalía Rodríguez Álvarez, fueron propietarios de tierras y hatos en jurisdicción de Santa María de Ipire en el Guárico Colonial, donde probablemente fue enterrada. Además el hecho que su tío Juan Rafael Rodríguez Álvarez y su madre hayan nacido en el pueblo de El Sombrero es un indicativo que también tuvieron propiedades en su jurisdicción durante el período de la colonia y ss.

En Valle de la Pascua, a los catorce días del mes de noviembre del año 2009.


REFERENCIAS


AQUINO D. Manuel. (1996): Los Rodríguez de Don Simón. San Juan de los Morros: Diario El Nacionalista. P. 6.

BRITO FIGUEROA, Federico. (1961): La Estructura Social y Demográfica de Venezuela Colonial. Caracas: Tipografía Venevas, c. a.

CALZAVARA, Alberto. (1987): Historia de la Música en Venezuela. Caracas: Fundación Pampero.

FUNDACIÓN POLAR. (1990): Diccionario de Historia de Venezuela. Caracas: Editorial Ex Libris.

LARA, Gabriela. (2009): La Educación en tiempos de Simón Rodríguez. En: http://historiografias.blogspot.com/2009/11/la-educacion-en-tiempos-de-simon.html

MARTÍ, Mariano. (1998): Documentos relativos a su visita a la Diócesis de Caracas. Caracas: Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia.

MENDOZA, Irma Marina. (2006): Composiciones y venta de tierras en Santa María de Ipire. Santa María de Ipire: III Encuentro de Geohistoria de Santa maría de Ipire.

RANGEL P. Egilda e Irma M. MENDOZA. (2008): El mantuanaje caraqueño en los llanos del Guárico Colonial. Aproximación a su estudio. Valle de la Pascua: XII Encuentro de Cronistas e Historiadores del Estado Guárico. 11, 12 y 13 de abril de 2008.

RODRÍGUEZ, Adolfo. (1998), Historia de la Tierra de Ipire. San Juan de los Morros: Fundación Guariqueña para la Cultura. Ediciones Sabaneras No. 3. Gráficas Los Morros, c. a.

RODRÍGUEZ, Adolfo. (2009): Parentescos Familiares de Don Simón Rodríguez en el Estado Guárico. Publicado en:

http://fuegocotidiano.blogspot.com/2009/02/parentescos-familiares-de-don-simon.

ROJAS, Reinaldo. (2005): Simón Rodríguez: Ese desconocido. En: Hechos y Personajes de nuestra Historia. Barquisimeto: Fondo Editorial Buría. Zona Educativa del estado Portuguesa.

lunes, 16 de noviembre de 2009

UN ADIOS A IRMA MARINA

Felipe Hernández G.


Cuando muy temprano en la mañana del miércoles 11, los amigos Egilda Rangel Porras, primero y Arturo Álvarez D’Armas después, me enteraron de la muerte de Irma Mendoza, lo primero que acudió a mi memoria fue la confesión de San Agustín: “Como es la vida, así es la muerte”. Porque Irma Mendoza murió como vivió ¡luchando! ¡Soñando!. Ya lo dijo el poeta Virgilio, El sueño es hermano de la muerte”. Es miércoles 11 de noviembre de 2009, horas antes, a la 1 y 45 minutos de la madrugada, en el Hospital Clínico Universitario de Caracas, después de una tenaz batalla por la vida, se nos fue Irma Marina, como le gustaba que le llamasen. Educadora por vocación y convicción e historiadora de profesión y oficio de acrisolados quilates.

Ante el dolor que produce la partida, escribió Baudelaire, que “el tiempo devora la vida”, y afloran los recuerdos de lo que se ha vivido. En esta infausta hora, cuando la tristeza por la amiga ida nos asola, solo recordar parte de su trayectoria vital para la posteridad, alienta. Así, recordamos que a Irma la conocimos en el año 1986, cuando se desempeñaba como presidenta de la Junta Calificadora Nacional del Ministerio de Educación. Desde entonces comenzamos a tratarnos y se inició una larga y fructífera amistad, que se prolongó en el tiempo y se acrecentó en el afecto.

Nos encontramos nuevamente en los pasillos y en las aulas del Centro de Altos Estudios Alejandro de Humboldt de la Universidad Santa María en Caracas, donde realizamos el doctorado en Historia, que condujo sabiamente la mano y el pensamiento del eminente historiador y gran venezolano que fue el doctor Federico Brito Figueroa, y otros preclaros maestros como Alfonso Rumazo González, Manuel Pérez Vila, Pedro Felipe Ledezma, Juan Bautista Fuenmayor, Ramón A. Tovar, Nikita Harwich Vallenilla, Ramón Lozada Aldana, Reinaldo Rojas, Raiza Vivas de Daza, Carmen Saín de Gutiérrez, y otros. Ahí se consolidó la amistad, y a ella se sumaron amistades comunes como la de Miriam Meza de Borges, María Egilda Rangel Porras, José Marcial Ramos Guedez, Manuel Carrero, Nidia Cárdenas, José María Surga, Blanca Sánchez Blasco, Elsa Barrios Romero, Damelis Yegüez, Elis Freitas, Lucila Lista, Blanca Montoro, Emma Martínez, Cecilia Vivas, Diógenes Molina, y muchos más.

Volvimos a encontrarnos cuando ocupó la Secretaría de Educación y Cultura del estado Guárico en el año 1999, durante la primera gestión como gobernador de Eduardo Manuitt Carpio, la conseguimos haciendo equipo con la profesora Belkys Figuera Carpio. De ahí, por solicitud del para entonces rector, doctor Federico Brito Figueroa, pasó a la Universidad Rómulo Gallegos, como profesora de Postgrado en la maestría en Historia, donde junto con el doctor Elis Mercado, formó un gran equipo que permitió abrir y consolidar las maestrías en Historia en San Juan de los Morros, Valle de la Pascua y Altagracia de Orituco. Por expresa solicitud suya, formamos parte de ese equipo; fue y ha sido arduo el trabajo; de ahí han egresado un significativo número de postgraduados en Historia, profesionales guariqueños que son, en buena medida, hechura de Irma.

Téngase entre ellos, en San Juan de los Morros, a: Jeroh Juan Montilla, Mayerling Colmenares, Adriana De Abreu, Gledys Da’ Silva, Aura Marina Betancourt, Pablo Pérez, Aura Gómez, Oneida Martínez, y otros. En Ortiz: José Obswaldo Pérez Ascanio. En Calabozo: Ubaldo Ruiz y Eduardo López Sandoval. En Valle de la Pascua: Mélida Loreto de Díaz, Rosa María Álvarez, Carmen Diamora García, Antonio Campos, Maritza Márquez, y Yusdalis Celis. En Las Mercedes del Llano: Sorángel Ruiz Castro, Orietta Ortiz Mendoza y Xiomara Romero Abas. En Zaraza: Marlin Acosta y Lisbeth Rondón Rengifo. En Tucupido: Yamira González. En Altagracia de Orituco: María Luna. En El Socorro: Nervis Carpio. En Santa María de Ipire: María Mercedes Sarmiento Márquez; y en San José de Tiznados: Mariali Gondelles Bolívar.

Fue largo el surco de semillas sembradas por Irma en el Guárico, muchas de ellas florecientes y dando frutos, otras por florecer. A muchas nos tocará encausarlas para que germinen sus trabajos finales de grado. Ella hizo lo suyo. Era su sueño.

El auditorium y la Casona Universitaria, son mudos testigos de los pasos de Irma Mendoza, de las sesudas asesorías y de las importantes investigaciones historiográficas sobre el Guárico todo, que de ahí salieron, todas asesoradas por ella.

No sólo como profesora del Postgrado en Historia dictó cátedra Irma. Aquí en Guárico también lo hizo como investigadora, ponente y conferencista en encuentros, congresos, seminarios, conversatorios, coloquios y jornadas llevados a cabo en nuestra entidad. Muchas veces la acompañamos, en otras coincidimos, y a otras envió su ponencia para que la leyeran. Así, siempre nos alentó y nos acompañó en todos los Encuentros de Historiadores y Cronistas Guariqueños realizados en Valle de la Pascua, no faltó a ninguno. Pero también la vimos en Calabozo, en Camaguán, en San Juan de los Morros, en San Sebastián de los Reyes, en Chaguaramas, en Las Mercedes del Llano, en Ortiz. Ahí quedan sus ponencias. Investigaciones realizadas con gran rigurosidad, donde observamos un particular conocimiento y una especial maestría en el uso metodológico de la ciencia de la historia, aplicando las categorías de totalidad y lo interdisciplinario en la goehistoria guariqueña. Fundamentaciones hechas con información y documentos de fuentes de primera mano, obtenidas en el Archivo Arquidiocesano de Caracas, el Archivo General de la Nación, la Academia Nacional de la Historia, el Registro Principal del estado Guárico y de sus municipios, entre otros.

De ahí salió su ensayo "Presencia de la mano de obra esclava de origen africano en el Guárico colonial. Siglo XVIII", publicado en: Resonancias de la Africanidad. Libro escrito a cuatro manos con Marcial Ramos Guédez, Marisa Vannini de Gerulewicz y Jesús García, y publicado por el Fondo Editorial del IPASME, en el año 2005.También en la prensa regional dejó su impronta, son muchos los ensayos, crónicas y artículos publicados en los diarios El Nacionalista, La Prensa del Llano, La Antena, y en otras publicaciones regionales.

Considero que Irma Mendoza y Arturo Álvarez de D’ Armas, cada uno por su lado, son pioneros de los estudios sobre la negritud y la africanidad en el Guárico, cuando nadie hablaba de la presencia esclava en estos confines, levantaron ellos su voz y comenzaron a escribir.

Está vivo en nuestro recuerdo el homenaje que en su honor organizaron Arturo Álvarez D’ Armas y Jeroh Juan Montilla, fue en el Teatro de Bolsillo de la Casa Artesanal, en la calle Róscio de San Juan de los Morros, el día viernes 11 de julio de 2008. Le correspondió el honor de leer el discurso de orden, al doctor José Marcial Ramos Guédez, un discurso sentido, como solo puede hacerlo un amigo, conocedor de la vida y la trayectoria académica y profesional de la homenajeada, todo un maestro. Y de moderador fungió Jeroh Montilla. Todavía retumba en mis oídos, la voz grave, como de trueno del doctor Argenis Ranuarez Angarita, “¡Aquí estoy Irma Marina! Vengo a rendirte homenaje…”, sencillamente magistral. Adolfo Rodríguez, presentó una hermosísima semblanza que tituló: Irma Mendoza: Una emoción al servicio de la Historiografía Llanera. Edgardo Malaspina, al final de sus palabras, en un gesto de caballerosidad, le entregó un hermoso ramo de flores. También estuvimos y hablamos: Oldman Botello, Miriam Meza de Borges, Ubaldo Ruiz, Oneida Martínez, y Fabiola Bolívar. En mi ponencia, además de un exordio sobre la dimensión humana e intelectual de Irma Mendoza, leí una semblanza biográfica sobre monseñor Rafael Chacín Soto, en razón que ella siempre me manifestó su interés como investigadora por este polifacético sacerdote, de quien decía, “se había escrito y estudiado poco”, especialmente sobre su personalidad y su obra, así como sus aportes a Valle de la Pascua y al Guárico. Consideraba que era una tarea pendiente. Del Padre Chacín después volvimos a hablar muchas veces, dado su interés porque se conmemorara su centenario en el año 2010. En líneas generales, el homenaje fue un acto sencillo, ameno, como en familia, muy sentido. Homenaje en vida, como debe ser.

El amor de Irma por el Guárico fue infinito, desde el año 1999 aquí se aquerenció, casi toda su acción investigativa en el campo de la historia la encausó hacia la Historia Regional y Local del Guárico. Como paleógrafa oficial en el Archivo General de la Nación, fueron muchos los guariqueños que acudieron a ella, para reconstruir cadenas titulativas de la propiedad territorial en esta entidad, a quien pudo ayudar, lo ayudo, con tesón, con desprendimiento, sin otro interés distinto al de servir. Así fue su vida.

Hoy ha arribado al puerto de todos los dolores, como católica y fiel devota de la Virgen del Carmen, acude a su cita con el Creador, nos queda su accionar de docente e historiadora comprometida y militante, traducido en el importante legado, que lo constituyen su ejemplo, sus enseñanzas, su obra, que perdurarán en el recuerdo de quienes fuimos sus amigos, sus compañeros de sueños y esperanzas, de quienes fueron sus alumnos, y de todos aquellos que la irán conociendo a través de su obra escrita legada a la posteridad. Quizás sin saberlo, Irma hizo de la vida un combate, y se enfrentó a ella con amor, que es es el arma más poderosa, según el decir de Aldous Huxley. Eterna paz.

En Valle de La Pascua, a los 11 días del mes de noviembre del año 2009.


Nota del Administrador del Blog: La fotografía que ilustra este artículo del profesor Felipe Hernádez nos fue suministrada por Ollantay José Castillo y Mendoza, hermano de la profesora Irma Mendoza, el cual está actualmente residenciado en España

viernes, 13 de noviembre de 2009

PILAR ARANGUREN (Artesana)

Ítalo Jiménez Laya
Cronista de Camaguán.
Correo:Italojimenez44@hotmail.com
Teléfono: 0414-465.75.97

Se afirma que el tejido de punto deriva de la fabricación de redes para la caza o la pesca confeccionadas en lianas o tiras de cuero que se empleaban antes del Paleolítico. El entrelazamiento de los puntos podía realizarse a mano sin emplear ganchillo o agujas. No obstante, el testimonio concreto más antiguo que se tiene en la actualidad, referente a una prenda de punto, es un conmovedor zapatito de bebe hallado en una tumba egipcia del siglo III de nuestra era. Se cree de forma unánime que el origen de este tipo de labor se halla en Arabia, y que sus habitantes lo extendieron por Occidente a partir del año 622 d.C.
El arte también ha sido testimonio de que el tejido de punto tenía una gran presencia entre la población. Ya en el siglo IX a.C. el tejido en dos agujas era una artesanía muy desarrollada. Esta hipótesis está fundamentada en el hecho de que Penélope, la esposa fiel en la novela épica de Homero, “La Odisea”, esperara a lo largo de 20 años el regreso de su amado esposo de la Guerra de Troya. Para evadir a sus pretendientes, tejía un vestido de novia que por las noches destejía. Lógicamente, dicen los que saben, el trabajo no lo hacía en telar, de otra manera no hubiera podido destejer su vestido tan rápidamente.
Después de esta pequeña introducción me referiré a una gran mujer llamada Pilar Teresa Aranguren Aponte; hija de Petra Mercedes Aponte y de Manuel Hilario Aranguren Peraza. Nació y vivió entre sus 16 hermanos y hermanas en el caserío “Queseras del Medio”, parroquia Uverito Municipio Camaguán. Era una familia muy unida, trabajaban la caña de azúcar y la ganadería (tenían un Trapiche). Fabricaban panelas, batios, papelón, madrinas y el famoso morrocoy, que consistía en echarle agua fría a cierta cantidad de melaza que se dejaba en la paila hirviendo e inmediatamente la persona lo sacaba y lo repartía entre los asistentes, antes de que endureciera. ..Su trabajo era una artesanía familiar.
La niñez y parte de la juventud de Pilar transcurrió entre juegos de muñecas de trapo, correrías, Juegos de zarandas, la escuela...
Aproximadamente a los 13 años de edad ella aprendió a tejer viendo a una señora llamada Isabel Ochoa.
Después otra señora que vino de Caracas le dejó una revista y un paño para tejer y destejer y así Pilar pudiera aprender mejor el tejido de punto. Lo aprendió y se convirtió en una gran artesana.
Pilar se unió al joven José de la Paz Vásquez y procrearon 4 hijos: Lic. José Manuel Vásquez Aranguren (Alcalde de Camaguán), Carlos Alberto, Yulitza (Lic. en Administración y Educación) y Héctor José Vásquez (Capitán de Aviación).
Años después y de una segunda unión nace María de los Ángeles Aranguren Aranguren, técnico en Turismo y actualmente cursa estudios de Derecho.
Pilar Aranguren ha asistido a muchas exposiciones de artesanos dentro y fuera de su estado natal. Ha ganado varios premios, ha dictado cursos a personas de la comunidad y a doctoras y doctores de la Misión Barrio dentro.
Ella enseña a tejer paños, blusas, trajes de baño, vestidos, chalecos, cubrecamas, manteles, escarpines, hamacas, randas, alpargatas, carteras, sombreros etc. y tiene una gran facilidad para adornar sus tejidos con figuras de frutas, aves, rostros de personas, entre otros. También se dedica al oficio de Corte y Costura.
Pilar, mujer humilde, digna, gran artesana, conocida como “manos pródigas del tejido de punto”.
En su amable y sencilla conversación, finalmente me dijo Ítalo, le tengo un gran amor al arte, me gusta y desearía hacerlo siempre.

FOTOGRAFÍAS DE LA HISTORIA

Entre los archivos de Cellunerg hemos encontrado esta hermosa fotografía realizada por Carlos Hernández. No sabemos su fecha, detrás de ella sólo está el nombre del fotógrafo, creemos que es de los tiempos cuando Carlos vivía en San Juan de los Morros. Son muchísimos los años que no lo hemos visto. La señora, sospechamos, puede ser una de las mágicas hacedoras de casabe que están a las afueras de Camaguan, vía San Fernando de Apure. (Jeroh Montilla. Si desea ver con más nitidez y detalles la fotografía, haga click sobre la misma)

martes, 3 de noviembre de 2009

SYLABARIUM DE OBRAS PÚBLICAS EN EL GUÁRICO SXIX Y SXX

Manuel Soto Arbeláez


Venezuela es un país que al decir de Mariano Picón Salas se abrió al mundo en 1936, significando que el progreso comenzó en esa fecha. Es una opinión respetable que merece ser evaluada. Mucho antes los gobiernos nacionales ejecutaron tímidamente obras de desarrollo que aparecen reseñadas en las Memoria y Cuenta de los diferentes organismos públicos; así tenemos que el 20/02/1874 el general Antonio Guzmán Blanco define para algunas zonas de la nación un conjunto de obras públicas a planificar y ejecutar, de ser posible en su primer gobierno llamado el septenio. Para ello puso en funciones al recién creado Ministerio de Obras Públicas y nombra al frente de ese organismo al joven (tenía 26 años) ingeniero Jesús Muñoz Tébar, a quien encomendó además, la tarea de terminar tempranamente 126 obras en ejecución. Las correspondientes al estado Guárico o sus cercanías eran: A. Carretera Ocumare del Tuy-Caramacate. B. Villa de Cura-Calabozo. C. Villa de Cura-San Juan de los Morros y desde allí a los baños termales. D. Canal para conducir agua desde el río Guárico al actual estado Aragua (para entonces Guzmán Blanco); y del río San Juan a Parapara. E. Finalizar los baños termales de San Juan de los Morros y los de Guarumen. F. Terminar el mercado de Calabozo. G. Construcción de las iglesias de El Rastro y Barbacoas.

Al cabo de tres años, en 1877, estaban en servicio las carreteras de San Juan a los Baños sulfurosos y de San Juan a Villa de Cura y de allí a Cagua.

En cuanto a los telégrafos se señala en la Memoria de 1884 que se terminó la línea oriental que partiendo de Petare terminaba en Zaraza y otra central que partiendo de Petare pasando por Santa Lucía, Ocumare, Cúa, San Casimiro, Camatagua, Orituco, Chaguaramas y terminaba en Valle de la Pascua. Este es un dato bien importante para mí porque varias veces me había preguntado -y tratado de averiguar- cuándo tuvimos telégrafo en el Oriente del Guárico y ahora la respuesta es concluyente: en 1884. Para ello se había presupuestado la construcción de esas líneas y sus estaciones en el presupuesto del lapso 1877-1884 para ser ejecutados por los ministerios de Fomento y Obras Públicas.

Pasan varios años sin información sobre obras públicas en el Guárico hasta 1916, cuando aparecen adjudicaciones de obras y servicios al general Julián Correa para la conservación de la carretera Villa de Cura-Calabozo. Eran las llamadas “Imaginarias” en las cuales el militar gomecista que resultaba premiado por sus servicios de esbirro, soplón, torturador, etc., se le asignaba el manejo de una nómina la cual ellos manejaban a discreción aumentándola a su criterio, pero en realidad lo que acusaban era muy superior a lo que realmente manejaban; por ejemplo, le cobraban al gobierno, digamos, 100 obreros para el mantenimiento de la carretera X y en realidad empleaban no más de 30 trabajadores, lo demás se lo embolsillaba el militar beneficiario de la imaginaria. Pero ¡Oh sorpresa! En 1931 aparece disfrutando una de esas canonjías en el estado Portuguesa el coronel José Vicente Rangel, padre del homónimo que te conté. En 1932 el coronel Rodolfo C. Piña tenía la suya en El Sombrero. Posteriormente incluyeron dentro de sus obligaciones el cuido, mantenimiento y embellecimiento del famoso puente colgante sobre el río Guárico en las cercanías de la capital de Mellado. Este puente desmontado en los años 1960s y montado al sur de Guayana todavía está en servicio. Es una joya tanto desde el punto de vista de la ingeniería como de la arquitectura.

En 1945 el Ministerio de Obras Públicas, MOP, da como terminadas las carreteras de Valle la Pascua-Santa María de Ipire, Valle La Pascua-Zaraza y San Juan de los Morros-El Sombrero (relocalización). En 1965 se dio inicio a la carretera Las Mercedes-Cabruta. En total, podemos decir que en la modernidad las grandes obras en nuestro estado han sido: La Represa de Calabozo; los hospitales zonales de Calabozo, Valle de la Pascua y San Juan de los Morros; el sistema de medianos y pequeños hospitales y ambulatorios en las ciudades de menos población que los nombrados; el desarrollo hidráulico de la Cuenca del Unare, el desarrollo de la cuenca del río Tiznados, la planta física de las diferentes universidades nacionales y regionales; las edificaciones para los liceos, grupos escolares y escuelas graduadas; la electrificación de todo el Estado; el sistema telefónico integrado al sistema nacional, el acondicionamiento de la planta física del urbanismo de las principales ciudades guariqueñas. Muchas de estas obras están a punto de colapsar, debido al rápido crecimiento de la población y a la falta de un verdadero criterio de la planificación del crecimiento en todos sus órdenes y del indispensable mantenimiento previsible.

MSA. E-Mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.comEl Guárico Oriental 1, 2 y 3 en librería La Llanera, calle Guásco frente a la plaza Bolívar, Valle de la Pascua Los libros

lunes, 2 de noviembre de 2009

LA ÚLTIMA AUDIENCIA*

Juan Yáñez



Con este título conocemos una interesante y excelente obra de teatro, escrita por el profesor Adolfo Rodríguez, nuestro prestigioso historiador y hombre de letras, poseedor de una extensa trayectoria en pro de la cultura en el Guárico y en Venezuela. Su texto contiene el testimonio final imaginado por el historiador y expresado por Simón Bolívar, cuando ya se hallaba en San Pedro Alejandrino. Su argumento dramatiza la audiencia concedida por El Libertador al general Julián Infante, quien fuera un exiliado paécista, que confrontó a los realistas en los llanos centrales. La obra presentada como un monólogo, rescata las reflexiones de un Bolívar ya enfermo y declinado aunque todavía lúcido y soportando las adversidades producidas por sostener y luchar por una causa que no termina de cuajar y en su abatimiento rememora su intensa relación con los llanos del Guárico. Ya la idealizada Gran Colombia ha sucumbido y con ella sus sueños de establecer una gran patria. Su interlocutor es un guariqueño y también el último baluarte con que contó Bolívar en vida. Adolfo Rodríguez, su autor, es ante todo un llanero de pura cepa y precisa sus convicciones sobre la intervención de la llaneridad en la independencia de Venezuela. El drama penetra hondamente en las raíces de la identidad hispano-americana, la que en algunos casos ironiza y en otros valora y justifica.

La obra fue representada en la Casa de la Cultura, Víctor Manuel Ovalles¨, de San Juan de los Morros, en diciembre de 2003. En aquel tiempo y lugar, la obra, -que en su concepción original tiene varios personajes- fue reducida a un soliloquio, por una excelente adaptación que conservó su texto tal como fue escrito. Bolívar fue personificado por un estupendo actor que nos logró sorprender y cautivar con su interpretación. Estamos hablando de César Pérez, un caraqueño de 45 años, de edad, es licenciado en Artes en la UCV y con una larga trayectoria en la actividad teatral. En aquella escenificación, César, quien además de representar a Bolívar, fungió de director, productor y autor de la idea también. Lo acompañó en aquella oportunidad, Maximiliano Rebolledo, actuando de manera silente, personificando a José Palacios, lugarteniente del Libertador. La personificación del Libertador, lució con una profesionalidad digna de salas con mayor aforo y exigencia. César Pérez fue Bolívar, sin lugar a dudas... La puesta en escena se adaptó a las limitaciones del teatro y a pesar de todo se logró una producción aceptable.

Hasta aquí lo escrito, amables lectores, es el contenido de un comentario, que escribimos en anterior ocasión y que no fuera publicado. Hoy después de permanecer en espera, lo redactado sale a la luz y en esta ocasión enriquecido y mejorado. Por ello anotaremos que el pasado sábado 24 de octubre del presente, tuvimos la feliz circunstancia de volver a deleitarnos con la representación de “La Última Audiencia”. Al igual que aquella vez, Bolívar fue magistralmente interpretado por César Pérez, que nuevamente volvió a ser Bolívar y en esta actuación más maduro y convincente todavía.

En esta ocasión la obra fue representada con más buena voluntad que recursos –y con ello acrecienta su mérito- en la sede del Museo de la Tradición Musical de Venezuela, una Sociedad Civil sin fines de lucro, en pro de cultura de nuestra ciudad y estado. Los directivos de esta institución, -sita en la calle Roscio, diagonal al Mercado Viejo- interesados principalmente en la música, quieren alcanzar también otros estratos de la cultura como, es el teatro y otras expresiones representativas. Ya habrá en un futuro próximo, oportunidad de hablar de ellos, que bien merecen ser conocidos y estimados por los sanjuaneros… www.ahoraescuandohay.blogspot.com

*Publicado en el Diario La Antena de San Juan de los Morros, Venezuela, el 01.11.09
Fotografía: Imagen del actor Cesar Pérez representando al Libertador.Tomada por el autor de la nota.

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.