Mostrando entradas con la etiqueta Historia de Venezuela. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Historia de Venezuela. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de diciembre de 2024

LA PEÑA ADMIRABLE*

 Domingo Rodríguez 

El robo (1)

Era una mañana del año 1934 del siglo pasado, el presbítero FRANCISCO JAVIER PEÑA (el padre Pernía de la novela Casas Muertas), se encontraba realizando sus acostumbradas oraciones tempraneras en el recibo de la casa parroquial de Ortiz, cuando repentinamente entra al referido inmueble, el señor Arciniega, jefe civil de la vecina población de Parapara, la cual también atendía el mencionado sacerdote:

—Buenos días padre.

—Buenos días señor Arciniega.

—¿Qué lo trae tan temprano a Ortiz?

—Vengo a comunicarle una horrible noticia, se han robado La Peña Admirable.

El padre Peña se para sobresaltado del mueble donde estaba sentado, exclamando: —¡No puede ser Dios mío! — Inmediatamente salen hacia Parapara.

En el camino Arciniega explica al padre Peña los pormenores del caso. En la madrugada las manos sacrílegas de unos malhechores, extraños a la población, habían socavado las paredes de la iglesia por los lados de la sacristía. Habían roto también el Sagrario, donde se guarda la reliquia de la imagen aparecida de Nuestra Señora, profanado así la gran devoción y amor que los hijos de Parapara profesan a la excelsa virgen por más de 200 años desde su aparición. Se sospecha de unos “maromeros” que llegaron hace unos días al pueblo, los cuales se marcharon de improviso en la madrugada sin conocerse rastro de ellos. Que ya, mediante telégrafo, había pasado la novedad al prefecto del Distrito Roscio y al presidente del estado Guárico, teniente coronel Ignacio Andrade.

Al llegar a Parapara, el pueblo, sin excepción, se encontraba en la Plaza Bolívar, dentro y frente de la iglesia. Todo era dolor y consternación, lloraban niños, jóvenes, mujeres, hombres y viejos. Un conglomerado de fe, de gente buena, humilde y trabajadora, que siempre se habían ufanado de celebrar las festividades de sus tres patrones: Santa Catalina de Siena, San Rafael Arcángel y La Peña Admirable, la que consideraban un regalo de Dios para su tierra. Apenas el padre Peña se baja del carro que le llevó al pueblo, abriéndose paso entre la gente que se encontraba en el templo, que llorosa gritaba: — ¡Blasfemia, Blasfemia! —, se dirige al altar mayor, cae de rodillas y con lágrimas en los ojos, eleva una oración al altísimo.

Después se pone de pie y habla a los presentes con voz fuerte y pidiendo calma exclama: —Nuestra amadísima madre la Virgen María nos hizo el exquisito regalo de su divina presencia bajo la advocación de Nuestra Señora de la Peña Admirable, para que la veneráramos con fervorosa devoción. Para que le pidiéramos por nuestras necesidades, tribulaciones y sufrimientos, y vosotros lo han hecho a través de centurias. Tengan mucha fe, porque, así como ella y su hijo, Dios nuestro señor nos la dieron, así también nos la devolverán —.

Por muchos días y muchas noches el pueblo de Parapara se declaró en vigilia de oración permanente en la iglesia y en la plaza esperando el regreso de su Virgen, que nunca se llegó a producir, a pesar del esfuerzo que hizo mucha gente por encontrarla, en especial la Diócesis de Calabozo, el mismo padre Peña, y las autoridades Civiles y Policiales de la época.

Cómo fue la aparición de La Peña Admirable (2)

En el año 1720, a dos leguas del norte de Parapara, población del estado Guárico fundada a las orillas del río Flores, tributario de río Paya, un indio lugareño de la comarca trabajando sus labranzas en el Valle De Las Yeguas, lo que hoy se conoce como Piedras Azules, fue sorprendido por una violenta tempestad. Asustado por los repetidos rayos, se refugió en unos grandes peñascos que hacían una especie de gruta. Pasada la tempestad, cuando ya se disponía a marcharse, un fenómeno extraordinario atrajo su atención: en una floreciente  planta de lirio silvestre que crecía en una peña al margen de una quebrada vecina, divisó un vivísimo resplandor, curioso el indio se acerca a la peña y descubre en medio de los lirios, que la iluminación procedía de una pequeña piedra llana, de más o menos tres dedos de ancho por tres dedos de alto donde se podía ver grabada la imagen de una mujer con corona en la cabeza, un niño en sus brazos, y parada sobre media luna. Con gran respeto el indio agarró la piedrita y se la llevó a su choza.

Al cabo de un tiempo cundió por toda la comarca del pueblo de Parapara la noticia de la aparición de la imagen, y fue tanta la admiración que producía a todo el que la veía, que fue designada por el indio y la propia gente de la región con el nombre de “Nuestra Señora de la Peña Admirable”. Luego fue trasladada al pueblo para ser adorada.

En 1780 el Obispo Mariano Martí estuvo de visita en Parapara y en sus apuntes y manuscrito dice que la imagen es muy similar a Nuestra Señora de la Corteza de Acarigua, además, que es tan milagrosa que autorizó a un devoto para recoger por espacio de tres años limosnas para el fomento de su culto. El mismo prelado también refiere que otro devoto dotó para sus fiestas, que se celebran cada 8 de septiembre, con 240 pesos. También menciona que todos los años ese día los devotos van en romería al lugar de la aparición.

Las noticias de los numerosos milagros realizados por la virgen se fueron propagando con los años en toda la región. Es así, como a fines de siglo 18, se traslada a Parapara un empleado del gobierno colonial y prevalido de su autoridad, saliéndose de sus derechos y atribuciones, confiscó la imagen y la llevó a Caracas con la intención de pedir al cabildo secular impidiese su culto por juzgarlo inconveniente y supersticioso. El pueblo de Parapara y el cura de la época conmovidos por tan injusto hecho, comisionaron al joven Domingo Toledo, tal vez la persona de más talento y prestigio de todos sus habitantes, para que se trasladara a Caracas y alegara ante el ayuntamiento de la capital que el cabildo civil no tenía ninguna competencia en asuntos que solo le incumben directamente al gobierno eclesiástico, por lo tanto, devolvieran la imagen al pueblo que él representaba. La exposición de Toledo fue aceptada y se le devolvió la imagen. Cuando los moradores de Parapara supieron la noticia de que se le había devuelto su divino tesoro cuya ausencia lamentaban y llenaba sus almas de tristeza, se dispusieron a recibirla con gran júbilo junto al cura del pueblo. Se acordó para su resguardo y seguridad, que en una de las casas más importantes se dispusiera una capilla provisional con un altar profusamente adornado con flores y lumbres para ser adorada por todos sus fieles solemnemente, con grandes manifestaciones de fe y acendrado amor. Que en cierto modo sirviera de desagravio al desacato que se pretendió contra la sagrada imagen. Luego se dispuso que en el pueblo y sus alrededores se hiciese una gran colecta para mandar a hacer un relicario para la virgen, el cual fue construido de plata bañada en oro y en forma de custodia donde fue colocada la imagen. Ese día el pueblo, todo jubiloso, concurrió a la casa donde estaba depositada para llevarla a la iglesia con la gran cantidad de milagros ofrecidos a la virgen elaborados en metales preciosos, cuyas puertas se abrieron para recibirla en medio de las armonías de los himnos sagrados ya que para siempre sería el santuario de la Mater Admirabilis.

Se cuenta que, estando de visita pastoral en Parapara, el ilustrísimo señor arzobispo, doctor Ramón Ignacio Méndez, quiso cerciorarse si la imagen que tanto ponderaban, era por sus perfecciones digna de culto. La sacó de su relicario y sin saber cómo se le desprendió de las manos cayendo al suelo, por lo cual la piedra se partió en uno de sus extremos, sin sufrir daño la imagen. Volvió el señor arzobispo a colocarla en su custodia y mandó a depositarla en su altar para que se siguiese adorando.

Dos veces después salió del templo la sagrada imagen, en 1882 cuando el cura párroco del pueblo, Antonio María García, la llevó a Caracas para hacerla reproducir en estampas y reparar el relicario por largos años de uso. Y ese fatídico día de 1934, cuando los criminales que se la llevaron, tal vez movidos por la intención de apoderarse del relicario y los milagros, fundirlos y venderlos por algunas míseras monedas. Lo más probable es que hayan sacado la piedrita con la imagen de la virgen de dicho relicario arrojándola a algún barranco, acabando así con siglos de devoción, adoración e historia al mismo tiempo.

El 8 de septiembre de 1945 Parapara volvió a contar con una nueva imagen de la virgen pero en forma de busto, mandada a hacer con la aprobación de sus habitantes por el padre Pedro J. Grau C., cura de Ortiz y Parapara para esa época, y fervoroso devoto de María Inmaculada, la cual fue costeada por su propio peculio y otros señores, entre los cuales se encontraba el comerciante de San Juan de los Morros don Matías Cardozo, abuelo materno del hoy arzobispo de la diócesis de Mérida, Baltazar Porras Cardozo.

Recuerdo que todos los 8 de septiembre, estando niño iba con mis padres, nuestra abuela Beatriz, mis hermanos y el resto de la familia, a la misa en honor a La Peña Admirable en la iglesia de Parapara, y después junto al padre Grau y varios devotos visitábamos el sitio de la aparición.  Esto estuvo ocurriendo así hasta 1954 cuando fallece el padre Grau, con su muerte se fue perdiendo la tradición a través del tiempo. Este año el padre Frank Gómez, presbítero de Ortiz y Parapara, el pasado 8 de septiembre, conmemoró las fiestas de Nuestra Señora de la Peña Admirable con una peregrinación muy concurrida que salió a las 3 de la mañana desde el pueblo hasta el sitio de su aparición en Piedras Azules. Quiera Dios que, con esta iniciativa del padre Gómez vuelvan a renacer esas festividades, de ahora en lo adelante como ofrenda a nuestra madre María Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de La Peña Admirable, y para regocijo de todo el pueblo parapareño.

Notas

1) El relato de monseñor Francisco Javier Peña (+), con respecto del día del robo de “La Peña Admirable”, lo oí narrado por éste en una oportunidad en que visitó a nuestra abuela Beatriz de Rodríguez en su casa de Ortiz.

2) Los datos históricos sobre la aparición de la virgen guariqueña y parapareña, los tomé de unos apuntes suministrados por nuestro condiscípulo Silvestre Milano, nativo de Parapara.

*Artículo publicado por primera vez el 18 de septiembre del 2009 en la página “Semblanzas Orticeñas” del Cronista de Ortiz Fernando Rodríguez Mirabal en el Diario “El Nacionalista” de San Juan de los Morros, estado Guárico.

(Imagen tomada del diario “Últimas Noticias”)

lunes, 7 de junio de 2021

CAPITÁN JUAN ANGEL BRAVO GARCÍA

  JOSÉ MANUEL AQUINO

Juan Ángel Bravo García, prócer guariqueño nacido en el Sombrero el de octubre 2 de octubre de 1782, en momentos en que esta población llanera a orillas del río Guárico despuntaba con una dinámica progresiva de las actividades económicas desarrolladas en para la siembra de tabaco y otros rubros en haciendas de las que sobresalían las unidades de producción: Las Matas, Chaparral, Barrancas entre otros predios agrícolas, destacando también la actividad ganadera en los hatos: Corozal, Pitara, San Marcos , San Martín, San Marcos y demás posesiones de importancia con el fin de comercializar el excedente de su producción en localidades de las distintas provincias pertenecientes a la Capitanía General de Venezuela.(De Armas, p 50)

Este destacado soldado se incorpora al ejército republicano en el año 1816, en momentos en que el máximo líder del proceso de independencia, Simón Bolívar ha escrito su célebre Carta de Jamaica y prepara su regreso de Haití a territorio venezolano, con la ayuda del presidente Alejandro Pétion .Posteriormente sale de esa nación en el mes de marzo con 6 goletas cargadas de armas y municiones rumbo a la isla de Margarita ,con el fin de continuar la lucha por la liberación del territorio venezolano del yugo español .En ese mismo periodo el Libertador decreta el 2 de junio, la libertad para los esclavos que se alisten al ejercito patriota, con el fin de incorporar mayormente a ese grupo social a la causa republicana. Mientras tanto, José Antonio Páez, en los llanos apureños, jurisdicción para ese periodo de la provincia de Barinas, desarrollaba una lucha titánica para desalojar al ejército español de esos espacios.
Es precisamente en el mes de octubre de ese año, que este soldado hijo José Gabriel Bravo (indio) y Francisca Amelia García (zamba), se incorpora a la caballería del ejercito republicano a las órdenes del componente militar dirigido por el general Páez, con quien siempre estuvo a sus órdenes .Inicialmente en la toma de Achaguas y el asedio a la población de San Fernando, luego incursiona en Rabanal a las órdenes del coronel Miguel Guerrero, seguidamente toma parte en un encuentro bélico en Guayabal y en el enfrentamiento en el sitio de Palital contra los realistas, el día 18 de diciembre tuvo una actuación meritoria que le significó un ascenso al grado sargento primero a comienzos del año 1817( Bencomo, p 59) cuando luchó con arrojo y valentía en unas de las columnas de la caballería formadas para combatir el regimiento de caballería enemigo.
A finales del mes de enero de 1817, Juan Ángel Bravo toma acción en la sabana de Mucuritas cuando el ejército patriotas vence contundentemente a las milicias comandadas por brigadier realista Miguel de La Torre. Siendo una de las principales derrotas sometidas por la guardia republicana al general Pablo Morillo, en territorio venezolano desde su llegada a este continente en 1815. Este prócer del proceso de independencia, actuó en unas de las tres líneas de ataque de la caballería formada por 1100 jinetes, con la cual les dieron un tajante descalabro a los partidarios de la Corona española. Es necesario señalar que este destacado soldado, se amoldó al estilo de lucha del bando patriota del bajo llano, con claro dominio de las condiciones del medio geográfico: transitar por los difíciles caminos fangosos en época de invierno, medanales, gamelotales y crecidas de los ríos. Además de soportar las condiciones de climáticas que imperan en las praderas apureñas en distintos periodos del año, no fueron obstáculos para aportar con su arrojo y valentía a contrarrestar a los partidarios del rey por esa región.
Una vez participado en esa cruzada, acompaña al ejercito patriota comandada por José Antonio Páez por Barinas, con la misión de aprovisionarse de distintos recursos para continuar la lucha por la independencia venezolana, para luego regresar a los llanos apureños a seguir sus funciones militares, entre las que se encuentra la toma de San Fernando dirigido por el comandante Juan Gómez. En el mes de enero 1818, asciende al grado de Alférez. Categoría que le permite tener más responsabilidades en el campo de batalla y participar en la Campaña del Centro, planificada y dirigida por el Libertador Simón Bolívar, con la finalidad de llegar hasta la ciudad de Caracas.
Este destacado prócer republicano estaba en la operación, entre los 1100 jinetes, miembros de la división de caballería de Apure al mando del General Páez, en los primeros días del mes de febrero. Estará el día 6 presente en la primera toma de Guayabal por parte del coronel Hermenegildo Mujica, seguidamente verá acción en la batalla de Calabozo el 12, en la cual los patriotas sorprenden al General Pablo Morillo. Posteriormente estará presente en la persecución y los enfrenamientos en la Uriosa y la batalla del Samán, en su tierra natal El Sombrero, estará también presente el en la operación bélica de La Cuesta en las cercanías de Ortiz en el mes de marzo, y luego llegar hasta San Carlos de Austria.
Antes de regresar a los llanos apureños por el fracaso del ejercito republicano en llegar a la ciudad de Caracas, este ilustre prócer guariqueño estará presente en Segunda acometida a la población de Guayabal, 28 de mayo, cuando el Gral. José Antonio Páez y su ejército, derrota al general realista Francisco Tomás Morales. Entrando en territorios del bajo llano en la otrora provincia de Barinas, este soldado republicano incursiona como miembro de la caballería del señalado jefe militar, en los diferentes encuentros para preservar los espacios ganados en territorio apureño, antes de la fatídica Campaña del Centro a comienzos del año 1818.
Llegamos a enero del año 1819, con el libertador Simón Bolívar en territorio guayanés preparando su discurso para la instalación del Congreso de Angostura, seguidamente se traslada en el mes de marzo al bajo llano con el fin de contrarrestar al ejército enemigo. Mientras tanto el general Pablo Morillo defensor de la causa realista se dispone a tomar el territorio apureño con su poderoso ejército y vencer a los patriotas .En el primer encuentro Por su lado Juan Ángel Bravo, siempre en el regimiento de caballería a la orden del General Páez. Estuvo presente en los encuentros guerreros de las Mangas Marrereñas, Sacra, La Gamarra (Hernández, 2010). Teniendo posteriormente una meritoria actuación en la batalla de las Queseras del Medio el 2 de abril de ese año, donde recibe la condecoración por su intrépida acción en el combate con la Orden de los Libertadores de Venezuela, tal como lo reseñó el diario El Correo del Orinoco en días posteriores al combate y en la autobiografía escrita por el Centauro portugueseño (Páez,p.185 ) .Del mismo modo, este soldado patriota recibe su merecido ascenso al grado de teniente por su disciplina ,arrojo y intrepidez en el campo de batalla en el mes de julio de ese mismo lapso (Hernández, 2011).
Luego de haber obtenido el grado de teniente, sigue realizando sus obligaciones en el campo de batalla, encontrándose en las incursiones victoriosas del ejército patriota, en Boca de Payara, Guaca, Caramacate, Trapiche de La Gamarra y en el sitio de La Cruz, predios pertenecientes a la provincia de Barinas. Una vez roto el Armisticio y demás acuerdo de regularización de la guerra en enero de 1821 entre los republicanos y realistas , encontramos a este soldado guariqueño a las órdenes del coronel Miguel Antonio Vásquez, Jefe del Estado Mayor de la Primera División que comandaba el General Páez en la Batalla de Carabobo el 24 de junio, cuando irrumpe valientemente contra el batallón realista de la Reina, al que lograron rechazar y vencer a esta caballería enemiga .Luchó con tanto arrojo que mereció los calificativos del propio Libertador Simón Bolívar, de que este patriota merecía un uniforme de oro por haber recibido gran cantidad de lanzazos en su ropa y no salir herido en la refriega .(Páez, p 206 ).Encontraremos posteriormente a este patriota, accionando en la toma y asedio de Puerto Cabello en 1823 ,último enfrentamiento de importancia del ejército patriota contra las fuerzas enemigas en territorio venezolano ,con la capitulación del general Francisco Tomás Morales y tropa.
Una vez culminado el proceso de independencia en territorio venezolano, este destacado soldado de la Patria quedó a al mando del general división José Cornelio Muñoz, acantonado en tierras de la provincia de Apure después de la separación de Venezuela de la Gran Colombia .Luego estaría combatiendo al lado del General Páez para restituir en la presidencia de la república al doctor José María Vargas, quien había sido destituido por los rebeldes encabezados por los generales Santiago Mariño y Pedro Carujo con la finalidad de impulsar un modelo de estado federalista y la restitución de la Gran Colombia a través de la insurrección denominada Revolución de Las Reformas entre el 7 de junio 1835 y marzo de 1836.Muere en septiembre 1843 en la población de Achaguas, a consecuencia de la enfermedad contraída por el síndrome de la elefantiasis ,caracterizada por el aumento de algunas partes de las extremidades inferiores del cuerpo humano .
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Bencomo Barrios, Héctor (2004).Héroes de Carabobo .Ediciones de la Presidencia de la República .Caracas.
Dávila Vicente, (1926). Diccionario Biográfico de ilustres Próceres de la independencia Suramericana. Tomo I
Da Silva, Miguel (2018), Próceres de Carabobo.www Carabobo en sus Personajes. Periodo de La independencia. Calameo.com .Brooks
DE Armas Chitty. (1982). Historia del Estado Guárico. Ediciones de la Presidencia de la República
-_____________. (1978). Historia del Guárico (1807-1874).San Juan de los Morros. Impreso en los Talleres de Gráfico los Morros. Tomo II
Estévez G, Edgard (2007), Batallas de Venezuela 1810 1824.Editoial.C SA. Caracas.
Franceschi, Napoleón y Domínguez Freddy (2020), Antología Documental para el estudio de la Historia de Venezuela 1776-2000.Universidad Metropolitana .Caracas-Venezuela.
Hernández, Felipe (2010).Teniente coronel Juan Ángel Bravo http://Fuegocotidiano.blogspot.com/.../teniente-coronel...,
Ministerio del Poder Popular para la Cultura (2018). Correo del Orinoco 1818-1821. Fundación del Centro Nacional de Historia: Caracas
Páez, José Antonio (1867) Autobiografía del General Páez. Reedición de Petróleos de Venezuela en colaboración con la Academia Nacional de la Historia Caracas: Venezuela, tomo I.
Vergara y Velasco, Francisco Javier (1960).1818 Guerra de Independencia. Bogotá: Editorial Nelly.

sábado, 27 de marzo de 2021

¿DE VANDERS A BANDRÉS?

Carlos A. López Garcés

Cronista de Orituco

 

            El apellido Bandres (sin acento) está muy difundido en el municipio José Tadeo Monagas del estado Guárico, sobre todo en las parroquias Altagracia de Orituco y San Francisco de Macaira. Su existencia data desde los tiempos coloniales orituqueños, aunque parece ser consecuencia de cambios en la pronunciación del original que causaron una escritura modificada, de lo cual habrían resultado otros más, tales como Bandrés (con tilde) y Bandes. Esta conjetura surge porque el Obispo Mariano Martí, en el transcurso de su visita pastoral a Altagracia de Orituco en marzo de 1783, observó que “El libro parroquial más antiguo tiene por partida la de un bautismo del día primero de mayo de 1704, firmada por don Jacinto Bandres”(1). Debe decirse que el nombre correcto de aquel presbítero era “Jacintho Vanders” (con V); así lo evidencian diversas partidas de bautismo suscritas por él, como las dos siguientes que son ilustrativas: 

“A 23 de Febᵒ de 1703 yo el [L]izᵈᵒ Jacintho Vanders con lizᵃ del Cura deste dho partido de sⁿ Miguel de Orituco Baptise puse oleo y Chrisma y di Bendiciones [roto] Baptista hijo lexítimo de Luis Hilario y de Franᶜᵃ [roto]ta Poblacion de nra ssᵃ de Altagᵃ fueron sus Padr[inos] Domingo de Silva y Juᵃ Dorotea todos de dha Poblacion y pᵃ qᵒ conSte lo firme [/] Jacintho Vanders”(2).

[…]

“[Al margen: Juᵃ Baptista] en 24 de Octubre año de 1705 Baptise Sub Conditiones puse oleo y Chrisma y di Bendiciones con lizᵃ del ss Cura Dⁿ Juⁿ de Barnuebo de la feligrecia de Sⁿ Miguel a Juᵃ Baptista hija lexitima de Franᵒ tunagua y de Dominga negra esclava de dho S cura fueron sus Padrinos Garcia [sic] y Cathalina Su mujer negros esclavos de Dᵃ Ysabel de Laya y pʳ qᵒ conste lo firme ut supra₌ [/] Jacintho Vanders”(3).

Es oportuno añadir que el padre Jacinto no era el único con ese apelativo en tierras  orituqueñas de los días del coloniaje, pues en el valle de San Miguel del Rosario había por lo menos tres personas más hacia las últimas décadas del siglo XVII y las primeras del XVIII, a las cuales identificaban indistintamente con los apellidos Vandes o Vanders cuyos nombres eran Fernando, Francisco y Lorenzo, de quienes se ignora el grado de parentesco entre ellos y con aquel sacerdote(4); además, estaba don Juan Calixto Banders (con B), el que fue citado como propietario de esclavos en los años de 1764 a 1772(5) y cuyo vínculo familiar con el cura y las otras personas antes mencionadas es desconocido también.

 

Altagracia de Orituco, marzo de 2021.

 

domingo, 20 de diciembre de 2020

CURAS ESCLAVISTAS EN ORITUCO

                               Carlos A. López Garcés (Cronista Municipal de Orituco)      


La intensa e indoblegable actividad ideologizante de la Iglesia Católica fue un factor propiciatorio de trascendental importancia para la consolidación del dominio colonial español en territorio venezolano, lo cual ocurrió mediante la aplicación de principios económicos, políticos, sociales, culturales y de otras naturalezas de carácter europeo, entre los cuales estaba la esclavitud como fuerza de trabajo principal, cuyo aprovechamiento era eclesiásticamente permitido a los sacerdotes y a ciertos feligreses como un recurso de relación laboral. Esta afirmación puede ser ilustrada con los casos de algunos curas del valle de San Miguel del Rosario y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia, quienes eran dueños de esclavos cuando ejercían su presbiterado en estas comunidades orituqueñas; el cuadro siguiente es demostrativo:  

Curas propietarios

Esclavos

Años

 

 

1692*

Lic. don Juan de Barnuevo

Dominga: negra

1695

 

 

1705*

 

Salvador (y su hija Inocencia): mulato

1698

 

Juan Alonso: negro

1718

 

 

1729

 

Vicente: moreno

1729

Lic. don Juan Vicente de Ortuño

Antonio

1729

 

Andrea Cayetana

1729

 

 

1730

 

Julián Francisco

1730

 

Antonia y su hijo Alejo

1734(1)

 

María Martina

1756(2)

Lic. don Nicolás de Ledezma

Juan Blas

1756(3)

 

Luisa Germana: morena

1759(4)

 

Luisa Ledezma

1760(5)

 

Martina

1761(6)

 

Juan Gregorio Betancourt

1783

 

Josefa Micaela Betancourt

1783

Dr. don Gregorio Martín

Francisco Josef Betancourt

1784

Betancourt y Berdugo [sic]

Rafaela Micaela Betancourt

1784

 

Marta Micaela Betancourt

1784

 

Rosalía Micaela Betancourt

1784(7)

 

Antonia Micaela Betancourt

1790(8)

 

Br. don Sebastián Bueno

Patricia e “hijita”

Rafael: “esclavito”

María Petrona Infante

1794(9)

1795(10)

1796(11)

Don Bruno Infante

Lorenzo

1805(12)

 

Don Justo Antonio Funes

Anastasia

1812(13)

1815(14)

 

María Etanislao [sic]

1819(15)

               Estos religiosos no fueron los únicos sacerdotes que tuvieron esclavos en suelo orituquense, como lo muestran varios ejemplos citados a continuación. Uno fue el del licenciado don Amaro Juan Sarmiento, quien fungía de Vicario de San Sebastián de los Reyes en 1726; él tenía en Altagracia al esclavo Nicolás Antonio de la Candelaria en 1732(16). Otro caso fue el del reverenciable bachiller don Juan Infante, quien era nativo de San Rafael de Orituco, donde ejerció su curato de 1752 a 1760(17); él era amo de Antonio Infante, su mujer Rita, Antolino Infante y de Caridad Infante en 1758 y 1759(18); igualmente lo era de la negra María Francisca en 1763 y de los morenos Tomás Joseph  Loreto en 1764, Josepha Lucía en 1765, Pedro Beomont en 1771(19) y de veinte esclavos que poseía en 1772(20), así como el doctor José Manuel Belisario, párroco de la feligresía sanrafaelina, tenía cinco esclavos en su casa en 1764(21). Además, el presbítero Andrés Manuel de Ochoa era propietario de una hacienda de cacao con esclavos en San Rafael de Orituco en septiembre de 1743, la cual había comprado a don Tomás Loreto Navarro(22); entre sus esclavizados estaban Bárbara Candelaria en 1756 y el mulato Vicente Ferrer en 1759(23), cuando el padre Ochoa tenía 13 esclavos(24). Por su parte, el licenciado don Pedro Pablo Garabán era poseedor de la morena Juana Garabán en 1756, del zambo Nicolás Pulicarpio [sic] Herrera y de Juana Asensía [sic] en 1759, de la morena María Josepha en 1760 y de la negra Juana en 1761(25); por las suyas, el clérigo don Juan Crisóstomo Lander, cura propio de los sanrafaelinos, compró un niño esclavo criollo de nombre Bernabé, de diez a once años de edad, a Manuel Infante en marzo de 1794(26) y Miguel Velásquez vendió su párvulo esclavo llamado Josef del Rosario, “un zambito” de cinco años de existencia, al padre don Felipe de Jesús Marrero de aquella parroquia orituqueña, en enero de 1805(27).

                También es pertinente mencionar a tres religiosos esclavistas del pueblo San Francisco Javier de Lezama. En primer lugar: al licenciado don Joseph Romualdo Leal, dueño de la morena Juana Francisca en 1740(28), de los negros Miguel Blanco, Juan Vicente, Gregorio y Joseph en 1747, de las negras María Josepha y Josepha ese mismo año 1747(29) y de la hacienda Tocoragua, con sus esclavos incluidos, en 1751 cuando vendió esa finca a don Luis Joseph Pérez y a su esposa(30). De segundo: a don Alonso Blanco, amo de Joseph Romualdo Sotomayor en 1786 y 1791, de Rosa María de la Concepción y Feliciano Soler en 1791(31). De tercero: al bachiller don José Calixto Morín Flores, cura propio doctrinero de dicha parroquia lezamense, quien declaró en su testamento, hecho el 12 de febrero de 1806, que era propietario de los once esclavos mencionados seguidamente en dos grupos:

“Color”

Nombre

Edad (años)

 

Josefa Benedicta

30

 

María Rafaela

18

 

Juan Manuel

18-20

Mulatos

Ramón

14-15

 

María de los Santos

14-15

 

Alejos

10-11

 

Francisco Leandro

8-10

 

Juan Simón

5-6

 

Juan José

19-20

Zambos

Juan de la Cruz

12-13

 

Pantaleón

       12-13(32)

 

        Es interesante recordar que la esclavitud era una condición social instituida gubernamentalmente y ajustada a normas legales rigurosas, que, al parecer, era considerada por sus defensores como un hecho normal, aceptado y practicado ordinariamente en la sociedad colonial y en la de las primeras décadas republicanas, aun cuando circulaban con frecuencia importantes planteamientos antiesclavistas, gracias a la perseverancia de quienes luchaban por abolir ese estado de sumisión infrahumano. Quizás, una suma de aquellos elementos de legalidad y de normalidad motivaba a los curas para que afirmaran su reconocimiento a esa condición de sacerdote esclavista, sin impedimentos de ningún tipo, cuando efectuaban los respectivos registros bautismales u otros, como, por ejemplo, en estos casos de San Miguel, Lezama y Altagracia (en los tiempos independentistas) citados de inmediato:

                       “Ynocencia [sic]. Viernes diez y siete de febrero del año de mil seiscientos y noventa y ocho. Yo,          Nicolás                 de Ávila, cura capellán del partido de Orituco Bajo, Guaya y Palmas, con licencia del señor cura               de esta                 Vicefeligresía, baptize [sic], puse óleo y crisma y di bendiciones a Ynocencia [sic], hija legítima                de Salvador, mulato esclavo del licenciado don Juan de Barnuevo, y de Francisca, de 2 años. Fue su               padrino: Matheo de Laya y Gámiz. Y para que conste lo firmé ut supra. [/] Nicolás de Ávila”(33).

[…]

                        “Juana Baptista [sic]. En 24 de octubre, año de 1705, baptise [sic] sub conditiones [sic],              puse óleo y crisma y di bendiciones con licencia del señor cura don Juan de Barnuevo, de la              feligresía de San Miguel, a Juana Baptista [sic], hija legítima de Francisco Tunagua y de   Dominga, negra               esclava de dicho señor cura. Fueron sus padrinos: García [sic] y Catalina, su mujer, negros esclavos        de doña Ysabel [sic] de Laya. Y porque conste lo firmé ut supra. [/] Jacintho Vanders”(34).  

[…]

                       “[En q]uince de febrero de mil setecientos y cuarenta años. Yo, Joseph Romualdo Leal, con la                                 [licenci]a debida en vacante de cura de este pueblo [de S]an Francisco Javier de Lizama [sic], habiendo                    administrado [los] santos sacramentos de la penitencia, eucaristía y ex[trema]unción a Juana                Francisca, morena, mi esclava [roto] mujer de Joseph Gregorio, también moreno…” [Texto incompleto por daños de la fuente](35).    

[…]

                               “En ocho días del mes de agosto de mil septecientos [sic] noventa y uno, bauticé          solemnemente, puse óleo y crisma y di bendiciones a María Merced, párvula que nació el día 20 de julio, hija legítima de Juan Ysidro [sic] Palacio y Juana Rita Escalante, pardos, vecinos. Fueron sus       padrinos: Joseph Romualdo y Rosa María de la Concepción, esclavos del padre Blanco, a quienes       advertí del parentesco y demás obligaciones. Doy fe. Ut supra. /Bachiller Joseph Calisto [sic]                 Morín”(36).

[…]

                               “En nueve de septiembre de mil ochocientos quince. Yo, el infrascripto cura interino de            esta parroquial de Nuestra Señora de Altagracia de Orituco, bauticé solemnemente, puse santo óleo y       crisma y di bendiciones, según el ritual romano, a un parvulito, mi esclavo, de cuatro días de nacido, a      quien puse por nombre Joseph de la Rosa de la Trinidad, hijo natural de Anastasia, mi esclava. Fue su padrino: don Filisberto [sic] Funes, a quien advertí el parentesco y obligación de que certifico. /Justo          Antonio Funes”(37).

                A los ejemplos de los párrafos anteriores puede añadirse el del clérigo José Vicente González Díaz, “venerable cura interino” del pueblo altagraciano, quien tenía convenida la venta de los esposos Martín Porras e Isabel Ochoa, esclavos suyos, con el señor Cosme Delgado en junio de 1831(38); puede agregarse asimismo el del presbítero Bartolomé María Campos, Vicario del cantón Orituco, quien vendió su esclava Eleuteria a José María Poleo y este la revendió al señor Ildefonso Escalona en San Rafael de Orituco en junio de 1846(39); aquel padre Campos había sido el antiguo amo de la criada Teresa, cuando esta fue vendida por su  dueño siguiente a la señora Abelarda Machado en San Rafael en junio de 1847(40). Eran días republicanos cuando la Iglesia mantenía su invariable criterio de tiempos coloniales con respecto a los sacerdotes esclavistas y a la esclavización en general.

                Es factible concluir diciendo que las evidencias precedentes indican, por sí solas, que la moralidad católica no sancionaba la esclavitud ni siquiera la practicada por los curas, porque, probablemente, hacerlo denotaba que era una contradicción de la Iglesia consigo misma, debido a que ese medio de relación laboral formaba parte de la dinámica de una sociedad saturada de prejuicios discriminatorios, en cuya formación y consolidación había participado significativamente dicha institución eclesiástica, la cual reconocía a los esclavos como seres inferiores, tanto que los registros de bautismos, matrimonios y defunciones de ellos los hacía en libros específicos, donde eran incluidos los negros, mulatos, zambos, mestizos, indios y demás gente calificada de baja calidad, para diferenciarlos de los blancos o españoles que eran considerados seres superiores y registrados en libros aparte, según lo prueban testimonios dejados por los propios sacerdotes en esas escrituras(41).

REFERENCIAS Y NOTAS

* Es pertinente decir que en 1692 no había surgido aún el pueblo Nuestra Señora de Altagracia. El padre Juan de Barnuevo atendía entonces a los feligreses del valle de San Miguel, entre quienes estaba el grupo de guaiqueríes con el cual fue constituida en 1694 una comunidad precursora del pueblo altagraciano, que siguió siendo atendida por el cura Barnuevo, tal vez hasta 1703 o 1704, cuando esa población ya tenía identidad católica de índole doctrinal y ese sacerdote fue sustituido por el presbítero Jacinto Vanders, aunque continuó como capellán de los sanmiguelinos hasta 1716.

(1) A.P.N.S.A: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de         Altagracia, 1677-1744.

(2) A.P.S.R.A.: Libro de bautismos de San Rafael de Orituco, 1755-1761, f. 10 v.

(3) IBÍDEM: f. 129 v.

(4) IBÍDEM: f. 35.

(5) IBÍDEM: f. 52.

(6) IBÍDEM: f. 65 v.

(7) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de Altagracia de Orituco, 1783-1787.

(8) IBÍDEM: 1789-1797. 

(9) R.I.M.M.G.E.G.: Venta de la esclava Patricia y su hijita, de don Juan Gutiérrez y don Pedro Infante al bachiller don Sebastián Bueno, cura de Altagracia. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción de testamentos, escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793, f. 40 v. a 43.

(10) IBÍDEM: Recibo de alcabala por venta del “esclavito” Rafael, de don Juan Lorenzo Velásquez al presbítero Sebastián Bueno, cura de Altagracia. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción de testamentos, escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793, f. 88.

(11) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de Altagracia de Orituco, 1783-1787.

(12) IBÍDEM: 1799-1810.

(13) IBÍDEM: 1810-1824, f. 27 v

(14) IBÍDEM: f. 70 v.

(15) IBÍDEM: f. 240.

(16) IBÍDEM: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia, 1677-1744.

(17) CHACÍN SOTO: 1972, p. 7 (trabajo mecanográfico).

(18) A.A.C.: Matrículas parroquiales, San Rafael de Orituco, carpeta N° 37.

(19) A.P.N.S.A: Libro de bautismos de Altagracia de Orituco, 1760-1780.

(20) A.A.C.: Matrículas parroquiales, San Rafael de Orituco, carpeta N° 37.

(21) IBÍDEM. 

(22) R.I.M.M.G.E.G.: Reconocimiento de un censo redimible a favor de las monjas Concepciones, hecho por el presbítero don Andrés Manuel de Ochoa. Caracas, septiembre de 1743. Bloque N° 44, año 1843. (Copia expedida en Caracas, 17 de septiembre de 1842).

(23) A.P.S.R.A.: Libro de bautismos de San Rafael de Orituco, 1755-1761, f. 40, 45.

(24) A.A.C.: Matrículas parroquiales, San Rafael de Orituco, carpeta N° 37.

(25) A.P.S.R.A.: Libro de bautismos de San Rafael de Orituco, 1755-1761, f. 34 v., 47 v., 48, 65, 127, 136.

(26) R.I.M.M.G.E.G.: Venta del párvulo esclavo Bernabé, de Manuel Infante al clérigo don Juan Crisóstomo Lander, cura de San Rafael de Orituco. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción de testamentos, escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793, f. 37 v. a 40 v.

(27) IBÍDEM: Venta del párvulo esclavo Josef del Rosario, de Miguel Velásquez al presbítero don Felipe de Jesús Marrero, cura de San Rafael de Orituco. Sitio de La Salineta, valle de Orituco, 14 de enero de 1805. Bloque N° 23, año 1805. Registro de Instrumentos Públicos para el año de 1805, f. 1 a 2. 

(28) A.P.L.: Libro de bautismos de Lezama, 1740. 

(29) IBÍDEM: Partida de matrimonio de Miguel Blanco y Josepha, 1747 (en Libro de bautismos de Lezama, 1740-1794)

                Observación. Este libro de bautizos contiene partidas de matrimonios y de defunciones, que no           fueron dañadas por la acción del tiempo; con ellas fue formado un solo texto de registros parroquiales      del lapso predicho.

(30) ESCALA MUÑOZ y FERNÁNDEZ VILLEGAS: 2005, pp. 24, 27.

(31) A.P.L.: Libro de bautismos de Lezama, 1786, 1791. 

(32) R.I.M.M.G.E. G.: Testamento del presbítero bachiller don José Calixto Morín Flores. San Francisco Javier de Lezama, 12 de febrero de 1806. Bloque N° 25, año 1807.

(33) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco, 1698, f. 18. 

(34) IBÍDEM: 1705, f. 25.

(35) A.P.L.: Libro de bautismos de Lezama, 1740-1794.

                Observación.  La ortografía fue actualizada y las abreviaturas fueron desarrolladas.

(36) IBÍDEM: 1783-1794, f. 145 v.

(37) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de Altagracia de Orituco, 1810-1824, f. 70 v. 

(38) R.I.M.M.G.E. G.: Convenio de compraventa de esposos esclavos del presbítero José Vicente González Díaz al señor Cosme Delgado. Altagracia de Orituco, 14 de junio de 1831. Bloque N° 34, año 1832.   

(39) IBÍDEM: Venta de la esclava Eleuteria, de José María Poleo a Ildefonso Escalona. San Rafael de Orituco, 4 de junio de 1846. Bloque N° 47, año 1846.  

(40) IBÍDEM: Venta de la criada Teresa a Abelarda Machado. San Rafael de Orituco, 14 de junio de 1847. Bloque N° 58, año 1847.  

(41) A.P.N.S.A.: Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de Altagracia, 1676-1744. IBÍDEM: Libros de bautismos, matrimonios, defunciones y otros asuntos de Altagracia de Orituco, 1726-1810. IBÍDEM: Libro de bautismos de Altagracia de Orituco, 1767-1768. A.P.S.R.A.: Libro de bautismos de San Rafael de Orituco, años 1755-1761, f. 67.


FUENTES

I.- Documentales

ARCHIVO ARQUIDIOCESANO DE CARACAS (A.A.C.). Caracas.

         Matrículas parroquiales. San Rafael de Orituco. Carpeta N° 37.

ARCHIVO DE LA PARROQUIA NUESTRA SEÑORA DE ALTAGRACIA (A.P.N.S.A.).  Altagracia de Orituco, estado Guárico.

                Libro de bautismos de San Miguel del Rosario de Orituco y del pueblo Nuestra Señora de       Altagracia, años 1676 a 1744.

            Libros de bautismos, matrimonios, defunciones y otros asuntos de Altagracia de Orituco, años            1726 a 1824.

ARCHIVO DE LA PARROQUIA SAN FRANCISCO JAVIER DE LEZAMA (A.P.L.). Lezama de Orituco, estado Guárico.

                Libros de bautismos de Lezama, 1740-1794.

                Partida de matrimonio de Miguel Blanco y Josepha, 1747 (en Libro de bautismos de Lezama, 1740-       1794).

ARCHIVO DE LA PARROQUIA SAN RAFAEL ARCÁNGEL (A.P.S.R.A.). San Rafael de Orituco, estado Guárico.

                Libro de bautismos de San Rafael de Orituco, 1755-1761.

REGISTRO INMOBILIARIO DE LOS MUNICIPIOS JOSÉ TADEO MONAGAS Y SAN JOSÉ DE GUARIBE (R.I.M.M.G.E.G.). Altagracia de Orituco, estado Guárico.

                Convenio de compraventa de esposos esclavos del presbítero José Vicente González Díaz al señor      Cosme Delgado. Altagracia de Orituco, 14 de junio de 1831. Bloque N° 34, año 1832.  

                Recibo de alcabala por venta del “esclavito” Rafael, de don Juan Lorenzo Velásquez al presbítero         Sebastián Bueno, cura de Altagracia. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción de     testamentos, escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793.

            Reconocimiento de un censo redimible a favor de las monjas Concepciones, hecho       por el presbítero don Andrés Manuel de Ochoa. Caracas, septiembre de 1743.       Bloque N° 44, año      1843. (Copia expedida en Caracas, 17 de septiembre de 1842).

            Testamento del presbítero bachiller don José Calixto Morín Flores. San Francisco Javier de      Lezama, 12 de febrero de 1806. Bloque N° 25, año 1807.

            Venta de la criada Teresa a Abelarda Machado. San Rafael de Orituco, 14 de junio de 1847. Bloque N°                58, año 1847. 

                Venta de la esclava Eleuteria, de José María Poleo a Ildefonso Escalona. San Rafael de Orituco, 4 de    junio de 1846. Bloque N° 47, año 1846.  

                Venta de la esclava Patricia y su hijita, de don Juan Gutiérrez y don Pedro Infante al bachiller don         Sebastián Bueno, cura de Altagracia de Orituco. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción    de testamentos, escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793.

                Venta del párvulo esclavo Bernabé, de Manuel Infante al clérigo don Juan Crisóstomo Lander, cura de              San Rafael de Orituco. Bloque N° 17, años 1793-1794. Registro de instrucción de testamentos,        escrituras y poderes relativos a la testamentaria de don Feliciano Martínez, 1793.

                Venta del párvulo esclavo Josef del Rosario, de Miguel Velásquez al presbítero don Felipe de Jesús     Marrero, cura de San Rafael de Orituco. Sitio de La Salineta, valle de Orituco, 14 de enero de 1805.    Bloque N° 23, año 1805. Registro de Instrumentos Públicos, 1805. 

II.- Bibliográficas

ACOSTA SAIGNES, Miguel. Vida de los esclavos negros en Venezuela. Prólogo de Roger Bastide. Caracas. Ediciones Hespérides, 1967.

BRITO FIGUEROA, Federico. El problema tierra y esclavos en la historia de Venezuela. Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. Colección Historia XIV. Segunda edición, 1985.

BRITO FIGUEROA, Federico. Historia económica y social de Venezuela. Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. Colección Historia III. Cuarta edición, t. I, 1979.

ESCALA MUÑOZ, Zouleyma y FERNÁNDEZ VILLEGAS, Rafael V. Los Negros Kimbánganos. Una fiesta de San Juan en Lezama. Caracas. Editado por YPergas. 2005.

SALCEDO BASTARDO, J.L. Historia fundamental de Venezuela. Caracas. Ediciones de la Biblioteca de la Universidad Central de Venezuela. Colección Historia I. Novena edición, 1982.

III. Hemerográficas

CHACÍN SOTO, Rafael. “Breves noticias  de San Rafael de Orituco”. Inédito. (Trabajo mecanográfico en hojas sueltas, 1972).

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.