jueves, 29 de agosto de 2013

UN COMBATE EN ORITUCO DE 1814



Carlos A. López Garcés
Cronista de Altagracia de Orituco

Resumen de la ponencia que fue expuesta en el IX Encuentro de Cronistas, Historiadores e Investigadores, celebrado en Ortiz, el sábado 24-08-2013

San Francisco Javier de Lezama es un pueblo que data de los tiempos de la hegemonía colonial española, con trescientos veinticinco años de existencia; está ubicado en el extremo nor-oriental del estado Guárico, a orillas del río Orituco, en cuya jurisdicción ocurrió la llamada Batalla de Lezama durante la Guerra de Independencia y de la cual se cumplirán doscientos años el 14 de marzo de 2014.

Pocas son las informaciones conocidas acerca de aquel conmovedor encuentro bélico, que es de especial interés historiográfico para las localidades orituqueñas; sin embargo, esas mismas noticias, aunque contienen ciertas contradicciones, son suficientes para  concretar la posibilidad de un acercamiento a esa acción libertadora.

Las fuerzas realistas dirigidas aterradoramente por el general José Tomás Boves, representadas  en Orituco por el coronel Francisco Rosete, había motivado a los patriotas orituquenses para abandonar sus comunidades desde mediados de enero de 1814. El territorio orituqueño le sirvió a los bovistas como centro de operaciones, desde donde invadieron los valles del Tuy. No obstante, su organización era conocida por el ejército de los independentistas orientales comandados por el general en jefe Santiago Mariño, quien marchaba hacia el centro de Venezuela en auxilio de las tropas dirigidas por Simón Bolívar, que enfrentaban desventajosas a las de Boves.

Mariño había dispuesto que el primer batallón de línea de Cumaná, con el escuadrón número 6, a las órdenes del coronel Mayor General Juan Manuel Valdés, le hiciera seguimiento cercano a las milicias enemigas, con el fin de procurar la liberación de los pueblos de Orituco, lo que permitió avanzar hasta Lezama, donde, el 14 de marzo, combatieron exitosamente contra los defensores del rey que custodiaban los pueblos orituqueños. Las fuerzas republicanas habrían avanzado por el camino que enlazaba a Chaguaramas con Orituco; se enfrentaron a las defensas realistas a legua y media de Lezama, acaso en el sitio de San Andrés o en sus cercanías; este lugar aún perdura y está ubicado justamente a esa distancia y al sur de aquel pueblo.

Las características del terreno no permitieron formar la línea de batalla; por  esto fue escasa, pero suficiente, la cantidad de soldados patriotas, formada por algunos carabineros y la compañía de granaderos, para derrotar en hora y media a los realistas, cuyas pérdidas arrojaron un saldo de más de cien cadáveres en el lugar de combate, un gran número de heridos, varios prisioneros, algunas armas, una caja de guerra y la fuga de los restantes.

No hay datos confiables acerca de supuestas bajas en el bando republicano;  tampoco los hay sobre la identidad del jefe realista que comandaba las tropas derrotadas. Algunos mencionaron equivocadamente a Sebastián de la Calzada, porque, para el momento de la Batalla de Lezama, este realista ejecutaba el sitio de la ciudad de San Carlos, entre el 12 y el 17 de marzo de aquel año. Otros señalaron a Francisco Rosete, lo cual está en duda, pues este personaje cumplía la misión de atacar a los valles del Tuy, que le había asignado su máximo jefe, el general José Tomás Boves.

La Batalla de Lezama habría significado un triunfo alentador para las fuerzas patriotas en aquellos días terribles de la Guerra a Muerte, cuando las tropas realistas comandadas por el general José Tomás Boves dominaban sin piedad el escenario bélico.  El entusiasmo causado por aquel triunfo fue de poca duración, porque los partidarios del rey reconquistaron los pueblos de Orituco, motivados por la victoria de Boves en La Puerta, el 15 de junio de 1814.

Es pertinente decir que en este trabajo es utilizada la denominación Batalla de Lezama porque así está identificada esta acción militar en uno de los monolitos construidos en homenaje a los próceres de la independencia venezolana, ubicados frente al Fuerte Tiuna, en Caracas. No obstante, debe aclararse que algunas personas prefieren hablar de Combate de Lezama, quizás apelando a una diferencia sustantiva, según la cual lo acontecido entonces no fue una “serie de combates”, que por definición académica es característico de una batalla, amén de otros factores, sino un combate solamente. Esta apreciación parece tener fundamento, máxime cuando, con fecha en Orituco del 20 de marzo de 1814, Ramón Machado, Secretario de Guerra a la orden del patriota coronel Valdés, escribió lo siguiente refiriéndose a aquel suceso heroico: “No entraron en la acción por nuestra parte más que algunos carabineros y la compañía de granaderos, por no permitir la localidad del terreno formar la línea de batalla…”(1)



(1)   Extracto de la ponencia “Algunas noticias de interés para estudiar la Batalla de Lezama”, expuesta en el IX Encuentro de Cronistas, Historiadores e Investigadores, celebrado en Ortiz el sábado 24 de agosto de 2013.



martes, 27 de agosto de 2013

BIBLIOGRAFÍA GUARIQUEÑA 2



Jeroh Juan Montilla 


Cada cabeza es un mundo, de Felipe Rodríguez. Editado por el Sistema Nacional de Imprentas Guárico. San Juan de los Morros, 2012.


En la historia de la literatura norteamericana existió un poeta singular, Edgar Lee Masters (1868-1950). En vida publicó muchos libros de poesía, teatro, biografías y ensayos (cerca de 90 publicaciones), prolífico escritor del medio oeste, sin embargo realmente Masters solo es conocido por uno de sus libros, el poemario  llamado Antología de Spoon River, publicado en 1915. Se dice que su tenaz tendencia hacia el fracaso literario lo hizo un hombre amargado de por vida. Este poemario es tan magistral que es imprescindible en cualquier antología de poesía norteamericana que se precie de seria o justa. El poemario está constituido por 244 poemas que son, dentro del juego ficcional del poeta, 244 epitafios particulares de 244 difuntos imaginarios del mítico pueblo Spoon River. Cada poema epitafio habla, breve pero certeramente, de un aspecto decisivo de lo que fue la vida del carnicero, el sastre, el juez, el maestro, el suicida, la campesina, el pescador, el amante, el solitario, etc., etc. Es la crónica obituaria más espectacular que se haya escrito. Como siempre la realidad y la literatura tienden a imitarse, a confundir sus fronteras y personajes. Felipe Rodríguez es un poeta emblemático, un personaje real e imaginario de este pueblo San Juan de los Morros. Felipe es particular, siempre lo he considerado nuestro  Edgar Lee Masters sanjuanero ya que tiene cierto parecido con este poeta. Felipe es fiel a una costumbre, cada vez que alguien muere, sea humilde o potentado, nuestro poeta sigue el féretro hasta el cementerio y al momento de la sepultura pide un permiso para leer un poema, inspirado o escrito en la caminata, canto fúnebre que cubre de ternura y poesía lo triste del momento. Estos no son fallecidos imaginarios, son reales y en este rincón del país un hombre solitario sabe hacer del poema un oficio de consuelo. Siempre le he dicho a Felipe que tiene que publicar esos poemas, él me mira con su mansedumbre de siempre y sonriendo me habla de gente que le ha comentado jocosamente su fiel costumbre de homenajear a los difuntos.
Hago todo el preámbulo anterior para hablar de una de las últimas publicaciones de Felipe Rodríguez, el poemario Cada cabeza es un mundo. El refrán o el lugar común son el pan de nuestras vidas, la herramienta filosófica para enfrentar con sencillez lo complejo de la vida. Si cada cabeza es un mundo entonces actualmente hay más de 7.000 millones de mundos sobre la Tierra, porque una cosa es un mundo y otra el planeta. Esto explica indudablemente nuestro insobornable desacuerdo colectivo. Felipe es un declamador nato y como todo oficiante de este recitado popular le encanta la melosidad de la rima conveniente o inconveniente, es capaz de arrimar desde temas a imágenes que se desconocen unas a las otras pero que en texto de Felipe alcanzan, según la poeta Tibisay Vargas Rojas, el logro de las enigmáticas cuartetas de Nostradamus. Tal vez un desconocido y alucinado Dios escogió la boca de Felipe para hablarnos a ratos a los distantes y distraídos sanjuaneros. Felipe Rodríguez sabe como nadie que el desacuerdo parece ser el verdadero motor de la vida de los pueblos y sus historias. Si la memoria no me falla creo que el libro inicial de Felipe fue Pueblo chiquito, infierno grande,  la discordia y el lugar común como ejes de la escritura. En este poemario Felipe Rodríguez le canta a todo, a cada cabeza viviente o fallecida, al pueblo de Las Mercedes del Llano, a Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, a la malograda esposa del Libertador, al Gobernador William Lara, a Simón Díaz, al poeta Próspero Infante, al boquerón de El Castrero, a la Virgen de La Caridad, etc., etc. Finalizo esta breve nota con una de sus misteriosas cuartetas y el reto de que alguien la descifre: Cada cabeza lo es un mundo/ suden piénsenlo donde sea/ planeta tierra en rumbo/ lean para que vean.

Cada cabeza es un mundo, de Felipe Rodríguez. Editado por el Sistema Nacional de Imprentas Guárico. San Juan de los Morros, 2012. Prólogo del licenciado Ramón Figueroa. 61 páginas.

BIBLIOGRAFÍA GUARIQUEÑA 1

Jeroh Montilla

Calles, sitios y aleros de Altagracia de Orituco, autor Pedro Natalio Arévalo. Ediciones del Sistema Nacional de Imprentas Guárico. (2012) San Juan de los Morros.

Que es un pueblo o una ciudad sino un pequeño o enorme cesto de manzanas. ¿Cuantas manzanas tiene su ciudad? Desde niño me ha intrigado esa expresión para denominar esas cuadriculas regulares o irregulares que como células o neuronas forman el cuerpo de esos sitios de amores y desamores, glorias y picardías, imaginaciones, crueldades y ternuras, verdades y mentiras. Según algunos la expresión manzana como conjunto de casas rodeadas de cuatro calles es de origen español, originaria del siglo XVII y de antecedente francés. Recuerdo mi primeras correrias de niño en darle la vuelta a la manzana. Todos esos recuerdos me asaltan hojeando este libro del señor Pedro Natalio Arévalo sobre Altagracia de Orituco donde este nos asoma a la historia menuda y oculta de muchas calles, callejas y callejones de este pueblo de la región guariqueña de Orituco. Un pasado que el moho sucesivo del tiempo cubre sin misericordia, pero que el empeño de hombres amantes del pasado se empeña en mantener vigente en los vericuetos esquivos de la memoria popular. Sus páginas están magnificamente precedidas por textos explicativos y prologantes del escritor Ramón Alberto Mirabal Zapata y el cronista Luis López Garcés. La edición la realizó el Sistema Nacional de Imprentas Guárico dirigido acertadamente por el poeta y docente Salvador Lara. Recomendable su lectura.

lunes, 26 de agosto de 2013

REALIZADO EXITOSAMENTE IX ENCUENTRO DE CRONISTAS EN ORTIZ



El sábado 24 de agosto del año en curso se realizó en IX encuentro de Cronistas, Historiadores e Investigadores en Ortiz con la participación de un gran número de ponentes. En  el encuentro, que ya se institucionalizado `porque se realiza anualmente, se abordaron diferentes temas de la historia regional guariqueña y nacional, y el mismo se efectuó en el Complejo Cultural “Dr. Juan Germán Roscio Nieves”.

El acto fue inaugurado por el profesor Fernando Rodriguez, quien agradeció a los ponentes y público presente el apoyo que brindan  a esta actividad cultural que mantiene viva la historia regional.
Entre otros hicieron acto de presencia y participaron con exposiciones  Felipe Hernández, cronista de Valle de la Pascua; Ferrnando Aular y su señora esposa; Edgardo Malaspina, cronista de Las Mercedes del Llano; Félix Lugo, cronista de El Sombrero; Argenis Ranuarez, cronista de San Juan de los Morros; Reinaldo Peña; Salvador Lara de la Plataforma Cultural; Ubaldo Pérez ,Eduardo López Sandoval y  José Silva Agudelo, cronistas de Calabozo; Carmen Sierra y Carlos López Garcés, cronista de Altagracia de Orituco.

En el marco del encuentro se inauguró una exposición pictórica del artista plástico Guaicaipuro Velásquez en la Casa de la Cultura Luis Acosta Rodriguez.
 El evento cultural finalizó en horas de la noche con la escenificación de una obra teatral al aire libre, en los alrededores de la iglesia Santa Rosa de Lima de Ortiz, basada en la novela de Miguel Otero Silva Casas Muertas.

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.