miércoles, 22 de abril de 2009

EN LOS ZARZALES DE MI VIDA*

Jeroh Juan Montilla

El Término Ariel fue un símbolo que motivó muchas iniciativas intelectuales en el panorama latinoamericano de finales del siglo XIX y principios del XX. Famoso es el breve ensayo “Ariel”, publicado en 1900 y escrito por el uruguayo José Enrique Rodó. Este pequeño libro fue un poderoso texto dirigido a la juventud de aquellos tiempos. Sus líneas están dedicadas a estimular la conciencia juvenil frente a los problemas e intereses de Latinoamérica, a través de una serie de valores éticos sustentados en un humanismo de tintes clásicos. Es la voz de un maestro que apoya sus sentencias en la imagen de un ser ultraterreno, la sílfide, el genio que aconseja al personaje Próspero en la última obra teatral de Shakespeare, “La Tempestad”.

Ariel, para las primeras décadas del siglo XX, fue el libro de cabecera de infinidad de jóvenes e intelectuales venezolanos. Uno de esos jóvenes ilustrados, en nuestros predios locales de Aragua y Guárico, fue para los años veinte Daniel Scott. Inquieto, crítico, pero de mucha inteligencia para hacer oír su voz dentro del concierto represivo del gomecismo. Scott al igual que muchos intelectuales representativos formó, a su manera, parte de la gran pléyade intelectual que estuvo cercana al gomecismo. El día 5 de febrero en San Juan de los Morros edita por primera vez el periódico Ariel, respondiendo así a la fuerza de la moda intelectual sustentada en el naciente latinoamericanismo, un periodismo idealista pero espejo fiel de la realidad local expresada en las preocupaciones y anhelos ciudadanos.


Hacia 1926 en Caracas, Daniel Scott edita el libro "En los zarzales de mi vida” interesante compendio de muchos artículos publicados en Ariel, que por cierto primero apareció como quincenario y luego semanario. Este texto contiene editoriales, cartas al director, notas breves sobre la actividad de conocidos poetas, escritores, políticos y militares locales y nacionales. También artículos sobre aspectos de la vida pública y el pasaje de Villa de Cura y San Juan de los Morros.


Los artículos publicados por Daniel Scott en Ariel fueron firmados con el seudónimo de Sagitario. Símbolo mitológico de una palabra penetrante y franca. Realmente leer y releer este texto de 225 páginas es una experiencia refrescante, es asomase a una época donde lo ideal era el auténtico norte de la gente preocupada por el destino nacional, tiempo histórico donde el nombre de una sílfide, el hada del aire, era un verdadero apoyo para dar luces a este rincón del país. En verdad los zarzales no eran una tragedia sino una oportunidad para alcanzar lo ético y trascendente.


*Scott, Daniel R. (1926) En los zarzales de mi vida. Caracas: Imprenta Bolívar.

lunes, 20 de abril de 2009

PARROQUIA PARAPARA Y SU PROBLEMÁTICA LIMÍTROFE, DOCUMENTO PARA SU DISCUSIÓN


PONENCIA PRESENTADA EN EL ENCUENTRO DE HISTORIADORES Y CRONISTAS DE LA PARROQUIA PARAPARA, DEL MUNICIPIO AUTÓNOMO “JUAN GERMÁN ROSCIO”, DEL ESTADO GUÁRICO (Parapara 10 de junio de 2006)



Noel de Jesús Lugo*

PARROQUIA: PARAPARA


SUPERFICIE: 67.200 Has. (C.D. 44 Brigada).

672 Km 2. Representa el 45 % del municipio, siendo por esto la parroquia de mayor superficie del mismo; sin embargo, representa el 1% del total del Estado Guárico.

CAPITAL: PARAPARA “Centro Poblado...Se localiza en las coordenadas geográficas 09º 42´30´´ de Lat. N y 67º 17´14´´de Long. O. Se encuentra ubicado al Sur - Este de la ciudad San Juan de los Morros...” (D.G.E.G.)

LOCALIZACIÓN GEOGRÁFICA: En la parte Sur del Municipio Autónomo “Juan Germán Roscio” .En la parte Noroeste del Estado Guárico, limitando en el norte con la parroquia San Juan de los Morros. Por el Sur, con el Municipio Julián Mellado. Por el Este con el Estado Aragua y por el Oeste con la Parroquia Cantagallo y Municipio Ortiz

POBLACIÓN: Al año 2001. Parapara tenía una población 3.108 habitantes De estos 1.630 son hombres y 1.478 mujeres (INE). Se observa que en la parroquia existe un desequilibrio entre sexo masculino y femenino, ya que los primeros representan un 52 % de la población y el sexo femenino alcanza el 44 %; por lo tanto existe un déficit de féminas de un 8%, para equilibrar la balanza.

DENSIDAD DE POBLACIÓN 4, 62 h/Km 2.

LÍMITES: Según Gaceta Oficial del Estado Guárico. Gaceta Extraordinaria N°.22. de fecha 16 de Septiembre de 1993. LEY DE DIVISIÓN POLÍTICO TERRITORIAL DEL ESTADO GUÁRICO.

CAPÍTULO II DE LA LIMITACIÓN DE LAS PARROQUIAS CONSTITUIDOS DENTRO DEL TERRITORIO DE LOS MUNICIPIOS

ARTÍCULO 21. – Los límites de la Parroquia Parapara y Cantagallo, constituido dentro del territorio del Municipio Juan Germán Roscio, son los siguientes:

a -) De la Parroquia Parapara.

Por el Norte: Desde Loma de Mata, límite con el Estado Aragua, en línea recta al Noreste pasando al Norte de fila Piedra Amarilla, hasta llegar a la localidad de Juncialito, de allí prosigue por una quebrada sin nombre por la margen Oeste que conduce a San Juan de los Morros, aguas arriba por unas de sus cabeceras llegando a Topo Paraparo, pasa por el Cerro Mango Llano, continúa al Cerro La Peña, va al Topo Cujicito, de allí prosigue por la fila La Gloria hasta llegar al Topo La Cruz, colindando con el Estado Aragua. Continúa el lindndero hacia las Galeras de Guarumen, llegando al Cerro Campanario, sigue el lindero al Noreste al Cerro de Caguata colindando con el Municipio Ortíz en el lugar de Gamarra, partiendo de este punto hacia el Noroeste al Cerro de Caguata colindando con el Municipio Ortiz, siguiendo la misma línea pasando por Sabana Redonda hacia el Sureste, el Río Mapire hacia el Norte de la Sierra en el punto denominado La Piedra, siguiendo la misma a continuar con la Loma de Guamalito, punto de partida de este límite.

¿Por el Sur?:

¿Por el Este? .

¿Por el Oeste?.


Errores o Fallas Detectados en los Límites Anteriores:

1.- En la parte Norte: a ) El comienzo y el final de la delimitación se observa que empieza “Desde Loma de Mata” . Y finaliza de la siguiente forma “ a confinar con la Loma de Guamalito punto de partida de éste límite”; por lo que existe una incongruencia entre estos dos puntos. b) - “hasta llegar a la localidad de Juncialito”. Siendo el verdadero nombre de la localidad Juncalito. c) - “ De allí prosigue por una quebrada sin nombre por la margen Oeste que conduce a San Juan de los Morros, aguas arriba por una de sus cabeceras llegando a topo Paraparo”. Aquí existen cuatro problemas, primero la quebrada sin nombre que es algo extraño; ya que los lugareños a todos estos accidentes geográficos les da un nombre. Segundo. Dice “aguas arriba por una de sus cabeceras”. Se supone que son pequeñas quebradas que van formando otras de mayor tamaño, lo que no menciona es cual de las dos es la que se sigue, si es la de la derecha o es la de la izquierda. En tercer lugar no menciona que separa la dicha quebrada; (de una parroquia, municipio o estado). Cuarto, la redacción donde dice “Por la margen Oeste que conduce a San Juan de los Morros”; lo que se entiende como si la margen Oeste es la única que conduce a San Juan de los Morros. d)- supuestamente se repite el párrafo siguiente: ”sigue el lindero al Noreste al Cerro de Caguata colindando con el Municipio Ortíz en el lugar de Gamarra, partiendo de este punto hacia el Noroeste al Cerro de Caguata colindando con el Municipio Ortiz”. Si no es que repiten, entonces, debe haber una confusión en el nombre del Cerro Caguata con otro. También se puede observar que en el primer párrafo señala: “al Noreste” y en el segundo párrafo señala: “el Noroeste”, quedando claro que limita con el Municipio Ortiz.

2-3-4. Los límites Sur, Este y Oeste no aparecen especificado en la Gaceta; posiblemente algunos de ellos estén juntos con los de la parte Norte.


¿ LO SABÍA USTED ?

Para el año 1783 la población de Parapara era de 2008 habitantes. Tenía 120 casas dentro con 111 familias y 219 fuera con 205 familias. ( DE ARMAS CHITTY, J.A.HISTORIA DEL GUÁRICO 1532-1800. Tomo I. Pág. .140).

En conclusión se puede decir que el censo de Parapara para ese año era de 2008 habitantes, de los cuales casi un 30 % eran negros, indios y esclavos. Poseía 339 viviendas para albergar a 316 familias.

Para el año 2001 su población está representada por 3.108 habitantes. De estos 1.630 son hombres y 1.478 mujeres. Posee 1.269 vivienda las cuales albergan a 3.108 personas. (CD.INE).


BIBLIOGRAFÍA

______________GACETA OFICIAL DEL ESTADO GUÁRICO. Nº 22. EXTRAORDINARIA, 16 SEPTIEMBRE DE 1993.

______________GACETA OFICIAL DEL ESTADO GUÁRICO. Nº 08. EXTRAORDINARIA, 11 ABRIL1945.

INSTITUTO NACIONAL DE ESTADISTICAS: Censo Genaral de Población y Vuivienda 2001 (CD)

44 BRIGADA: Geografía del Estado Guárico. CD.

DE ARMAS CHITTY, J.A.(1979). Historia del Guárico 1532-1800. Tomo II. Unerg, S.J. de los Morros.

*Docente de Geografía de Venezuela.

viernes, 17 de abril de 2009

Tucupido esotérico: Valhalla adentro

Degnis Romero*

Si los alemanes hubieran ganado la segunda guerra mundial, a estas alturas las razas inferiores seriamos pasto de investigaciones de todo tipo dirigidas por matasanos seguidores del médico nazi Josef Mengele “el ángel de la muerte”, prescindiendo del necesario consentimiento informado, sin comités de ética y sin grupos control, ya que no habría razones para malgastar placebo alguno.

Vulgares conejillos de indias, envueltos en una danza macabra, orquestada por las mentes enfermizas de inescrupulosos con delirios de grandeza, cuyos fallos y errores serían reducidos a cenizas vía hornos crematorios comunes (como las celdas en los campos de concentración).

A pesar de todo, me declaro, sin rubor de ningún tipo, seguidor de la mitología nórdica (en particular de las Valquirias) y de todo lo que tenga que ver con escandinavia (hogar de arquetipos como Barbie y Ken), excepción hecha del clima gélido que se debe soportar la mayor parte del año.

Tal inclinación pudiera tener origen en algún trauma de la niñez humilde (a comienzos de la segunda mitad del siglo XX), producto de que en el llano tucupidense del Estado Guárico, las reuniones nocturnas de solaz y esparcimiento (sin TV, cable, satélite, Internet, DVD, iPod, nintendo ni demás adminículos tecnológicos actuales) servían para escuchar narraciones y relatos espeluznantes que involucraban espantos, aparecidos, muertos cargando basura, ánimas en pena, lloronas, sayonas, silbones y hasta al propio Satanás en liquiliqui, como en el caso de Florentino.

Había que ser precavido en esa época y cargar encima amuletos y ‘contras’ de todo tipo, esencias, oraciones, santos, vírgenes y tabaco en rama, para prevenir agresiones y contrarrestar incursiones de tales artefactos sabaneros.

Una curiosidad consistía en que mucha gente contaba episodios sobrenaturales de fantasmas ruidosos, que asustaban a los vecinos cuando saltaban paredones y alambrados, buscando romance nocturno con alguna agraciada doncella. Estos capítulos fueron paulatinamente borrados de la historia llanera a partir de la llegada de la luz eléctrica. Después vinieron los gringos (que habían derrotado al fascismo) con la Venezuela Atlantic y el pueblo se impregnó de aroma a petróleo, combinado con mastranto y bosta.

El folclore escandinavo, muy por el contrario, narraba siglos atrás a sus privilegiados lugareños epopeyas de invasiones y conquistas, que ofrecían el paraíso a los guerreros muertos en combate, los cuales eran conducidos Valhalla adentro, nada menos que por las espectaculares hijas de Odín. Con razón Amado Nervo escribió: “Si tú me dices: Ven!, lo dejo todo…”. Tales leyendas eran poemas épicos, como el caso germánico medieval de “El cantar de los Nibelungos” con Sigfrido y compañía, que inspiró luego a Richard Wagner a componer su tetralogía operática.

Por estas latitudes, los versos a que había que apelar en las noches de monte adentro, eran para tratar de salir de algún aprieto al pie de un arpa tramá, contestando interrogantes como aquella de Alberto Arvelo Torrealba “¿Quién es el que bebe arena en la noche más oscura?”. Allí no valía retórica difusa ni verborrea exótica y lo que provocaba era “poner el pie con lo de alante pa’trás”, recomendación hecha por Ruperto Córdoba en su “Tigre de Payara”. Era preferible andar como un galán pata en el suelo, increpando alguna dama esquiva con aquella otra del guariqueño ilustre Francisco Lazo Martí: “Cuál palabra mejor que tu mutismo?”. En ambos casos funcionaba el axioma de que “el llanero es del tamaño del compromiso” y se le metía el pecho al asunto.

Sirva entonces aclarar, porsia los criticones de oficio y detractores trasnochados, que estamos orgullosos de nuestros (ab)orígenes orilleros y que sentimos nostálgico amor profundo por el pueblo que nos vio nacer. Lo cortés no quita lo valiente y me valgo nuevamente del pana Lazo, con esto que estruja el miocardio y la conciencia:

Como en aquellos días

del venturoso tiempo ya lejano,

en pos de mis pasadas alegrías,

vuelvo a tender la vista sobre el llano.

Finalmente, puede que los neonazi no estén de acuerdo con lo aquí expresado y pretendan, además de estigmatizarnos, demostrar por reductio ad absurdum que si Hitler hubiera salido victorioso, a estas alturas ya se hubiera secuenciado el 100% del genoma espiritual; estuviéramos viajando, más rápido que la velocidad de la luz, hacia el Ultra Deep Field del telescopio espacial Hubble; y muy cerca de ver a Dios crear el universo, justo antes del instante cero del cacareado Big Bang, a través de las cámaras adosadas al LHC: Large Hatron Collider ó Gran Colisionador de Hadrones.


*Escritor

Ilustración: Odin's Wild Hunt, by PN Arbo, 1872

tomada de http://www.wilsonsalmanac.com/vikings.html


miércoles, 15 de abril de 2009

El mundo campesino y musical de un hombre nacido entre Chaguaramas y La Pascua

JUAN SOUBLETTE, ENTRE EL SILENCIO Y UNA PARTITURA


Alberto Hernández*


El camino a Monte Azul sólo se advierte en el polvo que el tiempo dejó adherido al silencio. Los viejos arrieros dejaron marcas espirituales en el viento. Una aparición abreva en lo que fue paso obligado de recuas y sombras.

El viejo Juan Antonio Rodríguez hincaba su posesión de Monte Azul, situado entre Chaguaramas y Valle de la Pascua, cerca de lo que es hoy el Ánima del Picapica.

-Pero allí lo que queda es un negocio de portugueses, porque a Monte Azul se lo tragó el monte y el olvido. Parece que el tiempo se adueñó hasta del nombre.

Juan Soublette nació en esos matorrales un día de agosto de 1937. entre surcos y cantos de gallos tuvo de memoria dos años bregando una respiración campesina.

Una victrola RCA Víctor lo hizo entrar en la música, gracias a un antiguo merengue de Lorenzo Herrera: “Sí, era algo así como El coletón. Eso me impresionó mucho, tanto que me quedó grabada esa cancioncita. Pero mi abuelo Juan Antonio Rodríguez tocaba el cuatro, muy poco, pero lo tocaba. Eso también me llamó mucho la atención, al igual que las canciones que mi mamá entonaba. Eran canciones cubanas, argentinas, mejicanas, colombianas…de la época”.

La vida campesina termina cuando en 1940 decide la familia trasladarse a Valle de la Pascua.

Disparos en la noche

Nadie sabe a ciencia cierta cómo mataron al hijo de Juan Antonio Rodríguez, también llamado Juan Antonio Rodríguez, padre de Juan Soublette. “Como soy hijo natural llevo el apellido de mi madre”.

Los disparos reventaron en la oscuridad. El herido fue un hombre, quien fue víctima de un accidente de cacería…

-A mi padre lo matan en la sombra. La verdad es que él muere en Valle de la Pascua, porque ya estaba gangrenado y él no aceptó que le amputaran una pierna. “No quiero ser un medio hombre”, le dijo a la familia y a los médicos. Entonces se murió. Esos campesinos eran muy fregados. Yo no lo conocí.

Sin la tutela del padre, la abuela lo saca de la casa y “me deja huérfano de madre”. Allí hacía todos los mandados, todos los oficios de la casa. “Eso fue hasta el año 43”.

Músicos de oído

-Mi familia por parte de mi abuelo, pero también por parte de los Soublette, toda fue músico de oído.

El muchacho revelaba una curiosidad tímida hacia las manifestaciones donde la música era presencia. Golpes, bailes, serenatas, eventos estos que promocionaban una manera de vivir en pleno llano, en aquella aún campesina población de Guárico.

-Con la muerte de mi abuelo comenzó una nueva vida para mí, porque se rompieron las ataduras. Eso me permitió viajar por todo el oriente y centro del país. Hasta que me establecí en Caracas. Fueron días difíciles porque así conocí el hambre.

Los primeros días de democracia, caído el régimen de Pérez Jiménez, l permitieron a Juan Soublette ser músico de radio y televisión. “En esas tenidas de guitarristas, un músico que todavía vive me vio que yo estaba en un rincón oyéndolos tocar”. Eso solía ocurrir en el bar “Los Artistas”, al lado de Radiodifusora Venezuela”.

-Me preguntó si tocaba y me mandó a la Escuela Superior de Música. Eso fue en el 57. Pero pasó un tiempo y yo me dediqué a otras actividades, por lo que lo de la escuela quedó pendiente. Pero me animé después y me inscribí. Tenía 22 años. Me aceptaron.

Oficios de todo tipo ejerció en esa Caracas agitada por la turbulencia política: lavandero, ayudante de albañilería, limpiabotas, lavador de carros, vendedor de periódicos…pero también cantaba mientras hacía todos estos trabajos.

La Escuela Superior de Música

Vicente Emilio Sojo, Raimundo Pereira y el padre Lazo fueron los integrantes del jurado de ingreso a la Escuela Superior de Música de Caracas. “Me sondearon auditiva y vocalmente, e ingreso. Eso me crea muchas dificultades porque cantaba en un trío y el tiempo se me perdía. En una ocasión fui a Maracaibo a la inauguración de una planta televisora, en el 59, y allí decidí abandonar el mundo nocturno, porque eso es una agresión. Entonces, me dediqué a estudiar música”.

Raimundo Pereira, un maestro de música de Calabozo, lo enseñó a solfear. “Pereira era duro, muy amargado, pero me enseñó todas las técnicas del solfeo”.

Vicente Emilio Sojo lo metió en el mundote la armonía, el contrapunteo y la fuga. “El maestro Sojo me daba cinco bolívares para que comiera. Tanto Pereira como Sojo me regalaron dos trajes de casimir para que pudiera seguir asistiendo a la escuela”.

-Un día, José Antonio Abreu también me regaló uno para que pudiera tocar en la Universidad Católica Andrés Bello. Recuerdo que fue en 1962.

La guitarra era la compañera de Juan Soublette. Graduado en guitarra clásica, decidió que no era lo que realmente anhelaba. “Durante 14 años estuve en la Escuela Superior. Aparte de Pereira y Sojo, Manuel E. Pérez Díaz, autor de “Serenata” y de “Anhelo”, quien me daba Historia y estética; el doctor Plaza, hermano de Juan Bautista, también me enseñó. Quien me dio Dirección Coral fue el maestro Antonio Estévez Aponte, y Evencio Castellano formas musicales: sonata, sonatina, concierto…la parte académica”.

Largo trecho

Durante tres años Juan Soublette fue guitarrista oficial del Instituto Nacional de Cultura y Bellas Artes (Inciba), durante la administración de Simón Alberto Consalvi. “Tocaba en todo el país, pero cómo costaba cobrar. Muchas cosas vi que no me gustaron y dejé la actividad como concertista. Ahora toco para mí”.

Guanare lo ve llegar como director de la Banda y de la Escuela de Música en 1968. Durante un año ejerció estas dos funciones hasta que se dio cuenta de que le faltaba mucho que aprender de la práctica musical. “Renuncié y volví a Caracas. Estaba estropeado, realmente deprimido. Pero en esos tiempos regresó de Estados Unidos José Antonio Abreu y me mandó a buscar con Juan Carlos Núñez para integrarme a la fundación del movimiento de orquestas juveniles del país”.

Le tocó a Soublette dirigir el primer concierto de la orquesta en Parque Central. Rómulo Lazarte fue el solista. Eso fue en el 70, “pero Abreu sabía que yo estaba mal económicamente y me mandó a Aragua. Me presentó al gobernador Rodríguez Viso y me nombraron Director de la Banda Sinfónica del Estado, profesor de Teoría y Solfeo y guitarra en el Conservatorio”.

-A partir de 1975 comenzaron a aparecer conspiraciones por todos lados. Yo no apoyé nada de eso, entonces trajeron a Lucila Palacios, lo que trascendió y le llegó a Moreán Soto, gobernador de la época. El gobernador me apoyó pero decidí renunciar. Y me fui a Mérida, gracias a Andrés Ortega.

En Mérida, Juan Soublette trabaja como director de la Escuela de Música de la ULA y del Orfeón Universitario. “Me gustó esa labor. Hicimos una orquesta. Pero fue la docencia musical la que realmente me atrapó. Durante cinco años desarrollé ese trabajo”.

Regresa a Maracay en la década de los años 80. Retorna a los mismos cargos. Aquí pudo poner en práctica todo lo que hizo en Mérida, “pero los profesores no estaban ajustados a lo académico. El Conservatorio no producía. Mira, el Conservatorio tiene unas cuantas décadas y no ha producido nada extraordinario. Por esa actitud de renovar salgo junto con el director José Ramírez, quien se propuso cambiar las estructuras hasta que lo botaron. No lo entendieron”.

Como investigador musical, Juan Soublette cuenta con una visión de la enseñanza que no tiene precedentes por la eficacia y la rapidez para resolver problemas. “La idea es investigar directamente en la obra musical, porque allí está el núcleo del conocimiento. Pero para eso hay que tener intenciones de trabajo. No se debe trabajar sobre la interpretación de las metodologías, porque éstas son muy periféricas. Por eso puedo demostrar que puedo enseñar en un año lo que hace cualquier universidad en materia de música”.

La poesía y los poetas

Mérida fue espacio para acercarse a la poesía y a los poetas. “Con Ángel Eduardo Acevedo he tenido una relación extraordinaria. Tanto Acevedo como Briceño Guerrero trabajaron mucho conmigo. Ellos tocaban violín en la orquesta. Fíjate que el maestro Briceño Guerrero se aproximó a la música para adentrarse más en la filosofía”.

Juan Soublette pronuncia los nombres de Ramón Palomares y Enrique Hernández D´Jesús con mucho afecto y respeto.

-Es que los poetas hacen de la vida un misterio que nos sirve para vivir, así mismo la música. La música se estudia para vivir bien, para saber vivir. La poesía es un tránsito que alguna vez tenemos que tocar, de otra manera no habríamos pasado por la vida.


*Periodista y poeta.

jueves, 2 de abril de 2009

Oxigenando neuronas: Tucupido cincuentero

Degnis Romero*


a Simón(†) y Alída(♥)


El denominado “Granero del Guárico”, fundado en 1760 por el Fraile Anselmo Isidro Ardales con el prefijo “Santo Tomás de”, se ubica en la región nororiental de ese estado llanero que conforma el corazón de Venezuela. Llama mucho la atención, a manera de preámbulo, la lista de profesionales de la medicina, gremio altamente contestatario, que han sido gobernadores de dicho estado a lo largo de la historia. Por ello, no se explica la prevalencia de la “mengua” (no registrada en índices de mortalidad). ¡Ampáranos Señor!

Capital del municipio José Félix Ribas; nombrado así en honor al prócer independentista que murió decapitado en esa tierra de gracia, a manos del ejército realista, el 31 de enero de 1815. Puede que tal acontecimiento sangriento haya dado origen a la sombría “Leyenda del jinete sin cabeza”.

Luego de eso, y de que pasara mucha agua debajo del puente “El Caimán” del río Tamanaco “La despensa del llano”; nos ubicamos, valiéndonos del infaltable vehículo intertemporal, allá por los tempranos años cincuenta cuando comenzamos a ver la luz en este mundo. En ese interín, sólo había una vieja planta que suministraba el fluido eléctrico; siendo relevada, poco después, a la llegada de CADAFE.

La mayor parte de esa década, el país estuvo gobernado por el teniente coronel golpista Marcos Pérez Jiménez; luego de haber participado en las escaramuzas contra Medina el 45, Gallegos el 48, Delgado Chalbaud el 50 y de desconocer el triunfo de Villalba el 52. ¡Otra joyita!

La localidad había estado distribuida en dos sectores muchas veces antagónicos: “San Pablo” y “El Jalón”. No había explosión demográfica alguna, por tanto los límites se mantuvieron durante mucho tiempo dentro de una misma poligonal de 4 km. aproximadamente; integrada, a grosso modo, por los siguientes hitos: El Caño, Campo de Béisbol, Ramonote, Rivero, El Molino, El Baño’e Garrapaticida, La Matanza, El Mirador, La “Caja de Agua” en Plaza el Sol y El Cementerio (anexado, solamente, como destino último). Entre tales confines se albergaban las rutas que permitían sofocar la pasión callejera; identificadas, la mayoría, con adalides de la historia patria; vale decir: Bolívar, Páez, Guaicaipuro, Rivas, Miranda, Bermúdez, Madariaga, Monagas, Ayacucho, Salom, Roscio, Sucre (era donde se celebraban las fiestas de San Rafael, desde la esquina c/c Bolívar hasta “La Quinta” y donde se montaba la ‘empalizá’ que servia de manga de coleo), Ricaurte, Gabante, Centeno, San Pablo, Pariaguán, Libertad, Rehabilitación, Zaraza, Trincheras, etc. La Plaza Bolívar, por cierto, continúa flanqueada por la iglesia católica al este, iglesia evangélica al oeste, templo masónico al norte y estación de policía al sur.

Era un lugar tranquilo y apacible (no había aparecido la changa ni el reggaeton); donde el sosiego mañanero sólo era interrumpido por el cantar de los gallos, el trinar de los pájaros y el sonar de algún cuerno; que indicaba la llegada del prematuro sábado para un cochino y que había un caldero repleto con fritura de chicharrón. Por las noches, al tratar de conciliar el sueño reparador, el silencio sólo era rasgado por el cantar de algún grillo, de alguna rana en el tambor del agua o de algún borrachito impertinente y procaz regresando de sus correrías por “El Guatacaro”; que era el recinto de moda donde se daban sus ‘candelazos’ y donde se practicaba el oficio más antiguo del mundo.

El pueblo exhibía un paisaje bucólico y contaba con unas cinco mil almas que conformaban una amalgama de mestizaje emancipado. Se podía percibir, a la sazón, cierto progreso ya que estaban en proceso de extinción: Curanderos que ‘alentaban’ a lugareños con oraciones, yerbateros con sus pócimas, parteras, y dentistas empíricos que sacaban las muelas aplicando un líquido que las hacía aflojarse; se decía de un individuo que se cepilló con dicho fluido, pensando que también servía para la higiene bucal, resultando que se le cayeran todos los dientes. Se le ganaba la batalla al chipo, causante del mal de chagas, gracias al sabio santamarieño Doctor José Francisco Torrealba; quién, además, luchaba contra otras endemias rurales. Se comenzó a erradicar la tuberculosis (había más de un tísico), dengue, niguas, salpullido, garrapatas, lombrices, culebrilla, pulgas, piojos, orzuelos, uñeros, flatulencias, pestes (hasta el piojillo de las gallinas), mal de ojo, sarna y otras plagas apocalípticas (las enfermeras esgrimían ampolletas a diestra y siniestra). Les tocaba el turno a las tusas y a las insalubres letrinas “El escusao” (algunos chamos cayeron en ellas). Ya no se veía pasar los arreos de burros cargando mercadería desde y hacia otras latitudes, ni a enfermos o (con)finados siendo transportados en chinchorro hacia el dispensario más cercano o hasta la última ‘parada’. Relataban de un fulano flojazo para cocinar que, mientras era trasladado ‘muerto‘e la jambre’, un vecino condolido le ofreció unos frijoles. El tipo preguntó si estaban cocidos y al escuchar un no! como respuesta, ordenó molesto: “¡Que siga el entierro!”.

Por otra parte, quedaban pocas botijas ‘enterrás’ y escasa gente con morocotas; pero relucían los dientes de oro. El peso ya no era moneda de curso legal; en su lugar, circulaban resplandecientes monedas de plata, como la de 25 céntimos (medio o mariquita), comúnmente pegada en las tarjetas de invitación a los bautizos; o la altamente codiciada de 5 bolívares (fuerte o cachete), cuya posesión te hacia sentir dueño de medio mundo. Prevalecían unidades de medida castellanas, algunas ambiguas y ya en desuso como: Legua (~3 millas; “el camino que se anda en una hora a pie o a caballo”. ¿Qué tal?), Vara (33 pulgadas; “meterse en camisa de once…”; “con la que midas…”), Fanega (55,5 litros), Almud (27,75 litros), Quintal (100 libras), Arroba (25 libras), Cuartilla (6,25 libras), Cuarta y Geme, etc.

Entre los valores y atributos persistía un gentilicio pueblerino acogedor, matizado por una idiosincrasia jovial y dicharachera; una capacidad humorística enraizada con intensidad y una muy irreverente chispa original campesina. Prueba de ello es este ejemplo de la poesía inspirada de Modesto Nieves, parado frente a un rosal florido, en horas del mediodía, recitando en tono ecléctico:

No te cojo rosa ahorita

porque no me da la gana

porque las rosas se cogen

de noche y por la mañana (sic)

Evidentemente, algo así era más sencillo, digerible, asequible e hilarante que este serventesio de Rubén Darío:

Yo soy aquel que ayer no más decía

el verso azul y la canción profana,

en cuya noche un ruiseñor había

que era alondra de luz por la mañana

Ya había llegado la compañía petrolera “Venezuela Atlantic Refining Company”, lo que representó una transición notable del modus vivendis en los estratos relacionados directa, indirectamente o por añadidura con sus actividades. Se construyó la actual urbanización “Talon”, que albergaba una serie de servicios jamás vistos por esos lados. Se veía grama por doquier; urbanismo y paisajismo propios de un suburbio en Dallas, Tx. Casas cómodamente configuradas al mejor estilo yankee, excepto que no eran de madera; sin cercas ni muros divisorios (mayormente de cayena y otros arbustos finamente podados). Casa club con piscinas, sala de reuniones, vestuarios, sala de fiesta (y de cine), bowling de 2 líneas (mecanismo manual), fuente de soda, sala de billar, bar-comedor, etc.; edificio de huéspedes (hotel pues); clínica de avanzada; comisare con todos los corotos. Qué maravilla! Sin contar las instalaciones (casas rodantes, etc.) cercanas a pozos y demás operaciones. Encima de eso, se escuchaba a más de un indio decir guasamárayu, guajápen, guachimán, jaguaryú, guayascáo, foquifóqui, laguara, morfor, etc.

También había llegado la industria automotriz y mucha gente andaba en carro, a pesar de que los accesos eran a través de carreteras de granzón. Esto requería de una especial habilidad y pericia al volante para el tránsito; especialmente durante el invierno; debido a que por causa de las patinadas y coleadas que se producían se corría el riesgo de aterrizar en una cuneta, en la pata de un cují o en un parabrisas ajeno. Además, se oía decir en jerga: “A esa le roncan los motores”, “Ese bota la segunda”, “Zutano se deja medí el aceite”, “Dale chola”. Un acontecimiento trascendente y de inusual algarabía se presentó cuando fue observado, en medio de una gran polvareda, el paso de una competencia nacional de autos de carrera. Tiempo después y luego de muchas peripecias, llegó el asfalto a las vías principales.

En relación a las tradiciones, hay referencias ricas y abundantes que variaban de acuerdo a la época del año y que se fundamentaban, principalmente, en el arraigo cultural exquisito de los pobladores en diferentes facetas artísticas; con énfasis en lo musical como facilitador del bochinche. Se recurre, a modo de pauta, a la guía cronológica que obsequia la canción de alguien que por esos días estaba incipiente con su orquesta: Billo Frómeta y “La flor del trabajo” (sin sugerir apología del delito); comenzando, con lo grueso del asunto, por los carnavales con sus desfiles y comparsas (a que no me conoces!); semana santa con las habituales procesiones y las excursiones a los charcos aledaños (pozo, río, represa, etc.); los velorios de cruz de mayo con los cantos, los juegos de penitencia y los sabrosos condumios que incluían alfeñique, pan de horno, pavo relleno, buñuelo, templón, catalina (qk) rellena y dale que son tamales, además de chicha, carato y otros menjurjes; los escapes, durante vacaciones escolares, a la playa o a caseríos circunvecinos como: Cují Negro, Cerro Grande, San Rafael de Laya (El Ciento 33), y otros montes o rastrojos; las fiestas de octubre en honor a San Rafael Arcángel (el 21 de diciembre le correspondía al patrono Santo Tomás Apóstol; pero, por razones obvias, en esas fechas se celebraba a su jefe); para llegar extenuados a las festividades decembrinas y cerrar el año con broche de hallaca y mirra: Parrandones navideños, misas de aguinaldo con las gustosas arepitas fritas y pare de contar. Todo ello sin tomar en consideración el menudeo, es decir, las innumerables ocasiones que servían para el sano disfrute de las abnegadas almas fiesteras, tales como: terneras (con vegueros de arpa, cuatro, maraca y buche), coleaderas (cacho en la manga!), veladas, ensetes, retretas, serenatas, norias itinerantes (llegó la ruedaaa!!!); funciones nocturnas (matinée y vespertina los fines de semana) en los cines Rivas y América (este último sirvió de escenario, en 1948, para la presentación apoteósica de Pedro Infante, cuando estaba en su apogeo la música mexicana y su cine en black & white); los bailes de golpe tramao en medio de una gran nube de polvo (zapateando, resoplando y sudando copiosamente. ¡Juye monte!) y un larguísimo etcétera en el cuál adjuntamos, a manera de colofón, las n+1 vueltas pateadas alrededor de la adornada (♀), amena y frondosamente bella Plaza Bolívar.

Otro elemento tradicional nutrido, era el repertorio de juegos que servían de entretenimiento a los que el papá de Mafalda (la de Quino) llamaba “pibes de ayer”: Metras (con hoyito y todo), Trompo (picar troya), Caída, 31, Tute, Carga la burra, Roba pilón, Trompito (Meta, Saque, Deje, Todo), Pared (con cromos y barajitas de álbumes), Perinola, Papagayo, Ludo, Yoyo (con pata’e gallina), Gurrufio, Zorros y Gallinas, Palito mantequillero, Latas de sardina amarradas con guaral (a modo de carrito), Chapita, Calcomanías Tatu, Dama china, Cuarenta matas, suplementos, cuentos o tiras cómicas (la “Bande Dessinée” de los franceses) y otro holgado etcétera. Tiempo después esos mismos chavales aprendieron a jugar dominó, ajilei, bolas criollas, ruleta, gallos, dupleta, remate, 5 y 6, truco, dados, rojo, etcétera; agregando escapes etílico-ludópatas y jugando “El escondío” (pero de la mujé!). En lo concerniente al refranero y decires populares (algunos no se escuchaban en otras regiones del país), la retahíla rezaba: “¿Quiubo vale?”, “Anda a moniá un corozo”, “Zape gato, ñaragato”, “Límpiate el c. con guaritoto”, “Tienes la troja baja”, “Toy como una pepa”, “No seas basto”, “Estar: Emperifollao, Aventao, Empatucao, Espelucao, Enjorquetao, Embojotao, Esgañotao, Ruchao, Emparamao, Encalamocao, Esmachetao, Aserenao, Barajustao, Empantuflao, Amansao, Amolao, Atascao, Asustao, Purgao, Apechugao, Amorochao, Atarantao, Alzao, Palotiao, Apersogao, Arrebiatao, Atarrillao, Encuerao, Babiao, Apaliao y el resto de ‘aos’ grotescos, Tupío, Molío, Pulío, Jitico, Palo abajo, Hasta los tequeteques, Del timbo al tambo”, "Perencejo sí tiene bolas”, “Qué guarandinga es esa?”, “Cuándo vamos p’al ñemeo?”, “Barajo el tiro”, “Deja la guachafita”, “Mija, ese tipo es un buen tercio”, “Ya empezó a loquiá”, “Ya empezó cristo a padecé”, “Perro viejo late’chao”, “Comai, cómo sigu’el tripón?”, “No entendí un cipote”, “Táita”, “Naiden”, “A bicho bien: Soquete, Lambucio, Maneto, Cerrero, Cachilapo, Mariposo, Espabilao, Macilento, Mañoso, Avispao, Chanchullero, Latoso, Guate, Muérgano, Pataruco, Pendejo, Zángano, Faramallero, Plebe”, “Dígale a su mamá que le de un poquito de tente allá", “Dar un(a): Pescozón, Ramalazo, Ñereñere, Ñapa, Ñinguita, Chorrera, Tatequieto, Mamonazo, Soponcio, Trompá, Lavativa, Garrotazo, Guamazo, Astazo, Pela, Verazo y los demás ‘azos’ indecibles”, “Jaiga”, “Vamo’a dale julepe”, “Jedentina”, “Pásame el(la): Pocillo, Bacinilla, Taturo, Pereto, Garabato, Ponchera, Liniero”, “Te jartates mi guarapo”, “Nojile”, y un montonón más donde se insertan los innombrables vulgares, groseros, escatológicos, chabacanos, ‘tierrúos’; y los que agregaban palabras del gracioso tesauro anatómico tales como: Cuadríl, Güelgüero, Mochilas, Tripa, Maruto, Jarrete, Sobaco, Verija; sin llegar a ‘indignas partes’. Existía gran diversidad en cuanto a la propuesta culinaria y los hábitos gastronómicos, a la hora de ‘los tres platos’, en aquellas mesas vestidas con manteles de hule. Se usaba la ‘mano’e pilón’ para machacar el maíz con el que se preparaban las arepas (eran puestas en un azafate), que luego eran montadas en budare sobre un fogón de leña y tres topias. La dieta diaria contenía arepa, casabe, pan de trigo, variedad en carnes de animales domésticos o de cacería, preparada en modalidades de amplio espectro (horneada, asada, en vara, a la parrilla, salpresa, en pisillo, mechada, frita, etc.), pescado, quesos, plátano o topocho, ‘granos’ o semillas de leguminosas (frijol, caraota, etc.), cereales (maíz, arroz, etc.), verduras o ‘vituallas’ (tubérculos, hortalizas, etc.) y demás yerbas aromáticas para sancochos, guisados y hervidos de ‘patarucas’ y otros especimenes. Mención aparte para la cachapa con queso’e mano, suero y el ‘palo a pique’.

Adicionalmente, era larga la lista de chucherías que hacían las delicias de tirios y troyanos: Bizcochuelos, Conservas, Melcocha, Majarete, Posicle, Coquitos, Suspiros, Gofio, Frunas, Chogüi, Caramelos (Sorpresa, Chocomenta, de coco, de muñequitos, Sacamuela, etc.), Bienmesabe, Ping-Pong, Leche condensada (la latita), Gomitas, Refrescos (Bidú, Pepsicola, Frescolita, Grapette (la botellita), Helados Club (Morochos, Crema real, etc.), Green Spot (la bocona), Orange Crush, Fanta, etc.), Torrejas, Paspalitos, Galletas de soda (la latota), Tabaquitos y Monedas de chocolate, Toddy, Cuàquer, Chiclets (Miniatura, Bolibomba, Papaúpa), Raspaos, los exóticos y abrillantados dulces que traían los reyes magos, arroz con coco o leche, dulces de frutas, jaleas, topocho pasao, flan, quesillo, tortas y déle que son pasteles.

En cuanto a la moda, el caqui era la ‘pinta’ por antonomasia; tanto para el diario como para fines escolares y la brega, incluyendo a la policía. También se confeccionaban prendas de Dacrón, Tafetan, Algodón, Muselina, Liencillo, Popelina, Lana, Lino, Terciopelo y Raso (como el soldadito). Las alpargatas y el sombrero‘e cogollo dominaban la escena; se usaban ‘peloeguama’ checoslovacos, liquiliqui, camisas y guardacamisas, guayaberas y pantalones ‘brincacharcos’; a algunos les tocaban las ‘chivas’ y otros andaban con la ‘pata pelá’. El Bikini había nacido, pero nada que ver; las féminas de vanguardia, acicateadas por revistas y figurines, usaban los camisones y las faldas cuesta abajo’e la rodilla, por lo tanto ver un picón pertenecía al campo de los procesos estocásticos, azarosos o de año por la cuaresma. También se veían estampados, faralaos, fustanes, muchas cotas (pero pocos escotes), etc. En fin, se dejaba mucho a la imaginación. Agregamos una breve reseña relacionada con las infraestructuras que conformaban las sedes principales de la actividad educativa, a saber: Los Grupos Escolares “Narciso López Camacho” (Médico) y “Félix Antonio Saa” (Educador); el Liceo “Víctor Manuel Ovalles” (Farmacéutico) que se ubicaba frente a la Plaza Bolívar y el “María Inmaculada”, colegio de monjas, con su cocina de inconfundible aroma.

En resumen, todo lo anterior significaba que la felicidad tenía algo más que sutil vigencia en la gente, y que los ayudaba a soportar con estoicismo las vicisitudes que les tocaba atravesar en su duro y humilde trajinar; en la búsqueda permanente de un futuro promisorio. Es por ello que traemos a colación la siguiente cita de Lucio Séneca: “Es feliz, por tanto, el que tiene un juicio recto; es feliz el que está contento con las circunstancias presentes, sean las que quieran, y es amigo de lo que tiene; es feliz aquel para quien la razón es quien da valor a todas las cosas de su vida.”. Ojala que “las que quieran” no tenga nada que ver con apagones, cortes de agua, inseguridad, vandalismo, etc.; y que si “es amigo de lo que tiene” no sea víctima de “amigos de lo ajeno”, malamañosos, encantadores de serpiente, etc. ¡Pare de sufrir! Del querido terruño permanecen latentes en la memoria imágenes de tan lejano tiempo; en particular la astronómica, manifestada en la curiosa observación del universo (esa entelequia infinita) y sus radiaciones cósmicas en las noches de cielo despejado; reflexionando acerca de dilemas existenciales (sintiéndose como gusano) y emulando al personaje del “Grabado Flammarion”. Al concluir tales trances de honda meditación, creyendo ser iluminado de los dioses (como algunos políticos demagogos de nuevo cuño) y haber hallado el lugar en el que el Cielo y la Tierra se encuentran, se oía, persistentemente, una voz interior repitiendo burlona: “¿Ah sííí? ¡Yo te aviso, chirulí!”. ‘Abájense’ de esa nube ‘cuños’ y ‘ajilen’ del codo al caño y más allá.

Cerrando este capítulo de lisonjera remembranza (hasta aquí nos trajo el río), se manifiesta singular apego por la gente (la de mayor popularidad merece crónica especial) y por las buenas costumbres del llano tucupidense. Especial estima por los fajaos “de a caballo”, los “de armas tomar”, los copleros ‘relancinos’ con su innata capacidad para el canto improvisado, y por quienes cultivan la creatividad poética del calaboceño Lazo Martí, el mismo de la “Silva Criolla”:

Has llegado mortal! Mira callado

lo que llaman los hombres maravilla!

adora este coloso encadenado

que viene a suspirar sobre la orilla!

En contraste, ha tocado mantener, con tesón y esmero, desenfrenada lucha contra estorbosas limitaciones del intelecto; así como, permanente búsqueda de la musa extraviada que permitiera, como dice “La barca de oro” de Alejandro Vargas: “cantarle a la tierra que me vio nacer”.

Así y todo, se garrapatea esto con algo de audacia:

Ver a Tucupido la pasión desborda

oler su dulce brisa que besa la cara

beber la calma que su suelo adorna

vibrar del alma cuando el sol aclara.

Pasear su calor de intensa fragancia

estrechar destellos con luces de vida

florecer de afectos de lejana infancia

brotar del aprecio por la gente amiga.

En caso de que, paradójicamente, el dodecasílabo guste algo; entonces favor avisar para llenarse de entusiasmo y echarle cacumen, agitar las agarrotadas fibras nerviosas del hemisferio derecho de la ‘mollera’ y tratar de aplicar algo de sensibilidad extereoceptiva, de algún lado saldrá, para completar los versos de una canción. Luego nos pondremos en contacto con Isao Tomita, para que se luzca poniéndole música acompañada de Fender Electronic Piano, Mellotron, Moog Synthesizer, Roland Phase Shifter, Cítara con Barcus-Berry contact MIC transducer; y utilizando la técnica de melodía de timbres ‘Klangfarbenmelodie’. ¡Majná!

Se hacen cincuenta y siete (57) ejemplares, de un solo tenor y a un mismo efecto. Dado, sellado y firmado, de este lado del páramo, a idénticas primaveras, el veintisiete (27) de Octubre del año de gracia de dos mil ocho (2008).


*Ingeniero, administrador del Blog: Degnis ft. Victoria Secret (http://degnis.blogspot.com/)

Imagen tomada de http://www.flickr.com/photos/7665168@N04/665023936

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.