domingo, 6 de noviembre de 2016

PROPIEDAD TERRITORIAL Y EVOLUCIÓN ARQUITECTÓNICA EN EL ORTIZ DE TIEMPOS COLONIALES

Carlos A. López Garcés
Cronista de Orituco



            Para estudiar la evolución arquitectónica en Ortiz durante el coloniaje, relacionándola con el origen y la consolidación de la propiedad territorial en esta misma comunidad, es prudente comenzar recordando que el territorio orticeño pertenecía en esos tiempos a la jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, cuyo cabildo constituía una representación de poder hispano-monarquista, con suficiente autoridad para concederle territorio y mano de obra a sus propios cabildantes y a todo aquel que hubiese prestado servicios a la Corona española.  Esta capacidad de decisión habría permitido el desplazamiento de los pobladores primigenios por invasores colonialistas, quienes motivaron un proceso de apropiación arbitraria de la tierra y el surgimiento de hatos como unidades de producción fundamentales, con mano de obra esclavizada, lo que habría sido determinante en la formación de una élite social con suficiente poder económico para influir en los asuntos políticos y hasta religiosos con respecto a la localidad.
            Gracias a la participación de buenos alarifes y sobre todo de mano de obra esclavizada y/o muy barata del peonaje, aquel poder económico iba materializándose arquitectónicamente en el centro poblado a medida que los primitivos lugareños eran desplazados por los nuevos y poderosos ocupantes, quienes, con la finalidad de consolidar su residencia  en ese sitio, construyeron sólidas, duraderas y majestuosas viviendas de altas paredes de tapia y rafa, techo de tejas sobre caña amarga, pisos enladrillados, grandes puertas de madera y ventanas similares enrejadas, amplios zaguanes, corredores, dormitorios, salas de recepción, cocina, comedor, grandes patios empedrados, caballerizas y con espacios para establecimientos comerciales en ciertos casos, a diferencia de las barracas de los “negros” e indígenas que indicaban un significativo distanciamiento discriminatorio con la clase dominante.  
            Aún perduran en Ortiz algunas de esas edificaciones imponentes, las cuales constituyen verdaderos patrimonios históricos que deben ser conservados como muestras concretas de una época saturada de injusticias sociales, que, además de ser útiles para entender los aconteceres de la cotidianidad pueblerina y muchas cosas más, sirvan para explicar especialmente la dinámica de las relaciones de producción y sus consecuencias en aquellos días de cultura colonialista. Es posible suponer que otras casas semejantes fueron hechas en días republicanos del siglo XIX mediante el uso de técnicas aplicadas desde el coloniaje, con las que debe tenerse las mismas consideraciones de preservación patrimonial.
            La oportunidad es apropiada para resaltar una similitud de este caso de Ortiz con el Orituco, la cual está vinculada con el desalojamiento de los primitivos habitantes de Lezama y Altagracia por parte de un grupo social minoritario impositivo, que, de manera paulatina, iba ocupando las tierras asignadas a los indígenas, tanto las de vocación agrícola como las destinadas a la construcción de viviendas en el centro poblado, donde lograron  la edificación de casas majestuosas, sobre todo en Lezama, reveladoras de la iniquidad imperante entonces*.
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*Tema expuesto en el conversatorio sobre patrimonio histórico-cultural orticeño, con motivo del XII Encuentro de Cronistas, Historiadores e Investigadores en Ortiz, realizado en la llamada casa de La Espuela de Plata, el sábado 3 de septiembre de 2016. 

Imagen tomada de http://elguardiancatolico.blogspot.com/2016/08/el-dia-que-el-padre-lenin-bastidas.html

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