martes, 27 de agosto de 2013

BIBLIOGRAFÍA GUARIQUEÑA 2



Jeroh Juan Montilla 


Cada cabeza es un mundo, de Felipe Rodríguez. Editado por el Sistema Nacional de Imprentas Guárico. San Juan de los Morros, 2012.


En la historia de la literatura norteamericana existió un poeta singular, Edgar Lee Masters (1868-1950). En vida publicó muchos libros de poesía, teatro, biografías y ensayos (cerca de 90 publicaciones), prolífico escritor del medio oeste, sin embargo realmente Masters solo es conocido por uno de sus libros, el poemario  llamado Antología de Spoon River, publicado en 1915. Se dice que su tenaz tendencia hacia el fracaso literario lo hizo un hombre amargado de por vida. Este poemario es tan magistral que es imprescindible en cualquier antología de poesía norteamericana que se precie de seria o justa. El poemario está constituido por 244 poemas que son, dentro del juego ficcional del poeta, 244 epitafios particulares de 244 difuntos imaginarios del mítico pueblo Spoon River. Cada poema epitafio habla, breve pero certeramente, de un aspecto decisivo de lo que fue la vida del carnicero, el sastre, el juez, el maestro, el suicida, la campesina, el pescador, el amante, el solitario, etc., etc. Es la crónica obituaria más espectacular que se haya escrito. Como siempre la realidad y la literatura tienden a imitarse, a confundir sus fronteras y personajes. Felipe Rodríguez es un poeta emblemático, un personaje real e imaginario de este pueblo San Juan de los Morros. Felipe es particular, siempre lo he considerado nuestro  Edgar Lee Masters sanjuanero ya que tiene cierto parecido con este poeta. Felipe es fiel a una costumbre, cada vez que alguien muere, sea humilde o potentado, nuestro poeta sigue el féretro hasta el cementerio y al momento de la sepultura pide un permiso para leer un poema, inspirado o escrito en la caminata, canto fúnebre que cubre de ternura y poesía lo triste del momento. Estos no son fallecidos imaginarios, son reales y en este rincón del país un hombre solitario sabe hacer del poema un oficio de consuelo. Siempre le he dicho a Felipe que tiene que publicar esos poemas, él me mira con su mansedumbre de siempre y sonriendo me habla de gente que le ha comentado jocosamente su fiel costumbre de homenajear a los difuntos.
Hago todo el preámbulo anterior para hablar de una de las últimas publicaciones de Felipe Rodríguez, el poemario Cada cabeza es un mundo. El refrán o el lugar común son el pan de nuestras vidas, la herramienta filosófica para enfrentar con sencillez lo complejo de la vida. Si cada cabeza es un mundo entonces actualmente hay más de 7.000 millones de mundos sobre la Tierra, porque una cosa es un mundo y otra el planeta. Esto explica indudablemente nuestro insobornable desacuerdo colectivo. Felipe es un declamador nato y como todo oficiante de este recitado popular le encanta la melosidad de la rima conveniente o inconveniente, es capaz de arrimar desde temas a imágenes que se desconocen unas a las otras pero que en texto de Felipe alcanzan, según la poeta Tibisay Vargas Rojas, el logro de las enigmáticas cuartetas de Nostradamus. Tal vez un desconocido y alucinado Dios escogió la boca de Felipe para hablarnos a ratos a los distantes y distraídos sanjuaneros. Felipe Rodríguez sabe como nadie que el desacuerdo parece ser el verdadero motor de la vida de los pueblos y sus historias. Si la memoria no me falla creo que el libro inicial de Felipe fue Pueblo chiquito, infierno grande,  la discordia y el lugar común como ejes de la escritura. En este poemario Felipe Rodríguez le canta a todo, a cada cabeza viviente o fallecida, al pueblo de Las Mercedes del Llano, a Rómulo Gallegos, Andrés Eloy Blanco, a la malograda esposa del Libertador, al Gobernador William Lara, a Simón Díaz, al poeta Próspero Infante, al boquerón de El Castrero, a la Virgen de La Caridad, etc., etc. Finalizo esta breve nota con una de sus misteriosas cuartetas y el reto de que alguien la descifre: Cada cabeza lo es un mundo/ suden piénsenlo donde sea/ planeta tierra en rumbo/ lean para que vean.

Cada cabeza es un mundo, de Felipe Rodríguez. Editado por el Sistema Nacional de Imprentas Guárico. San Juan de los Morros, 2012. Prólogo del licenciado Ramón Figueroa. 61 páginas.

BIBLIOGRAFÍA GUARIQUEÑA 1

Jeroh Montilla

Calles, sitios y aleros de Altagracia de Orituco, autor Pedro Natalio Arévalo. Ediciones del Sistema Nacional de Imprentas Guárico. (2012) San Juan de los Morros.

Que es un pueblo o una ciudad sino un pequeño o enorme cesto de manzanas. ¿Cuantas manzanas tiene su ciudad? Desde niño me ha intrigado esa expresión para denominar esas cuadriculas regulares o irregulares que como células o neuronas forman el cuerpo de esos sitios de amores y desamores, glorias y picardías, imaginaciones, crueldades y ternuras, verdades y mentiras. Según algunos la expresión manzana como conjunto de casas rodeadas de cuatro calles es de origen español, originaria del siglo XVII y de antecedente francés. Recuerdo mi primeras correrias de niño en darle la vuelta a la manzana. Todos esos recuerdos me asaltan hojeando este libro del señor Pedro Natalio Arévalo sobre Altagracia de Orituco donde este nos asoma a la historia menuda y oculta de muchas calles, callejas y callejones de este pueblo de la región guariqueña de Orituco. Un pasado que el moho sucesivo del tiempo cubre sin misericordia, pero que el empeño de hombres amantes del pasado se empeña en mantener vigente en los vericuetos esquivos de la memoria popular. Sus páginas están magnificamente precedidas por textos explicativos y prologantes del escritor Ramón Alberto Mirabal Zapata y el cronista Luis López Garcés. La edición la realizó el Sistema Nacional de Imprentas Guárico dirigido acertadamente por el poeta y docente Salvador Lara. Recomendable su lectura.

El Motor de aire desafía la segunda Ley de la Termodinámica. Invento de un guariqueño.