miércoles, 26 de octubre de 2011

El Sol y la Tierra en la Plaza Los Samanes


Blanca Allegra

(Versión original publicada en el diario El Reportero . San Juan de los Morros. Edición- 5, Año – 1. Octubre 2011).


La actividad artística plástica desde la modernidad hasta la actualidad se ha traducido en una ruptura con lo pasado. Se ha buscado la novedad, desmitificando el sentido de las diversas manifestaciones artísticas públicas, dejó de ser inaccesible e inmutable, para estar a la par del ciudadano común y las exigencias que sus necesidades traen y trascender así su contenido humano y social. Un arte para interactuar con él, para experimentar, para divertir y entretener a las personas, para estimular la creatividad de los transeúntes o visitantes, con el que todos, sin distinción de alguna, nos sintamos identificados. Desde las vanguardias históricas; cubismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, introducidas desde principios del siglo XX, en las artes plásticas en general y en particular la escultura, se introdujo una gran variedad de nuevos materiales, como el hierro, acero, hormigón, aluminio, resina, vidrio, que han dado una nueva visión de la escultura expuesta en espacios públicos, lo que ha redimensionado a la arquitectura y el urbanismo de las ciudades.


Mario Hernández junto a su obra El Sol

Asimismo las ideas modernas de arte, cambiaron las tradicionales maneras de entender las concepciones sobre el mismo y la convencional forma de hacer una escultura, referidas a la talla o al modelado. El arte moderno ya no trataría de imitar a la realidad tal como la percibimos visualmente, sino de transformarla de una manera original y hacerla visible en una forma física, de hacer de la forma física material un lenguaje.

Las técnicas y sobre todo los conceptos se ampliaron, cambiaron o fusionaron. Las figuras se desfiguraron, las formas conocidas se simplificaron, se le dio una reinterpretación a las formas primitivas y las formas geométricas permitieron dar nuevas ideas y conceptos. A las masas compactas de los cuerpos se le introdujeron huecos, lo cual permitió redescubrir el espacio, el vacío, las formas y los volúmenes. Los elementos formales como la línea, la textura, la luz, el espacio, el color, adquirieron un gran protagonismo. El movimiento de los cuerpos ya no estaría congelado, se buscaba que se percibiera dinámico.

La Tierra (foto de Mario Hernández)

Entre las novedades que en esa tendencia moderna se exponen en nuestra ciudad se encuentra la obra de Mario Hernández, artista monaguense residenciado hace más de 10 años en San Juan de los Morros, sus esculturas resaltan por lo moderno, por el uso de un gran colorido . Formas metálicas y geométricas expuestas en la Plaza Los Samanes, en el mismo centro de una comunidad donde el ciudadano de a pie acostumbrado a una arquitectura tradicional, se topa con ellas, realzan el paisajismo urbano del casco central, y buscan precisamente dar esa impresión de romper rutinas, que es lo que caracteriza al arte de nuestros días.

Mario realizó sus estudios en las Escuelas de Arte “Arturo Michelena” en Valencia y “Armando Reveron” en Caracas, sus dos esculturas de la Plaza Los Samanes están inspiradas en la Tierra y en el Sol, temas que son comunes y compartidos por las personas en cualquier tiempo y lugar, al igual que el simbolismo en los colores y formas geométricas utilizadas en cada una de ellas.

Una esfera amarilla y dentro de ella otra plateada para representar el Sol, y una azul y plateada para mostrarnos a la Tierra. Ambas nos traen a la memoria una simbología en forma y color, que desde culturas antiguas existe y es usada, volviéndose universal. Mario reinterpreta el movimiento rotatorio introduciendo una esfera plateada en el caso del Sol, lograda con líneas, que al ser observadas rodeando la obra, nos permite visualizar una movilidad espacial que le da dinamismo a la obra. Y que en el caso de La Tierra, la linealidad de las cabillas plateadas y la superposición de planos semicirculares también nos sugieren la esfericidad y dinamismo del planeta.

Llamadas El Sol y La Tierra, estas obras hechas de láminas de hierro soldado patinadas con vibrantes colores, se confunden con los viejos samanes de la plaza que en honor a ellos lleva su nombre, con los ciudadanos que transitan diariamente por la avenida Bolívar, con el colorido de árboles, carteles, negocios, casas, calles, ruidos. Son una versión moderna, con una interpretación propia de su autor, de los conceptos universales de La Tierra, el lugar donde existimos, nuestra madre y del Sol, fuente vital de energía, nuestro padre.


VALLEPASCUENSERÍAS (2)

Manuel Soto Arbeláez

La numeración romana que sigue es continuación del artículo anterior:

VI. Valle de la Pascua. Existe en la Hemeroteca Nacional, Foro Libertador, en Caracas, parte de la colección de periódicos del Guárico que logró reunir el Dr. Víctor Manuel Ovalles desde los 1890s hasta los 1950s. La dicha colección fue adquirida por la benemérita señora doña Virginia Betancourt Valverde -de grata recordación-, por compra que hizo la Biblioteca Nacional de la cual era su directora al poeta Caupolicán Ovalles, nieto del coleccionista. La misma está en muy mal estado de conservación; sin embargo, con cierta periodicidad la consulto y de ella extraigo informaciones que con gusto doy a conocer en mis libros y artículos de prensa. De una manera no muy ordenada daré en este y en próximos artículos algunos datos de interés para gente del municipio Infante. Por ejemplo en los periódicos Menudencias y El Tábano, editados por el Dr. Ovalles en Valle de la Pascua, a finales del siglo XIX, aparece la firma de una dama llamada Concepción Rodríguez, con una magnífica producción en prosa y en versos. La dicha dama fue maestra de escuelas públicas unitarias, primero en Tucupido, después en El Socorro y en Chaguaramas. Todavía, al inicio de la década de los 1920s, la señorita Concepción Rodríguez era asidua colaboradora de la prensa editada en Valle de la Pascua y Altagracia de Orituco. No he podido conseguir más datos sobre ella, pero, evidentemente era una intelectual que merece se le reconozca como tal.

VII. La Pascua y Chaguaramas. El 13/10/1897 aparece en Menudencias el obituario sobre la muerte en Chaguaramas de su párroco Juan Antonio del Corral. En el mismo número aparece la noticia del accidente que hubo en el telégrafo local de Valle de la Pascua, cuando un rayo destrozó las baterías del sistema con el consabido susto del telegrafista señor Ramón Moreán, jefe de la estación quien resulto ileso. La información agrega que el centellazo mató a un burro amarrado al poste de llegada de la línea. De forma adolorida el dueño del pollino y que dijo “Pobre burrito, tan bueno que era para cargar y aguantar palizas”(..). Debemos aclarar que La Pascua contó con el servicio telegráfico desde 1884. En referencia a los telégrafos se señala en la Memoria del Ministerio de Fomento y Obras Públicas de ese año que “Se terminó la línea oriental que partiendo de Petare terminaba en Zaraza y otra central que partiendo de Petare pasando por Santa Lucía, Ocumare, Cúa, San Casimiro, Camatagua, Orituco, Chaguaramas y terminaba en Valle de la Pascua”(..). Este es un dato bien importante para mí porque varias veces me había preguntado -y tratado de averiguar-, cuándo tuvimos telégrafo en el Oriente del Guárico y ahora la respuesta es concluyente: en 1884. Para ello se había presupuestado la construcción de esas líneas y sus estaciones en el presupuesto del lapso 1877-1884 para ser ejecutadas por los ministerios de Fomento y Obras Públicas, tal como sucedió.

VIII. La Pascua. El 1º/11/1897 se inauguró el ensanche del cementerio tomando la palabra el concejal Hilario Pedrique y el Dr. José Gregorio Domínguez, médico, encargado de la jefatura civil por el titular general Manuel Carías; las palabras finales fueron pronunciadas por el excelente orador Pbro. Dr. Pedro José Miserol, zuliano que desde 1867 venía ejerciendo su oficio en los pueblos del oriente del Guárico. De ese cementerio a este año de 2010, a 113 años de su inauguración, sólo queda en pie la doble pared norte de la entrada principal, frente a la CANTV, la cual aparentemente va a desaparecer según informaciones de la prensa local vallepascuense, que asegura que los mencionados terrenos del antiguo cementerio fueron vendidos, o le dieron a un ciudadano una opción de compra, por parte de la alcaldía de Infante, lo cual sería un gran desatino en una ciudad que necesita de espacios para la recreación.

IX. La Pascua. El Tábano Nº 2, 25/1/1897, anuncia la muerte del patriota cubano general Antonio Maceo (Grajales), caído en el combate de San Pedro, cerca de Punta Brava. Desde más de 20 años se había mantenido en armas junto a su hermano José, quien también murió en combate en 1896. La familia Maceo, gente de honor, fue patriota de la sufrida Isla que 63 años después caería bajo la tiranía caribeña de los hermanos Castro Ruz y alguno de sus compinches como el Che Guevara, QEPD. Es un hecho cierto que Amadeo Manuitt, de Chaguaramas, luchó en estas gestas independentistas cubanas. En esa isla existe ese apellido.

X. La Pascua y Altagracia. En una de las cajas de la Colección Ovalles en la Hemeroteca Nacional existe el Nº 2 de la revista El Oriente del Guárico del 15/3/1902, editada en Altagracia de Orituco, donde hay un interesante trabajo sobre el alcohol del vallepascuense Gerónimo Escobar Ramírez. Es una ironía pues fue el alcohol el desencadenante de la pérdida para las letras de este ilustre ciudadano. La señorita Concepción Rodríguez publica un poema y anuncia el director que ha recibido una copia de la tesis de grado del vallepascuense Miguel Lorenzo Ron Pedrique, como médico cirujano. En el Nº 8 de la misma revista, mayo de 1903, aparecen los trabajos enviados desde Valle de la Pascua y Zaraza por Nicasio Camero (un poema), O. B. Garcés con un cuento y un larguísimo artículo de corte jurídico de Pedro Itriago Chacín-Arveláiz, futuro Canciller de la República cuando el gomecismo.

XI. Valle de la Pascua. La señora Concepción Zamora Gil de Sartori, hija del Dr. José María Zamora Pedrique y de doña Josefa Gil Tovar, por lo tanto nieta del general vallepascuense José María Zamora Rengifo, fue la donataria al Museo de Bellas Artes de Caracas del cuadro que el pintor Martín Tovar y Tovar hiciera de su prima doña Josefa Gil Tovar. En la actualidad la mencionada obra de arte está incluida en la Colección de la Galería de Arte Nacional (GAN). Doña Josefa, aunque nativa de Caracas, se puede considerar de Valle de la Pascua por los largos años que aquí vivió. En su libro Tres Etapas de Valle de la Pascua don Lorenzo Rubín Zamora da una breve reseña biográfica de doña Josefa Gil Tovar de Zamora Pedrique, fallecida en La Pascua en 1926. En su libro La Estirpe de las Rojas el Dr. Antonio Herrera Vaillant y Buxo-Canel, Tomo II, páginas 144 y 145 da una relación genealógica de la dama por la rama Tovar. Dice Herrera que el matrimonio Zamora Pedrique-Gil Tovar fue el dueño en Valle de la Pascua del hato “Roncador”. En su próximo libro de esta serie, Tomo III, dará la descendencia Zamora Gil. Me dice el señor Hernán Rubín que en realidad el pintor Martín Tovar y Tovar pintó tres cuadros de esta familia: uno el ya referido; otro al general José María Zamora Rengifo, donado por la señora Rosario Zamora Gil a la Casa Natal del Libertador; y un tercero al Dr. José María Zamora Pedrique que doña Josefa, su esposa, llevó consigo a Valle de la Pascua y que a su muerte pasó a poder de su hijo Rafael Zamora Gil. La viuda de éste, doña Magdalena Pedrique Rodríguez Celis de Zamora Gil, lo donó al museo de Bellas Artes, mediante gestiones de doña Irma Felizola Fernández de Medina Angarita, zaraceña, cuyos trámites de donación se facilitaron por la intervención del profesor musicólogo José Antonio Calcaño y de su esposa Carmen Aurrecoechea de Calcaño, vallepascuense. El cuadro se conserva en la GAN. Me dijo en un almuerzo que tuvimos en Madrid en el otoño de 2009 el estimado amigo Dr. Fernando Ledezma Cobeña, que la precitada doña “Pepé” de Zamora Pedrique -así le llamaban sus familiares- en reuniones frecuentes con distinguidas damas vallepascuenses, para tomar el té vespertino en el medio de aquellos calorones llaneros, les impartía clases de etiqueta en su ya desaparecida casa de varias ventanas ubicada en la acera norte de la calle Paraíso, entre Atarraya y Retumbo, frente al cine Morichal.

MSA, fax (0212) 285/8957; E-mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.com Los libros El Guárico Oriental 1 , 2 y 3 en Librería La Llanera, calle Guásco frente a la plaza Bolívar, Valle de la Pascua.

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