Blanca Allegra
(Versión original publicada en el diario El Reportero . San Juan de los Morros. Edición- 5, Año – 1. Octubre 2011).
La actividad artística plástica desde la modernidad hasta la actualidad se ha traducido en una ruptura con lo pasado. Se ha buscado la novedad, desmitificando el sentido de las diversas manifestaciones artísticas públicas, dejó de ser inaccesible e inmutable, para estar a la par del ciudadano común y las exigencias que sus necesidades traen y trascender así su contenido humano y social. Un arte para interactuar con él, para experimentar, para divertir y entretener a las personas, para estimular la creatividad de los transeúntes o visitantes, con el que todos, sin distinción de alguna, nos sintamos identificados. Desde las vanguardias históricas; cubismo, expresionismo, futurismo, dadaísmo, surrealismo, introducidas desde principios del siglo XX, en las artes plásticas en general y en particular la escultura, se introdujo una gran variedad de nuevos materiales, como el hierro, acero, hormigón, aluminio, resina, vidrio, que han dado una nueva visión de la escultura expuesta en espacios públicos, lo que ha redimensionado a la arquitectura y el urbanismo de las ciudades.
Asimismo las ideas modernas de arte, cambiaron las tradicionales maneras de entender las concepciones sobre el mismo y la convencional forma de hacer una escultura, referidas a la talla o al modelado. El arte moderno ya no trataría de imitar a la realidad tal como la percibimos visualmente, sino de transformarla de una manera original y hacerla visible en una forma física, de hacer de la forma física material un lenguaje.
Las técnicas y sobre todo los conceptos se ampliaron, cambiaron o fusionaron. Las figuras se desfiguraron, las formas conocidas se simplificaron, se le dio una reinterpretación a las formas primitivas y las formas geométricas permitieron dar nuevas ideas y conceptos. A las masas compactas de los cuerpos se le introdujeron huecos, lo cual permitió redescubrir el espacio, el vacío, las formas y los volúmenes. Los elementos formales como la línea, la textura, la luz, el espacio, el color, adquirieron un gran protagonismo. El movimiento de los cuerpos ya no estaría congelado, se buscaba que se percibiera dinámico.
La Tierra (foto de Mario Hernández)
Entre las novedades que en esa tendencia moderna se exponen en nuestra ciudad se encuentra la obra de Mario Hernández, artista monaguense residenciado hace más de 10 años en San Juan de los Morros, sus esculturas resaltan por lo moderno, por el uso de un gran colorido . Formas metálicas y geométricas expuestas en la Plaza Los Samanes, en el mismo centro de una comunidad donde el ciudadano de a pie acostumbrado a una arquitectura tradicional, se topa con ellas, realzan el paisajismo urbano del casco central, y buscan precisamente dar esa impresión de romper rutinas, que es lo que caracteriza al arte de nuestros días.
Mario realizó sus estudios en las Escuelas de Arte “Arturo Michelena” en Valencia y “Armando Reveron” en Caracas, sus dos esculturas de la Plaza Los Samanes están inspiradas en la Tierra y en el Sol, temas que son comunes y compartidos por las personas en cualquier tiempo y lugar, al igual que el simbolismo en los colores y formas geométricas utilizadas en cada una de ellas.
Una esfera amarilla y dentro de ella otra plateada para representar el Sol, y una azul y plateada para mostrarnos a la Tierra. Ambas nos traen a la memoria una simbología en forma y color, que desde culturas antiguas existe y es usada, volviéndose universal. Mario reinterpreta el movimiento rotatorio introduciendo una esfera plateada en el caso del Sol, lograda con líneas, que al ser observadas rodeando la obra, nos permite visualizar una movilidad espacial que le da dinamismo a la obra. Y que en el caso de La Tierra, la linealidad de las cabillas plateadas y la superposición de planos semicirculares también nos sugieren la esfericidad y dinamismo del planeta.
Llamadas El Sol y La Tierra, estas obras hechas de láminas de hierro soldado patinadas con vibrantes colores, se confunden con los viejos samanes de la plaza que en honor a ellos lleva su nombre, con los ciudadanos que transitan diariamente por la avenida Bolívar, con el colorido de árboles, carteles, negocios, casas, calles, ruidos. Son una versión moderna, con una interpretación propia de su autor, de los conceptos universales de La Tierra, el lugar donde existimos, nuestra madre y del Sol, fuente vital de energía, nuestro padre.
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