lunes, 21 de septiembre de 2009

Douglas Buaiz

Daniel R. Scott


La por demás dolorosa partida de Douglas Buaiz, bella y noble personas de esas que ya no se encuentran dentro de los insensibles hormigueros humanos, me cerco de repente, como una emboscada enemiga, y no miento que al enterarme de la infausta noticia, algo de mí y de muchos se nos fue con él también, porque cuando un joven prometedor de la inestimable calidad humana y con la cortesía de otros siglos parte para el siempre ineludible viaje misterioso que todos realizaremos algun día, inevitablemente algo de nosotros también fenece y se va. Es así. Todos morimos un poco. Nos sentimos disminuidos aunque el dule recuerdo del que se va de alguna manera nos hace más grandes.
¿Qué puedo decir del buen amigo Douglas que ya su hermano, ( quien lamentablemente no pudo asistir a las exequias de su hermano por causas mayores ) no hay dicho en un conmovedor escrito que nos envió vía internet? Se trata de un conmovedor escrito de Yuri Buaiz, que además de darnos una reseña de la trayectoria y las peripecias ideológicas del amigo que se nos fue, asimismo es una joya de esas que salen de la parte más noble del corazón humano y que solo pueden engendrar el verdadero amor filial. Yo por mi parte digo: Más que su profesión, donde supo destacarse con la inteligencia que le es caracteristica a su familia, siempre me llamo la atención su calidad humana sin tizne moral, el saludo amable sin rastros de hipocresía, su apreciación justa de la vida y de las cosas, la bondad natural que era el reflejo y adorno de su rostro y el cual inspiraba confianza a todo aquel que se le acercara a él como amigo.
¿Y qué decir de su familia, los Buaiz, a quienes papá y yo solíamos visitar de contínuo, y con quienes se enfrascaba a disertar o contradecir amablemente temas de carácter político o ideólogico? Despues de la caída del Muro de Berlín papa le hizo notar no sin poca malicia a Yuri el supuesto fracaso del comunismo, a lo que él contesto: "Es que ellos no eran comunistas, Comunista soy yo." Una familia de esas que ya no se ven, que aún no se ha tragado la desgarradora postmodernidad, a la que solemos aplicar el cliché de los de "La San Juan de Ayer", de aquellas que te dan la bienvenida con gesto afable, amplia sonrisa y una humeante y tradicional taza de café. Estas familias ya se extinguen.
Unos quince o diez dias antes de su deceso, un domingo por la tarde, viniendo yo de no sé donde, me encontré a mi amigo Douglas. Venían de una parcela. Despues del acostumbrado saludo saturado de amabilidad y mucha humildad ( una de sus cualidades por excelencia ) me preguntó que como estaba, con la virtud sagrada de su afecto y, acto seguido, me invitó a su casa. "Tienes tiempo que no pasas," me dijo. "Acercate por allá para que te tomes una taza de café y hablemos un rato." Yo le respondí que iría y les mandé por su intermedio saludos a su familia, pero algunas minucias domésticas y laborales me impidieron ir y heme aquí ahora, lamentandome. A veces ignoramos cuan estúpidos podemos llegar a ser al no darle la importancia que ciertas cosas y personas se merecen.
Es de noche, la noche del último adios, como dicen los poetas y camaradas. Veo lágrimas y flores por doquier. Observo condolencias en rostros más confundidos que compungidos. ! Es que era tan joven! ¿Por qué se nos va una vida que es juventud, promesa, proyecto de vida? Justamente lo que no debemos preguntar. Camino hacia el féretro. Me asomo con cierto temor. ¿Qué veré? Preferiría recordarle vivo. Lo contemplé por largo rato. Seguía siendo él. Las virtudes no habían abandonado. Se negaban abandonar su faz. Seguia siendo él y hasta esperé que me hablara.
Parecía el escultórico perfil de una estatua griega.
18 Septiembre 2009

Imagen tomada de http://linch.wordpress.com/2007/04/19/adios/

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