martes, 16 de febrero de 2010

ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS DE PARAPARA EN DOCUMENTOS DEL OBISPO MARIANO MARTÍ DE1780


Ponencia presentada en las

VII JORNADAS DE GEOHISTORIA DE PARAPARA

Parapara, sábado 30 de enero de 2010





Carlos A. López Garcés

Cronista de Altagracia de Orituco

Municipio José Tadeo Monagas

Estado Guárico









CONTENIDO


1.- La tierra

1-1.- Ubicación

1-2.- Uso

1-3.- Tenencia

2.- Pulpería

3.- Esclavos

4.- Capital eclesiástico

4-1.- Prorrateo

4-2.- Renta del cura

4-3.- Renta de la Iglesia

4-4.- Otras fuentes

4-4-1.- Censo de la Lámpara del Santísimo

4-4-2.- Terceras dominicas

4-4-3.- Relicario de Nuestra Señora de la Peña

4-4-4.- Entierros

4-4-5.- Excedente

4-4-6.- Posibilidades faltantes

5.- Mandatos

Referencias

Bibliografía

Apéndice


ALGUNAS CARACTERÍSTICAS ECONÓMICAS DE PARAPARA

EN DOCUMENTOS DEL OBISPO MARIANO MARTÍ DE1780


El Obispo Mariano Martí permaneció en Parapara desde el 10 hasta el 16 de mayo de 1780(1), con la finalidad de visitarla pastoralmente para conocer el estado de aquella parroquia, como lo estaba haciendo con otras de la diócesis venezolana, que a él le correspondía atender por su condición de máxima autoridad eclesiástica diocesana. La visita le sirvió al prelado para obtener abundante información acerca de la comunidad paraparense, lo que ahora es fuente de consulta para los interesados en la historia colonial de las regiones y localidades venezolanas. De esas noticias son extraídas algunas características económicas de Parapara, expuestas a continuación de este párrafo, mediante las cuales es factible deducir la situación de pobreza de esta parroquia entonces:


1.- La tierra

1-1.- Ubicación:

Martí observó que el pueblo estaba ubicado a orillas del río Paya, a una cuadra y media o dos cuadras de la iglesia, y circundado por cerros que no eran muy altos, cuya distancia entre ellos, de norte a sur, no era más de un cuarto de legua, a lo máximo(2).

1-2.- Uso:

Las tierras de los cerros inmediatos a Parapara eran buenas y aún mejores que las cercanas a Ortiz(3). Eran provechosas para la agricultura y la ganadería, que eran las actividades económicas básicas de la parroquia paraparense, donde habitaban más de dos mil personas, cantidad que incluía blancos, negros, mulatos, zambos y algunos indios desperdigados. No faltaría la abundancia de gente en esta localidad, motivada por lo favorable de sus suelos, que, según se afirmaba, eran muy buenos para engordar ganado; tanto que de los Llanos y de la otra banda del Apure enviaban reses a Parapara para engordarlas, lo que se lograba bien en apenas dos meses, dada la buena calidad de los pastizales que producían esos cerritos, para luego enviarlas a Caracas donde las vendían bien(4).

Los ricos en el pueblo eran muy pocos, de cuyas propiedades el Obispo no hizo referencias específicas. La mayoría de los vecinos eran pobres, que practicaban la agricultura de subsistencia, mediante el cultivo de maíz, yuca, arroz, plátanos, legumbres, ñame y otras raíces; amén de la leche producida con las diez, veinte o más o menos reses que tenían regularmente, junto con la mula o el caballo que les servía para el transporte(5).

Los pobres podían vivir mejor aquí que en otros lugares, porque las tierras de estos cerritos y cañadas o quebraditas eran buenas para la siembra(6), particularmente en el transcurso del período de lluvias, que resultaba beneficioso para una agricultura abundante, en oposición con lo ocurrido durante el lapso de sequía, cuando, como es obvio, casi todo se secaba, aunque en este intervalo temporal los cerros conservaban algún pasto, con el que se mantenían mejor las reses que en otros parajes(7).

1-3.- Tenencia:

Es conveniente resaltar que Martí no tomó notas relacionadas con la tenencia de la tierra de uso agrícola por propietarios particulares, aunque es factible suponer la existencia de terratenientes por cuatro razones elementales: una, había un grupo minoritario de ricos en Parapara; dos; la base económica del pueblo era la agricultura y la ganadería; tres, entre los pobladores había un numero considerable de esclavos, sujetos al mandato de sus dueños; cuatro, la tierra es un factor primordial de producción


2.-Pulpería:

Había una pulpera de nombre Inés Mujica, quien monopolizaba arbitrariamente la venta de aguardiente de caña en su casa y en otras ocho del pueblo, aún cuando el expendio de ese producto estaba prohibido, lo que generó un enfrentamiento de su marido en segundas nupcias, don Juan Gamarra, con el cura párroco, bachiller don Andrés Curbelo, a tal extremo que ameritó la intervención del Obispo(8).


3.- Esclavos:

Representaban una inversión para la mano de obra en las unidades de producción y para el servicio doméstico. El Obispo Martí citó la cifra de 200 esclavos negros y mulatos, además de los 257 negros libres(9). Debe decirse que Pablo Vila, meritorio investigador español, calculó que habrían sido 462 esclavos, de los cuales 262 no fueron declarados y en su conjunto equivalían a una inversión de 73.920 pesos(10).


4.- Capital eclesiástico

La formación del capital eclesiástico parroquial era de naturaleza parasitaria, pues dependía de los pagos, las limosnas y otras dádivas o donaciones que los feligreses podían hacer, escasamente, para cumplir con sus deberes religiosos. Estos aportes servían apenas para la sobrevivencia del cura, bachiller don Andrés Curbelo, y el sostenimiento de la institucionalidad, que estaba representada en la organización de la iglesia parroquial paraparense, la cual funcionaba bajo la advocación de Santa Catalina de Sena. Los ingresos recaudados procedían de diferentes fuentes y eran distribuidos entre el párroco y la institución eclesiástica de la siguiente manera:

4-1.- Prorrateo:

Los vecinos, tanto ricos como pobres, debían pagar cada año doscientos cincuenta pesos prorrateados entre ellos, doscientos de los cuales correspondían al párroco por concepto de estipendio y cincuenta a la Iglesia para el pan, vino y cera. Sin embargo, el aporte para el cura había disminuido anualmente en unos cien pesos y para la Iglesia en veinticinco, debido a que había sido calculado entre numerosos pobladores, varios de los cuales se habían mudado del pueblo, algunos habían muerto y otros habían empobrecido, por lo que el Obispo solicitó del cura la realización de un nuevo prorrateo con la sustitución de los fallecidos, ausentes y pobres con vecinos ricos para evitar el perjuicio propio y el de la Iglesia, en el pan, vino y cera, de lo cual siempre había cuidado el padre Curbelo porque no había habido mayordomo.(11)

4-2.- Renta del cura

Además de lo percibido por concepto de prorrateo, el cura párroco recibía: cuarenta pesos de primicias, cuarentidos pesos de misas cantadas de obras pías, trescientos cincuenta y siete pesos y seis reales de obvenciones de misas cantadas particulares, bautizos, velaciones, entierros, honras, etcétera, y cinco pesos por certificaciones y proclamas, para un total de seiscientos cuarenticuatro pesos y seis reales(12).

4-3.- Renta de la Iglesia

Estos ingresos estaban a cargo del mismo presbítero Curbelo. Al prorrateo antes mencionado se agregaban, únicamente, los derechos parroquiales por concepto de incensarios, señas, cera, en los entierros mayores y los de sepultura que se daban a personas forasteras, porque los vecinos no pagaban este derecho, alegando que habían construido la iglesia y pagaban estipendio para la oblata, cuyas obvenciones sumaban regularmente diez pesos y cuatro reales cada año, más treintidos pesos de limosnas recolectadas en el vecindario para la luz de la lámpara(13).

4-4.- Otras fuentes

4-4-1.- Censo de la Lámpara del Santísimo:

Esta figura se mantenía con el aporte de limosnas; aún cuando tenía asignado un censo de quinientos pesos, del cual solo se cobraban apenas diez pesos cada año (equivalente al dos por ciento) porque estaba prácticamente perdido(14).

4-4-2.- Terceras dominicas:

Eran festividades dominicales realizadas mensualmente con toda solemnidad por el costo total de seis pesos, pagados con la limosna asumida por un vecino distinto cada mes, hasta completar los doce meses de cada año(15).

El prelado visitante advirtió que los blancos hacían las fiestas en los primeros seis meses del año y los mulatos, negros, zambos, etcétera la hacían en los seis meses restantes. Cada casta cargaba varas de palio en los meses que le correspondían, sin mezclarse los blancos con las otras castas(16), lo cual revelaba una franca discriminación racial aceptada por la Iglesia y motivada por las diferencias sociales y económicas.

4-4-3.- Relicario de Nuestra Señora de la Peña:

La devoción de los feligreses a figuras de divinidades particularmente venerables constituía otra opción de ingresos para la Iglesia. Un caso concreto era la imagen de Nuestra Señora de la Peña que había en la iglesia parroquial de Santa Catalina de Sena, la cual había sido encontrada por un indio sobre unas piedras, sesenta años atrás, aproximadamente, después de una creciente de una quebrada en el Valle de las Yeguas, distante del pueblo unas doscientas leguas hacia un monte impreciso. Era una imagen milagrosa por la que la gente sentía mucha devoción. Un devoto dotaría la fiesta de esta Divina Señora el día 8 de septiembre con doscientos cincuenta pesos; otro creyente solicitaba limosnas con permiso del Obispo para pedirlas por tres años, con la finalidad de hacerle la fiesta anual como lo había hecho anteriormente(17).

4-4-4.- Entierros:

Los vecinos de Parapara alegaban su contribución con el pago del estipendio asignado al cura párroco y del pan, vino y cera de la iglesia para no pagar los enterramientos dentro del templo de Santa Catalina de Sena; sin embargo, esta práctica fue restringida por el Obispo, quien, ante esa circunstancia, dispuso que fuesen enterrados en el último o quinto tramo y si querían ser enterrados en uno superior debían pagar a la fábrica de la iglesia lo correspondiente al tramo seleccionado(18).

4-4-5.- Excedente:

Podía suceder que a la hora de entregar cuentas hubiese un gesto dadivoso, como en aquella oportunidad, cuando el padre Curbelo se las entregó al Obispo con veintiún pesos de saldo a favor suyo, pero optó por donárselos a la iglesia que él administraba(19)

4-4-6.- Posibilidades faltantes:

En el pueblo no había cementerio, obras pías ni cofradías, lo que restaba posibilidades de más ingresos para la iglesia(20).


5.- Mandatos:

No es descabellado deducir que el Obispo Martí dictó ciertas medidas para mejorar las rentas de la iglesia paraparense, entre las cuales estaban las siguientes: uno, el cura párroco debía realizar un nuevo prorrateo entre los pobladores, con la sustitución de los fallecidos, ausentes y pobres por vecinos ricos para evitar perjuicios propios y de la Iglesia, de lo cual siempre había cuidado el padre Curbelo por la falta de mayordomo(21); dos, que en lo adelante solo se dieran las sepulturas de gracia en el cuarto tramo del templo parroquial y que si alguno la eligiere en otro pague los derechos respectivos(22); tres, la construcción de un cementerio, porque en el pueblo no lo había(23); cuatro, el cura debía practicar las correspondientes diligencias para cobrar los quinientos pesos de capital y sus réditos, con los que estaba dotado el censo de la luz de la lámpara, que, aunque hacía mucho tiempo que no se pagaban esos réditos, sí se sabía el estado de las fincas y, al parecer, según los papeles que existían en poder del párroco, se podía asegurar la mayor parte de aquel capital si todo no era posible(24).


RERFERENCIAS


(1) Martí: 1969, t. II, pp. 183, 192.

(2) Ibídem: pp. 185,189

(3) Ibídem: p. 183.

(4) Ibídem: p. 189.

(5) Ibídem: p. 185.

(6) Ibídem: p. 189.

(7) Ibídem: p. 185.

(8) Ibídem: p. 190

(9) Ibídem: t. VII, p. 35

(10) VILA: 1981, vol. II, pp. 152,153.

(11) Martí: op. cit., t. II, pp. 184, 185.

(12) Ibídem: t.VII, p. 34.

(13) Ibídem.

(14) Ibídem: t. II, p. 185.

(15) Ibídem.

(16) Ibídem: p. 185.

(17) Ibídem: pp. 188, 189.

(18) Ibídem: p. 192.

(19) Ibídem: t. VII, p. 34

(20) Ibídem: t. II, pp. 184, 185; t. VII, pp. 34, 35.

(21) Ibídem: t. II, pp. 184, 185

(22) Ibídem: t. VII, pp. 34.

(23) Ibídem: t. II, pp. 184.

(24) Ibídem: t. VII, pp. 34.


BIBLIOGRAFÍA


MARTÍ, Mariano. Documentos relativos a su visita pastoral de la Diócesis de Caracas. 1771-1784. Caracas. Biblioteca de la Academia Nacional de la Historia, t. II y VII, 1969. (Fuentes para la Historia Colonial de Venezuela).

VILA, Marco Aurelio. Antecedentes coloniales de centros poblados de Venezuela. Caracas. Coedición de la Dirección de Cultura y Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, 1978.

VILA, Pablo. El Obispo Martí. Caracas. Facultad de Humanidades y Educación de la Universidad Central de Venezuela, vol. II, 1981.


APENDICE


GLOSARIO ELEMENTAL



A continuación se presenta la definición de algunos términos, de acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), vinculados a su aplicación en la Iglesia:

Estipendio: tasa pecuniaria, fijada por la autoridad eclesiástica, que dan los fieles al sacerdote para que aplique la misa por determinada intención.

Honra: oficio solemne que se celebra por los difuntos algunos días después del entierro y también anualmente.

Oblata: dinero que se da al sacristán o a la iglesia por razón del gasto de vino, hostias, cera u ornamentos para decir las misas.

Obvención: utilidad, fija o eventual, además del sueldo que se disfruta.

Primicia: prestación de frutos y ganados que además del diezmo se daba a la Iglesia.

Prorrateo: repartición de una cantidad, obligación o carga entre varias personas, proporcionada a lo que debe tocar a cada una.


Imagen tomada de http://gracitano-orituco.blogspot.com/

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