lunes, 6 de junio de 2011

VALLEPASCUENSERÍAS (4)

Manuel Soto Arbeláez

(Soy como el espinito/que en la sabana florea/doy aroma al que pasa/ y espino al que me menea).

La numeración romana que sigue es continuación de los tres artículos anteriores:

XV. La Pascua y Chaguaramas. Cojo Ilustrado. En la catalogación del año 1902, página 390 de la revista venezolana El Cojo Ilustrado, aparece una nota sobre el sermón pronunciado por el Pbro. Dr. Julián Esparta y Garay, cura de Chaguaramas y cura de paso en La Pascua por enfermedad del párroco titular y vicario Dr. Pedro José Miserol. El sermón fue pronunciado en “La Santa Iglesia Parroquial de Valle de la Pascua con motivo de la celebración de la primera misa del presbítero Juan Ramón Ortiz el día 02/03/1902”(..). El padre Ortiz fue un humilde venerable cura que todavía a finales de los años 1940s ejercía su oficio en estos pueblos del Guárico. Se le recuerda ya anciano gibado y forrado en su sotana negra caminando por la calles de Valle de la Pascua en medio de grandes calorones. Iba a visitar enfermos y a consolarlos. Fue el primer cura vallepascuense en ser tonsurado y haber recibido la sagrada colación, siendo el obispo de la diócesis monseñor Felipe Neri Sendrea. El Dr. Esparta y Garay fue titular de la parroquia La Candelaria a la muerte en 1907 del Dr. Miserol. Garay hubo de salir espetaperros de La Pascua por problemas de faldas. Por su parte el Padre Pedro José Miserol fue bachiller en Ciencias Eclesiásticas, Cánones, en 1866; Licenciado en Ciencias Eclesiásticas, Cánones, el mismo año y en igual año obtuvo el título de doctor en Ciencias Eclesiásticas, Cánones. En otras palabras, era graduado de canonista o Derecho Canónico. Miserol era zuliano, pariente cercano del general montonero Venancio Pulgar, gran ladrón socio de Guzmán Blanco, quien trató en dos oportunidades de separar al Zulia de Venezuela creando un estado independiente. Los zulianos, gente de honor y patriotas, no lo respaldaron en tamaña locura.

XVI. Plaza Bolívar de Valle de la Pascua. En documentos registrados en 1901 y 1905 la señorita niña vieja Ana Guásco señala que la casa que le compró en 1897 al presbítero doctor Pedro José Miserol, limitaba por el naciente con “La Plaza Principal”. Dos años después; en el periódico El Candil, del 11.11.1907, dirigido por el médico Miguel Lorenzo Ron Pedrique; se le llama Plaza Bolívar. Cabe entonces preguntarse, ¿Cuándo se produjo el cambio de nombre? Se sabe, por ejemplo, que la Plaza Mayor de Caracas tuvo varios nombres previos tales como Plaza Pública, de Armas, Central, Plaza Vieja, de la Constitución, de la Reunión, de la Catedral y Plaza Principal hasta que en 1874 el general Antonio Guzmán Blanco la reinauguró con el nombre de Plaza Bolívar, con la famosa estatua ecuestre del Libertador en su centro geométrico. En el estado Aragua casi ninguna plaza principal lleva el nombre de Bolívar. Allí se les ha llamado Girardot, Urdaneta, Ribas, Sucre y en general con el apellido del héroe epónimo del municipio. Conocemos documentalmente que la plaza central de la aldehuela vallepascuense existió por lo menos desde 1823, como le relató don Ricardo Escobar Gutiérrez al doctor Víctor Manuel Ovalles Carlomán, al decirle, y después confirmarle en carta suya de 1902 al farmaceuta racionalista que “La única diversión que había en el pueblo a partir de 1823 era la celebración cada sábado de bailes en la plaza principal. A esos eventos los hombres debían aportar un haz de leña para el alumbrado, mientras que las damas, vestidas con telas burdas de zaraza o crehuela, traían una taparita con agua fresca”(..). Son palabras más o menos, la descripción que hace Escobar. Posteriormente, en 1831, con motivo de la reunión en esa localidad entre los generales José (Judas) Tadeo Monagas Burgos y José Antonio Páez Herrera -a la sazón presidente de la naciente república-, se decidió llamarla “Plaza de la Paz” y en 1834 se colocó en su centro una horrible escultura que el pueblo de seguidas comenzó a llamar burlonamente María la Paz. Es más, como sorna despreciativa a las mujeres poco agraciadas se les arrequintaba con indolencia este cognomento, las pobres se conformarían -digo yo- exclamando “Bella es el alma”. Esta fea pieza de escultura fue desmontada en la década de los años 1870s para colocar un busto del general José María Zamora Rengifo, nativo del lugar y héroe de la independencia. El busto todavía existe en una placita a la salida hacia Tucupido llamada Plaza Zamora, en homenaje a este héroe y no al demagogo esclavista Ezequiel Zamora, como alguna gente ingenua cree. Seguramente al rebautizar a la plaza principal como Plaza Bolívar entre 1905 y 1907 -como hemos anotado- se colocó en su centro un busto del Libertador y suponemos que el cambio de nombre debió ser hecho con la aprobación del Concejo Municipal del Distrito Infante mediante Acta Solemne, que debe estar en los archivos municipales. Después este sitio de reunión de los pascuenses ha sufrido varios cambios. En fotos de los años 1930s, se ve claramente que el cercado era con estantes de guatacaro, palosano, o cualquier otra madera dura.

XVII. Una reflexión. Los jóvenes, por su gran capacidad de lucha, han sido propiciadores de cambios históricos en la vida de los pueblos y naciones. En 1810 surgieron, como salidos debajo de la tierra, los jóvenes revolucionarios Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Santiago Mariño, el padre Madariaga, Juan Germán Roscio y el resto de ellos que integraron las fuerzas militares y civiles de la Independencia. ¿Dónde habían estado antes? La explicación sería que los pueblos tienen siempre su reserva de líderes aún cuando no sean muy visibles. Basta un conflicto social o político para que salgan a la luz pública. Así, en la Semana Santa de 1928 se dio el mismo fenómeno sociológico al integrarse cadetes, jóvenes oficiales de las fuerzas armadas y jóvenes estudiantes y obreros en la noble empresa de tratar de derrocar al tirano Juan Vicente Gómez Chacón. Fueron esos mismos jóvenes quienes irrumpieron abiertamente en la política venezolana en 1936. En 1958 hubo una nueva camada de dirigentes al producirse la caída del régimen de Marcos Pérez Jiménez. En estos últimos casos los muchachos inventaron la política sin recurrir a la guerra. Como dice Manuel Caballero: “El discurso sustituyó al arma. Venezuela se bajó del caballo”(..). Ellos sembraron la semilla de la civilidad en contra del caudillismo militar que tanto daño ha ocasionado al país. ¿Estaremos en presencia de una repetición de la historia? ¿Serán estos jóvenes de los inicios del siglo XXI capaces de mantener despiertos en los sentimientos del pueblo, su afán de tener una vida mejor a través de una conducción limpia de rezagos militaristas corruptos? MSA. E-Mail: manuelsotoarbelaez@yahoo.com Los libros El Guárico Oriental 1, 2 y 3 en Librería La Llanera, calle Guásco frente a la plaza Bolívar, Valle de la Pascua. El # 1 y el # 3 en papel; el # 2 en digital

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