martes, 2 de abril de 2019

ORIGEN DEL TOPÓNIMO ALTAGRACIA DE ORITUCO


Carlos A. López Garcés
Cronista de Orituco
           

Vista panorámica de Altagracia de Orituco. Foto: Henrique Avril; publicada en El Cojo Ilustrado Nº 94, Caracas, 15 de septiembre de 1895, p. 726.

La idea de explicar la procedencia del nombre Altagracia de Orituco ha originado dos versiones tradicionales, que son repetidas con mucha frecuencia aun en instituciones oficiales. De acuerdo con la primera, de menor difusión, ese toponímico es debido a la alta gracia que el rey de España concedió a los indios guaiqueríes orituqueños, cuando les otorgó el terreno de la población como respuesta a la solicitud sobre ese particular que había hecho el corregidor y justicia mayor, alférez Martín Pellón y Palacio a mediados de 1714, ante un juez comisionado para tal efecto. Según la segunda, la más divulgada, los guaiqueríes defendieron con lealtad unos derechos territoriales pertenecientes a su comunidad, en un pleito judicial que sostuvieron contra el guipuzcoano José Diego de Aragort Yriarte, quien pretendía apropiarse de tales derechos en litigio. El rey -continúa la leyenda- agradecido por la lealtad de esos indígenas, les otorgó la alta gracia de no pagar impuestos y de aquí proviene el nombre del poblado.     
            Debe decirse que en la primera versión es verdad la demanda de un nuevo territorio hecha por Pellón y Palacio en el año señalado para la reubicación de los indígenas, cuyas tierras, que habían sido asignadas cuando fundaron el pueblo, estaban invadidas por hacendados vecinos; además, que en la segunda lo cierto es lo de la contienda  judicial entre las partes mencionadas, sucedida de 1807 a 1812. No obstante, ninguna de las dos tiene relación con el origen del nombre del pueblo, porque éste lo tenía mucho antes de los sucesos que ocasionaron las versiones comentadas. Así lo revelan distintos documentos, de conformidad con los cuales la denominación del poblado es de esencia católica, pues proviene de la Virgen de Altagracia que, desde el punto de vista religioso, es la advocación conferida a la Virgen María por recibir el don excelso, el beneficio divino, la alta gracia de ser la madre del hijo de Dios. 
            Es pertinente recordar que la población comenzó sin nombre propio el 1º de marzo de 1694 y no se ha definido cuando se lo dieron ni cuando fue creada esta parroquia eclesiástica. Sin embargo, escrituras correspondientes a partidas de bautismos registradas en el libro respectivo de San Miguel del Rosario de los años 1697 y 1698, firmadas por el padre Juan de Barnuevo, que están resguardadas en el Archivo de la Parroquia Nuestra Señora de Altagracia (Altagracia de Orituco, estado Guárico), sirven para evidenciar la naturaleza católica del topónimo en estudio, tal como se demuestra seguidamente:  

            “[Al margen: Domingo Candelaria]. En 3 de febrero de 97 años, baptise [sic], puse óleo y crisma y di bendiciones a Domingo Candelaria, hijo legítimo de Juan Astasio [sic] y de Juana María. Fueron sus padrinos: Juan de Muñoz y María, su mujer. Todos asistentes en esta población de Altagracia. Y porque conste lo firmé. [/] Juan de Barnuevo.”
[…]
            “[Al margen: Juan Assencio]. En 30 de mayo, año de 97, baptise [sic] y puse óleo y crism[a] [roto]ciones a Juan Assencio [sic], y hi[jo] legítimo de Gaspar y Jas[roto] de la población de Nuestra Señora de Altagracia. Fueron sus padrinos: [roto] y Polonia de dicha población. Y para que conste lo firmé. [/] Juan de Barnuevo.”

            Con esta información documental puede inferirse que al pueblo de indios guaiqueríes, como era conocida inicialmente aquella comunidad, le habrían dado el nombre de Nuestra Señora de Altagracia entre marzo de 1694 y enero de 1697. Ese toponímico estaba ratificado el 6 de enero de 1698, cuando el padre Barnuevo bautizó a Maricela [sic], quien era hija de una viuda pagana llamada Antonia y cuyo padrino fue “…Agustín Mosqueda, vecino deste [sic] pueblo de Nuestra Señora de Altagracia…” Aquel cura también le administró el sacramento ese mismo día a Isabel, hija de Francisca y Tuare, indios adultos, y quien tuvo por padrinos a “…Antonio Caracas [sic] y Phelipa, asistentes en este pueblo de Nuestra Señora de Altagracia…” Además, en igual fecha procedió a bautizar a “…Juana, hija de Orocope y Caraspane, indios paganos, y fue[roto]drinos Domingo de Alfaro y Juana, su mujer, asistentes en es[roto] Nuestra Señora de Altagracia…”
            Otra prueba sobre el origen religioso del topónimo comentado la muestra un inventario hecho el 22 de junio de 1709, con motivo de la entrega del templo gracitano por parte del padre Jacinto Vanders al cura Juan Vicente de Ortuño; allí dice textualmente al inicio: “En este pueblo de Nuestra Señora de Altagracia, de indios guaiqueríes, jurisdicción de San Sebastián de los Reyes, en veintidós del mes de junio de mil setecientos y nueve años…”  Una evidencia más está contenida en la propia solicitud de terrenos para la reubicación de los indígenas pobladores de Altagracia realizada por Pellón y Palacio en julio de 1714, en la cual puede leerse al principio lo siguiente: “El alférez Martín Pellón y Palacios [sic], corregidor y justicia mayor de este pueblo de Nuestra Señora de Altagracia, de indios guaiqueríes…” Este dato contradice por sí mismo la primera versión sobre la procedencia del topónimo que motiva este escrito. También es  oportuno anotar que el obispo Mariano Martí observó, en marzo de 1783 cuando visitaba pastoralmente a las parroquias orituquenses, que al pueblo lo llamaban comúnmente “…de Altagracia por ser éste el título de su patrona…”  
            Es conveniente resaltar que el toponímico estudiado es consecuencia de modificaciones sucedidas con el transcurrir de los años. El caserío empezó sin nombre propio y era conocido sencillamente como pueblo de indios guaiqueríes (valga la repetición); luego, al poco tiempo de su comienzo, fue identificado como pueblo de doctrina de Nuestra Señora de Altagracia; así era todavía en las últimas décadas del siglo XVIII cuando empezaron a ampliarle la denominación y pasó a ser pueblo de Nuestra Señora de Altagracia de Orituco, hasta que llegaron los cambios republicanos de la segunda mitad del siglo XIX cuando desapareció el Nuestra Señora y fue llamado solamente Altagracia de Orituco como todavía se le conoce.
            El complemento Orituco deriva del río a cuya orilla está ubicado desde su origen. Esa palabra proviene del quechua uritu-cu, que significa guacamayas, loros, cotorras, pericos, periquitos, etcétera; así en plural, con sentido de abundancia, indicado por la partícula  cu, co que es un aumentativo adjetivante, pues el singular es uritu, voz usada por los incas para identificar genéricamente a una de esas aves psitácidas. 


Altagracia de Orituco, 15 de junio de 2018.

Nota. Para mayor información pueden ser consultados los libros Altagracia de Orituco: Un topónimo y su gentilicio y Tiempos coloniales de Altagracia de Orituco (1694-1810), cuyo autor es el mismo de esta síntesis.

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