sábado, 20 de junio de 2009

José Rodríguez Sáez: Político y Escritor

Ponencia presentada en el Encuentro de Historiadores y Cronista en Tucupido, Estado Guárico. 11 de junio de 2009


Argenis Ranuárez A.


(Abogado y Cronista Oficial de San Juan de los Morros, estado Guárico, Venezuela)





José Rodríguez Sáez, nació en 1938 en el Caro de la Negra, caserío situado entre Tucupido y Zaraza. Murió en accidente aéreo, en San Rafael de Laya, en 1983.

Rodríguez Sáez fue una inteligencia superior al servicio de Venezuela, en su doble faceta de político y escritor.

Don Lorenzo Rubín Zamora, el quijote de la cultura guariqueña, así escribió en su “Diccionario biógrafo del Estado Guárico”:

“Rodríguez Sáez (José), meritorio guariqueño quien de su modesta condición de hijo de cuna humilde, pero honorable familia campesina, ha alcanzado con sus propios esfuerzos, una posición elevada como literato y como político. Es “orador de grandes recursos y trabajador incansable”. Ha sido electo diputado al Congreso Nacional por el estado Guárico, mandato que no ha ejercido por compromisos ineludibles con el movimiento obrero.

Es autor del libro “Oratoria para un militante de base”, aparecido en 1971. nació en Tucupido (1938), casado con Khena Ruiz. Hijos: José Humberto, Yoquikenio, José Guillermo, Luis Gerardo, Juan Bautista y Beatriz Rodríguez Ruiz”.

Este hombre vivió menos de medio siglo y sin embargo dejó huella profunda durante su corta travesía terrena. En Tucupido, donde fue obrero petrolero, pasó a San Juan de los Morros, como alto dirigente regional del partido Copei y de allí a Caracas, donde ejerció la dirigencia nacional de esa organización política y donde inició su actividad como escritor.

Era un orgullo para Rodríguez Sáez haber nacido en esta tierra. Como orgullo era su origen humilde y su condición de campesino y de obrero. Su aguda inteligencia le permitió pasar de dirigente local a distrital, regional y nacional. En lector emprendido, acucioso, investigador de la sociología, la psicología social, la antropología y de los estudios políticos. Estaba al día en materia económica y en literatura fue apasionado de los clásicos. En su bien cultivado forma expresiva, citaba con frecuencia a Twain, Hemangway, Poe, Cervantes, Tolstoi y Bolívar. Así como fue de bueno su discurso en actos políticos, lo fue su prosa sobre historia regional y nacional, buena fue su palabra en la amena conversa, caracterizados todos por la contundencia propia de los convencidos, que solo con argumentos convencen. Rodríguez publicó nueve obras, suficientes para ganarse puesto de honor en la historia política y en las letras regionales. Vivió siempre de prisa, como si presintiera la temprana llegada de la hora final, estuvimos cerca de ese hombre, formamos parte de su equipo de gobierno, y de él recibimos manifestaciones de aprecio.

De los Estados Unidos nos trajo unas manos cruzadas en actitud de oración manos de grueso, pesado y transparente material. Cuando lo veíamos en su peculiar manera de verse aquellas manos gigantes y frotárselas, pensamos que algo o mucho se tenía entre sienes con las manos. Cuando escribió sobre Páez, escogió las manos del centauro como tema, y como título: “las manos de Páez”.

José, simplemente José, vivió su lugar y su tiempo. Lo vimos enamorado de la vida, del amor, de las mujeres, de los hijos y del Guárico, donde predicó para la formación y cultivo del sentimiento regional; la guariqueñidad, constante en su palabra, palabras que sonaba como él se veía, entusiasta hasta el final.

Del José Rodríguez Sáez, hombre público, guardamos el recuerdo bueno de un llanero de muchas lecturas, aguda capacidad crítica, vitalidad inagotable, nobleza con su adversario, solidaridad humana donde fueron a beber sedientos y a abusar oportunistas. Del escritor, la admiración a un creador que manejó con maestría el idioma de Cervantes, que prosa cargada de imágenes frescas y espontáneas como el mismo.

En este “I Encuentro de Historiadores, Cronistas e Investigadores” de su amado Tucupido, no vamos a perder oportunidad tan valiosa para referirnos a una de sus obras, “Ribas, el hombre del gorro frigio y su trágico final en Tucupido”. (San Juan de los Morros, Gobernación del Estado Guárico, 1983).

Esa obra constituye un aporte invalorable para el conocimiento de una vida ejemplar, truncada por la mano criminal tras la delación. . El libro tiene prólogo del académico Adolfo Rodríguez, quien bajo el título “Para la Biografía del heroísmo” esto dice sobre el autor:

“El reto de conmemorar a Bolívar en nuestro estado, desde 1980 nos ofreció esta posibilidad de conocer a José Rodríguez Sáez, que dice de un intelectual prestado a la oratoria, un orador prestado a la política, un político prestado a la administración pública… su lar doméstico – Tucupido o el Caro de la Negra- ostentaba ya en el joven líder haber sido periodista de circunstancias duras… de eso nos habla este discurso, estos escalofriantes detalles de un ímpetu aún poco conocido y que tiene en Rodríguez Sáez un baqueano que pesquisa, compara, discute, reporta, concluye, relata, acota en minucias que aclaran, para esa clase magistral que desde la tribuna de 1983 los mejores hijos del Guárico nos dedicamos a dar oportunamente.”.

El trabajo de José Rodríguez Sáez tiene fotografía y reproducciones de Carlos Hernández. El autor lo dedica “al señor presidente de la República, Dr. Luis Herrera Campins,” como un modesto pero sentido testimonio de reconocimiento a su empeño por animar y motivar al país, para los grandes tributos que se le han rendido al Padre de la Patria en el bicentenario de su nacimiento”.

El dilecto hijo del Guárico gobernó a su estado por disposición de Herrera Campins, su entrañable amigo. Rodríguez Sáez hace un paneo desde el descubrimiento en 1492, pasa por la Revolución Francesa, la Guerra de ocho años de los EE.UU, contra Inglaterra, y sobre la situación de Europa desde finales del siglo XVIII. Con una prosa cargada de lirismo, trata sobre los primeros intentos de independencia”, con la fuerza de sus contundentes afirmaciones, van también sus interrogantes.

“¿Cuántas veces fue tumbada y cuantas veces volvió a erigirse como una fiera herida?. ¿Cuántos de sus hijos, rebelados contra la prepotencia hispana, regaron con su sangre y con sus huesos su propia tierra?, ¿cuántos crespones de luto se hicieron cruces a lo ancho y largo del camino?.

José – simplemente José, como se le llamaba aquí, allá y más allá – trata los últimos días de Bolívar en Santa Marta. Al preguntarse que sortilegios, que potencias celestiales alentaron al Libertador, a emprender tantas proezas y sacrificios, el mismo se responde: “Surge de su pasión por la justicia y la igualdad, de su vergüenza por la esclavitud colonialista, de su generosidad y desprendimiento sin límites de su amor por los sagrados derechos del hombre y de los pueblos”.


RIBAS, EL HOMBRE DEL GORRO FRIGIO


Diecisiete páginas de su obra dedica José Rodríguez Sáez el prócer José Félix Ribas. Lo ubica entre los pocos que alcanzaron ceñirse los Laureles de la Gloria, “una estrella fugaz en el cielo de la patria, pero cuya estela luminosa quedó grabado para siempre en la memoria agradecida de su pueblo”.

El autor expresa su convicción sobre el valeroso Ribas que derrotó a Boves en la Victoria, el 12 de febrero de 1814, ubicando en ese día de gloria para la patria, el encumbramiento de Ribas en el pedestal de la historia. Cita a Juan Vicente González, a Uslar Pietri, Eduardo Blanco, Miguel Angel Mudarra, Guillermo Morón, Vicente Lecuna y a una buena cantidad de historiadores. Magistral es el esbozo Rodríguezsaeziano sobre la breve vida de la Primera República, “primer gran fracaso de nuestra experiencia como país libre”, dice, al tiempo que reivindica a Miranda – eco de las voces de Parra Pérez y Adriani – sobre las infundadas acusaciones de traición a la patria y manejo indebido de dinero. Ribas, tío del Libertador, huye con éste a la Nueva Granada, tras la capitulación de Miranda,JRS da detalles.

No vacila en calificar el ajusticiamiento de José María España, caudillo de la Revolución de 1787, como elemento importante en las conviciones de Ribas, testigo de aquel espectáculo de horror en la plaza Mayor de Caracas. Cuando Ribas tiene 24 años, Refiere el exilio de la familia Ribas en Curazao, los estudios de Ribas en el Seminario San Francisco “sin saber que el destino caprichoso habría de sustituir la Biblia por una espada, convirtiéndolo en uno de los más temerarios combatientes republicanos”.

Rodríguez Sáez escribía como hablaba, y hablaba como pensaba, era un convencido y de convencido de la vida era su prédica de Patria, de Republica y de País. Elogia el encendido verbo y rápida captación de las masas de Ribas. “Donde él llegaba – dice con emoción patriota – todo se vestía de luz y entusiasmo”.

Destaca el autor la actuación de José Félix Ribas como gobernador militar de Caracas y de las rápidas posiciones que éste logró “mediante su natural talento, dinamismo y voluntad”. Rodríguez establece diferencia entre el José Félix Ribas de la Primera Republica, “donde destacan sus dotes de orador y civilista, con su genio militar, demostrado durante la Campaña Admirable, culminada el 7 de agosto de 1813, con la entrada triunfal de Bolívar a Caracas, procedente de la Nueva Granada, proeza que le valió el título de “Libertador de Venezuela” junto al nombramiento de “Capitán General de los Ejércitos”.

El autor destaca la actuación de Ribas para hacer posible la invasión de Venezuela desde Colombia y la participación de héroes nacidos en ese pais, de la talla de D´Elhuyar, Mazo, Girardot y Ricaurte. Destaca igualmente la bravura y el coraje de Ribas en Niquitao, el 23 de junio de ese año 13, con un arrollador triunfo en desiguales condiciones y en Los Horcones, casi un mes después, a quien el Libertador llamó “el vencedor de los tiranos, el héroe de Niquitao y los Horcones sobre quien la adversidad nada puede”.

Bien documentado, Rodríguez hace afirmaciones nada fáciles de desmentir, contrariar o demeritar. Califica a la Segunda Republica de “hija de las armas”, perdida 16 meses después por falta de unidad de los patriotas, inexperiencia y al desbordante magnetismo de Boves, quien avanzó sobre Caracas, penetrando a los Valles de Aragua con la derrota al Ejército patriota en la Batalla de la Puerta.

Cita a Eduardo Blanco, valora el arrojo de Ribas en la Victoria y llega finalmente al momento del trágico final del prócer en Tucupido. Pareciera que el autor del magnífico ensayo histórico hubiera estado presente en cada jornada, en cada batalla. Narra la huida de Ribas hacia Valle de la Pascua. La traición en Tucupido, la captura y la muerte del prócer el 3l de enero de l8l5,colgado en la horca y su cabeza frita en aceite,colgada en un palo su mano derecha a media legua del pueblo, y su cabeza enviada a Caracas, via Barcelona,con el gorro frigio que Ribas usó desde los dias del triunvirato.

Cierra su obras José Rodríguez Sáez, con la evocación de sus días de niño cuando contemplaba con curiosidad adolescente en carapacho de un cují negro todavía en pie, donde habían colgado al General. Así culmina el relato del inolvidable tucupidense:

“Desde la parte alta del terrablen, se contemplaba la silueta del cují manchado de sangre y cargado de historia. Lo mirabamos con respeto y con temor. Sabíamos que alli habían muerto los sueños de un valiente, traicionado en una hora aciaga de la republica, para endosarle a este pueblo, el nombre de un caraqueño que abonó con su sangre los campos de una tierra que lleva nombre de guerrero invicto: “RIBAS”

Finalizamos esta ponencia con una propuesta: que el señor Alcalde Jesús Antonio Aguilar, quien bien conoció a Rodríguez Sáez, campesino, orador, político y escritor, decrete una edición de: “Ribas el hombre del gorro frigio y su trágico final en Tucupido”, para que las generaciones de tucupidenses, de ribenses y guariqueños de hoy, conozcan por la palabra sentida, reverente, lúcida, poética y sabia de José, buena parte de la vida del vencedor de la Victoria, espíritu, corazón, cerebro, brazo y piernas, entrega total, vida inmolada por la libertad.

Que así sea.

Tucupido 11/06/2009

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