domingo, 21 de agosto de 2011

TRES HÉROES ORTICEÑOS ENRAIZADOS EN CALABOZO

PONENCIA PRESENTADA EN EL VII ENCUENTRO DE HISTORIADORES,

CRONISTAS E INVESTIGADORES

ORTIZ. 20 de Agosto del 2011

Ubaldo Ruiz

Al revisar los diferentes archivos, se pueden conseguir muchos documentos en los cuales es posible percibir una estrecha relación entre los vecinos de Ortiz y los de Calabozo en varios momentos históricos, especialmente en la época de finales del siglo XVIII, y durante gran parte de la centuria siguiente. En estos mismos encuentros orticeños de cronistas e historiadores de años anteriores, hemos intentado resaltar esa relación mediante la referencia a algunos casos particulares, como el del año pasado, cuando nos ocupamos de la familia García, originaria de Parapara y Ortiz, de donde procede don José Ramón García, reconocido personaje del siglo XIX, a quien se tiene como uno de los principales constructores del casco histórico de Calabozo. Pero existen muchos casos más. Hoy queremos referirnos a los hermanos Muxica, o Mujica, renombrados héroes de la independencia, nacidos y formados en Ortiz, pero cuyo destino los sembró en la tierra calaboceña.

Cuenta Carlos Alfonzo Vas que para finales del siglo XVIII existía en Ortiz una familia formada por el matrimonio de don José Nicolás Muxica y doña Leonor de la Cruz Ramos. En esta ciudad nacieron sus hijos: Andrés Domingo, José Santiago, Antolín, Josefa Matilde, Hermenegildo, Leonarda, y José Antonio Muxica Ramos. Todos los varones iban a participar, con variada suerte, en la próxima guerra de emancipación. De ellos, al menos tres iban a establecer nexos con la Villa de Todos los Santos de Calabozo: Andrés Domingo, Antolín y Hermenegildo.

Existe en el río Guárico, en su recorrido por el Norte de Calabozo un paso llamado Paso Mujica, o Paso Mujiquero, denominación que según el autor antes citado tuvo su origen en los tiempos cuando Hermenegildo y José Antonio Muxica administraban un hato de su propiedad ubicado por esos lados, en época previa a la contienda independentista. Se supone que la gente lo comenzó a llamar así porque era el paso utilizado para dirigirse desde la Villa de Todos los Santos hacia la mencionada posesión pecuaria, o quizás porque, a pesar de que se podía ir a otras partes por allí, al utilizar ese vado era obligatorio pasar por el hato Mujiquero; sin embargo, los hermanos Muxica aún residían en la ciudad del Paya, aunque es lógico suponer que habían establecido vínculos con los vecinos de Calabozo.

Durante la Guerra de Independencia los hermanos Muxica se destacaron como verdaderos héroes de los patriotas. En 1812 comenzaron su participación en la contienda. Antolín fue capturado y fusilado por los realistas durante la campaña del Apure; su cabeza, puesta en una pica fue exhibida en la Plaza mayor de Calabozo hasta 1818, cuando fue rescatada y sepultada por orden de Bolívar. Andrés Domingo, el mayor de los hermanos, se licenció del ejército después de la Campaña del Centro. Había enviudado de su primer matrimonio en Ortiz, con Rita Rodríguez; en octubre de 1818 se casa de nuevo en Calabozo con Petrona Camacho, quien era hija de uno de los personajes principales de la Villa de Todos los Santos desde la época colonial, don Pedro Antonio Camacho, ya fallecido para el momento. Compró entonces el hato Las Ánimas, ubicado al Sur de Calabozo, y se dedicó desde entonces a la vida privada. Murió en Calabozo en 1843.

Sin duda, el más destacado y famoso de los hermanos Muxica fue Hermenegildo, quien se retiró en 1830 con el grado de Coronel, otorgado por el propio Bolívar, después de la batalla de Carabobo. Participó en casi todas las acciones importantes de la guerra. Estuvo en la batalla de Calabozo, en la campaña del Apure (fue uno de los héroes de la Queseras del Medio), en la liberación de Nueva Granda, y en la campaña de Carabobo, como ya se dijo. En 1827 fue nombrado Comandante Militar de Calabozo. Dos años después contrajo matrimonio en Calabozo con la cuñada de su hermano Andrés, Merced Camacho. A partir de entonces se convirtió en otro vecino de esta ciudad.

Encontramos entonces en 1827, momento en el cual Venezuela había librado la guerra contra España, y se disponía a iniciar su vida como nación independiente, como autoridades en Calabozo a dos hijos de Ortiz: en lo militar, el Comandante era el orticeño Hermenegildo Mujica, y en lo civil, figuraba como uno de los principales integrantes del Cabildo su hermano, también nativo de Ortiz, Andrés Domingo Mujica. En los archivos del Registro Subalterno de Calabozo se pueden rastrear algunas casas que sirvieron de residencia para estos personajes, que como apreciamos, se casaron con calaboceñas, tuvieron sus hijos aquí, y aquí dejaron sus cuerpos sembrados.

Desde finales del siglo XVIII existió una casa, que posiblemente permanezca en el casco histórico de Calabozo, la cual pertenecía a Francisco Javier Noriega, personaje destacado, entre otras cosas, por su participación en la activa vida religiosa de entonces. Este se la vendió al matrimonio compuesto por Victorio Díaz y María Isidora Montero; luego la casa fue heredada por la hija de estos María del Carmen Díaz y Montero, quien se la dejó también en herencia a sus hijos Zeferino y Manuel José Goicoechea y Díaz. Estos hermanos la vendieron en 1827, el 26 de julio, a Andrés Domingo Muxica. Hasta ese momento el prócer había residido con su consorte, como se dijo, en el hato de su propiedad, Las Ánimas. La casa mencionada estaba ubicada en la denominada entonces “esquina del correo”, y estaba construida de tapias y rafas, y cubierta de tejas; disponía de un solar de cincuenta varas en cuadro, cercado de paredes, y se componía de cinco cuartos de habitación, y un zaguán.

Como ya se dijo, el Coronel Hermenegildo Mujica se casó con la dama calaboceña Merced Camacho en 1829; pero dos años antes, el 4 de julio de 1827, quizás con motivo de su nombramiento como Comandante de Armas, adquirió su primera propiedad en Calabozo. El documento respectivo en parte dice: “La señora María Narcisa Morales de Alfaro, de esta vecindario, viuda y universal heredera del difunto Manuel Gutiérrez de Aguilar” vende al “Sr. Coronel Hermenegildo Muxica” una “esquina de solar con las piezas en fábrica situadas al poniente de la casa que es de su habitación” con “diez y nueve varas de frente y cincuenta de fondo de Sur a Norte”. El precio de la venta fue de 95 pesos de plata acuñada. Esta casa, que aún existe está ubicada en la calle que sucesivamente se ha llamado De la Aguada, Del Carmelo y García, pero que hoy se conoce como la Calle Tres, cruce con la Carrera Doce, frente a la antigua Gobernación del Estado Guárico, actualmente Biblioteca Pública “Ana Luisa Llovera”

No se sabe si en dos años el Coronel Muxica terminó de construir esta casa para utilizarla como residencia conyugal, o si consideró que era muy pequeña, pues el 19 de mayo de 1831 alquiló, por nueve pesos mensuales, una casa a la señora Isabel Ledesma, ubicada en un ángulo de la Plaza Mayor, diagonal a la entonces Iglesia Parroquial, hoy Catedral. Esa casa era una de las más grandes, pues se extendía de Este a Oeste, casi hasta la media cuadra. Actualmente existe dicha casa, aunque desfigurada. Hermenegildo Muxica murió menos de un año después, en enero de 1832, pero había dejado también otra casa, ubicada en la misma calle de la Plaza mayor (Calle Cuatro actualmente). El 18 de agosto de 1832 el señor José Fernández Sosa vendió una casa al señor Candelario Sanojo, situada en la esquina que hacían las calles De Marte y De Colón; en los linderos se aprecia que hacia el poniente esta propiedad limitaba, “paredes por medio, con casa y solar de los herederos menores del Coronel Hermenegildo Mujica...”

Este héroe, hijo de Ortiz, fue sepultado en la Iglesia Catedral de Calabozo en la nave izquierda, cerca de las gradas del altar. Cuentan los calaboceños viejos que hasta no hace mucho podía leerse un epitafio que decía así: “YACEN AQUÍ LOS RESTOS DEL CORONEL HERMENEGILDO MUXICA, CONSTANTE DEFENSOR DE LA LIBERTAD DE SU PATRIA, MURIÓ RETIRADO EN EL SENO DE SU FAMILIA EL 22 DE ENERO DE 1832”; pero de un día para otro fueron removidos los adoquines de ese Templo, y aquella lápida desapareció, y quienes hoy entran a la vetusta edificación no se enterarán de que en un rincón de ella yacen los restos del prócer orticeño.

5 comentarios:

negroviso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
leopoldo garcia dijo...

Eso es corrrecto.-.

leopoldo garcia dijo...

Eso es corrrecto.-.

negroviso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
negroviso dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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