Daniel R Scott
"¡Felices los hijos que deja quien ha vivido con rectitud y honradez!" (Libro de los Proverbios)Las generaciones anteriores a la nuestra, las mas antiguas, han desaparecido o están desapareciendo. Aunque es una ley de la vida ineludible a la que todos estamos sujetos, ellos, que en su momento eran nuestro cerco y nuestra escuela, ya encontraron su eterno acomodo muy en el fondo del pasado. Solo habitan como figuras etéreas en el corazón y en el recuerdo de quienes los amamos Enumerar la lista de esas almas tan queridas sería grande y hasta doloroso. No vale la pena hacerlo. Y es que la nostalgia es la atmósfera que respira quienes poseen ese registro. Y los más jóvenes no entienden esto, pero lo entenderán cuando a nosotros mismos nos toque irnos de estos espacios de esa materia a la que solemos aferrarnos con desesperación. Con respectos a nuestros viejos, recordamos como de niños jugábamos entre sus piernas mientras ellos hablaban de cosas serias. De adolescentes acostumbraban preguntarnos "¿que grado estudias hijo?". De jóvenes creímos saber más que ellos y nos burlábamos de sus usos y costumbres. Hoy, hombres maduros, los saludamos desde lejos, como quien saluda a un espejismo en medio del desierto, deseando que estén en medio nuestro tan solo unos segundos para oír al menos un par de consejos que en el pasado nos prodigaban sin escatimar ni una palabra y que jamás supimos justipreciar. Mas aun, añoramos sus chocheras. Que cosa con la condición humana. Hoy nos queda su humilde y sabio legado. Sus enseñanzas de otros tiempos, que a su vez nosotros esperamos pasar cual antorcha a la siguiente generación. Porque nosotros volvemos al polvo, pero nuestras historias, anécdotas, principios e ideas no. De nuestros precursores genealógicos debemos aprender a "historizar" la base biológica y espiritual que Dios nos concedió al nacer para que no dejemos sin patrimonio a nuestros hijos y nietos
Allí esta Carlota Power Olivo, mi abuela, quien hasta 1981 vivió en la apacible calle Cedeño de para aquel entonces apacible San Juan de los Morros. Murió a los noventa años de edad. ¡Que no vio, oyó y contó este singular personaje! Descendiente de irlandeses, heredó de ellos la costumbre de narrar hasta el cansancio historias del terruño y de su propia familia. De ella asenté en mi libro pronto a salir de la imprenta la siguiente frase: "Con una voz temblorosa como la gelatina, recitaba frente al jardín de su casa historias, anécdotas y leyendas de los días ya idos de Cipriano Castro y de la dictadura de Juan Vicente Gómez que tenían un valor testimonial e histórico que nadie se preocupó por rescatar". El ya fallecido cronista Enrique Olivo escribió que mi abuela fue "contemporánea de la llegada del primer automóvil, la primera llamada telefónica, el primer bombillo eléctrico y la primera pianola que alegró con las tardes de su valle sanjuanero".
¿Y que decir de la recordada "Pepita" (Josefa García Del Nogal) quien vivió en la Avenida Sucre? Fue madre ejemplar, gran ser humano y el amor entrañable de mamá. Cada diciembre, desde que tengo uso de razón, para el día 22, mi madre aderezaba y cocinaba en olla y fogón las tradicionales hallacas navideñas, lo que en nuestra familia era una jubilosa celebración. Siempre le quedaron muy bien, aun cuando papá, cada diciembre decía sin mucho tacto "las del año pasado quedaron mejor" para disgusto de mamá. Pues bien, varias semanas luego de la muerte de mi madre, me aventuré a leer varias páginas de su diario, labor para la que aun no estoy preparado. Entre otras cosas de importancia familiar y sentimental, esto fue lo que hallé con fecha de 29 de enero de 1999: "Y una vez más me he dado cuenta que Josefa estuvo ahí desde que comenzó mi vida: en mi niñez, en mi adolescencia,en mi juventud, en mis maternidades; y puedo decir que nos ayudábamos mutuamente. Hasta las hallacas las hicimos juntas. Ella me enseñó a hacerlas, y cuando los años y los achaques ya no le permitieron hacerlas, yo me inicié sola y aquí estoy, tengo 67 años y aun hago hallacas. Brindo unas lágrimas en homenaje a su memoria, al recuerdo querido de una mujer buena, de una santa mujer, humilde, sencilla, que pasó por mi vida, que su presencia estuvo en mi entorno como una brisa suave, como algo agradable. Fue un privilegio contar con su presencia. Y estoy segura en Dios, que así como fue una mujer tan buena aquí en la tierra, ahora será un ángel en el Cielo".
Y así pues todos hemos pasado y seguiremos pasando por el mismo proceso: ver como las queridas generaciones anteriores a la nuestra y que habitan nuestro amado terruño se irán yendo con el pasar de los días, de los meses, de los años. Es triste. Pero le damos gracias al Dios Altísimo por el bagaje de huellas, vivencias, bondades, historias y anécdotas que nos dejaron antes de irse, recordándonos que esas y no otras son nuestra verdadera herencia espiritual. Lo que sobrevivirá a lo largo de los años.
19 Octubre 2011
*A LA MEMORIA DE LOS QUE ADORNARON CON SU PRESENCIA NUESTRO TERRUÑO Y QUE YA NO ESTAN ENTRE NOSOTROS. DIOS LES BENDIGA
Allí esta Carlota Power Olivo, mi abuela, quien hasta 1981 vivió en la apacible calle Cedeño de para aquel entonces apacible San Juan de los Morros. Murió a los noventa años de edad. ¡Que no vio, oyó y contó este singular personaje! Descendiente de irlandeses, heredó de ellos la costumbre de narrar hasta el cansancio historias del terruño y de su propia familia. De ella asenté en mi libro pronto a salir de la imprenta la siguiente frase: "Con una voz temblorosa como la gelatina, recitaba frente al jardín de su casa historias, anécdotas y leyendas de los días ya idos de Cipriano Castro y de la dictadura de Juan Vicente Gómez que tenían un valor testimonial e histórico que nadie se preocupó por rescatar". El ya fallecido cronista Enrique Olivo escribió que mi abuela fue "contemporánea de la llegada del primer automóvil, la primera llamada telefónica, el primer bombillo eléctrico y la primera pianola que alegró con las tardes de su valle sanjuanero".
¿Y que decir de la recordada "Pepita" (Josefa García Del Nogal) quien vivió en la Avenida Sucre? Fue madre ejemplar, gran ser humano y el amor entrañable de mamá. Cada diciembre, desde que tengo uso de razón, para el día 22, mi madre aderezaba y cocinaba en olla y fogón las tradicionales hallacas navideñas, lo que en nuestra familia era una jubilosa celebración. Siempre le quedaron muy bien, aun cuando papá, cada diciembre decía sin mucho tacto "las del año pasado quedaron mejor" para disgusto de mamá. Pues bien, varias semanas luego de la muerte de mi madre, me aventuré a leer varias páginas de su diario, labor para la que aun no estoy preparado. Entre otras cosas de importancia familiar y sentimental, esto fue lo que hallé con fecha de 29 de enero de 1999: "Y una vez más me he dado cuenta que Josefa estuvo ahí desde que comenzó mi vida: en mi niñez, en mi adolescencia,en mi juventud, en mis maternidades; y puedo decir que nos ayudábamos mutuamente. Hasta las hallacas las hicimos juntas. Ella me enseñó a hacerlas, y cuando los años y los achaques ya no le permitieron hacerlas, yo me inicié sola y aquí estoy, tengo 67 años y aun hago hallacas. Brindo unas lágrimas en homenaje a su memoria, al recuerdo querido de una mujer buena, de una santa mujer, humilde, sencilla, que pasó por mi vida, que su presencia estuvo en mi entorno como una brisa suave, como algo agradable. Fue un privilegio contar con su presencia. Y estoy segura en Dios, que así como fue una mujer tan buena aquí en la tierra, ahora será un ángel en el Cielo".
Y así pues todos hemos pasado y seguiremos pasando por el mismo proceso: ver como las queridas generaciones anteriores a la nuestra y que habitan nuestro amado terruño se irán yendo con el pasar de los días, de los meses, de los años. Es triste. Pero le damos gracias al Dios Altísimo por el bagaje de huellas, vivencias, bondades, historias y anécdotas que nos dejaron antes de irse, recordándonos que esas y no otras son nuestra verdadera herencia espiritual. Lo que sobrevivirá a lo largo de los años.
19 Octubre 2011
*A LA MEMORIA DE LOS QUE ADORNARON CON SU PRESENCIA NUESTRO TERRUÑO Y QUE YA NO ESTAN ENTRE NOSOTROS. DIOS LES BENDIGA
2 comentarios:
Daniel es un memorialista. No hay duda de ello. Su libro será un "Poalo dao"
Muy bello es artículo, sobre todo porque precisamente yo, tambien en edad madura, me la paso buscando las historias y saberes de los que ya se fueron o todavia avanzan a paso lento por la vida arrastrando sus años. La ancianidad, es sabiduría, y la ancianidad de la gente de nuestro pueblo, puede ser que sea carente de conocimientos académicos, pero es riquísima en experiencias donde está precisamente el acervo cultural de los paises. Saludos Cordiales
maylida armas
cuentaelabuelo.blogspot.com
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