viernes, 27 de noviembre de 2015

MOMENTOS CON ARGENIS

Francisco Rodríguez

Los relatos de familia comentan cuando Javier y Clara (nuestros padres) se fugaban de las miradas para internarse cerca de las vacas, para que la pasión se enredara con el olor de la bosta y el mastranto. Una de esas noches el silencio del pueblo y el vacio de la noche se rompió y el éxtasis del placer de Clara se le alumbro el vientre, con relámpagos, truenos y centellas, originándose un huracán perfecto. El ruido ensordecedor despertó algunas casas cercanas y entre los gritos de “¿Qué pasa? ¿Quién está ahí?”. Los amantes salen corriendo con sus sonrisas juveniles, de aquel potrero que se convirtió en testigo y cómplice, de una travesura del amor que habían engendrado a un varón hecho de tierra, fuego y locura.
Un 27 de noviembre nace Argenis Rodríguez en Santa María de Ipire. Las campanas de la iglesia no sonaron, pero una rocola de un bar cercano se estremecía con el olor a alcohol y con gritos de prostitutas: la canción decía “ha nacido un niño entre borrachos y mujeres alegres…”.
Argenis alargo sus primeros pasos en Santa María de Ipire, con sus calles polvorientas y techos sofocantes por el sol. Calles largas y solas, bostezando el tedio. Una terrible tranquilidad que la quebrantaba un borracho y el día a día de las vacas, que eran espantadas por el ladrido de los perros que las desafiaban.
Mamá era el motor que encendía el carácter y la fuerza del cambio. Decide mudarse a las Mercedes del Llano y compran una casa en la avenida Bolívar. Fundan una pensión, bodega y talabartería. Se ubican para luchar entre el progreso del petróleo y el comercio. Traían en sus alforjas otros hermanos: Alirio, Adolfo, Idilia y José. En las Mercedes nacen Milagros, Felipe y Teresita.
La situación económica cambia con la desaparición del petróleo, que origino una fantasía.
Mamá desesperada, agarra sus peroles y se muda para San Juan de los Morros, papá se resiste a dejar las tres latas, unas manos de cambur y su talabartería. Argenis olfateo el hambre y se fue hacia Altagracia de Orituco, donde conoció al poeta Jesús Bandrés, cuando se alisto en la construcción de la carretera a Lezama. Bandrés le pregunto que había leído y él le respondió que unos vendedores ambulantes le regalaron una novela de Vargas Vila, y unos obreros petroleros le habían regalado unas revistas pornográficas, que las veía todos los días en el patio de la casa por las noches. Bandrés soltó unas carcajadas y se limpio los ojos. Luego le preguntó, ¿Qué quieres hacer tú?, y Argenis respondió: “Quiero ser poeta”. Esta respuesta le bendijo su futuro. A partir de ese momento se encontró el libro de las “Leyendas de Caroní” de Celestino Peraza. También leyó obras de Víctor Hugo, de Goethe, Don Quijote, entre otras.
A principio de los años 50 se fue a Caracas, dormía en un carro viejo, que estaba abandonado cerca de un autolavado donde trabajaba, que le permitía comer algo y comprar libros, y fue conociendo a autores como Chejov, Faulkner, Baroja, Dostoievski, Tolstoi, y Azorín. Logro emplearse en la librería Pensamiento Vivo. Se hizo militante de la juventud comunista y empezó sus andanzas como guerrillero urbano.
Yo nací el 13 de septiembre de 1952, y en noviembre se aparece por la casa, oye mis lloriqueos y exclama: “otra boca que alimentar, ¡Nojoda!”. Me envolvió entre las sabanas y me tira en el pipote de la basura. Mi mamá no me encontraba, y el obrero del aseo me regresa. Argenis al día siguiente regresa a Caracas y dice: “Yo no voy a mantener a nadie, nací para que me alimenten los demás”.
En este trajinar, Argenis se convierte en uno de los hombres más culto del país. La biblioteca de Pedro Díaz Seijas, José Francisco Torrealba, Antonio Márquez Salas, Guillermo Meneses, Ramón J. Velásquez, Arturo Uslar Pietri y Mariano Picón Salas fueron expropiadas por su gula intelectual.
Estuvo en España y se residenció en la casa de Camilo José Cela. En 1967 emigro a Bruselas, estudia inglés, francés e italiano. Se dedicó a leer las grandes obras francesas. Lee “Los endemoniados de Dostoievski”, a Camus, Sartre, Balzac, y Víctor Hugo.
Regresa a Venezuela. Lo que si hay que destacar que las obras de los románticos alemanes, lo afectaron de sobremanera, que el tornado espiritual lo atormentaba por sobrevivir en una sociedad que consideraba pobre, mentalmente débil ante la corrupción del poder. Siempre fue un antipoder, eso sí, se los chuleaba a todos y los descuartizaba con la palabra después. Lo adiaban por su verdad, por ser duro, áspero e irreverente.
Recuerdo algunos momentos que me marcaron con Argenis.
En mi primer divorcio, fui a Caracas y le conté mi guayabo. Me dijo: “Aprovecha que te están dejando, yo me las quito a sombrerazo limpio, ellas lo que quieren es que las mantengas”. Después me fui a rumbear la vida.
Una noche lo recogí en la plaza José Francisco Torrealba. Estaba abrazado en el suelo con una vikinga. Lo lleve a la casa, la bañe y la tiré en una colchoneta. Gritaba frases en inglés, en francés, o en italiano. Al amanecer me reclamó “porque me trajiste a tu casa. Estaba con una carajita en el suelo, viendo el cielo y le metía los dedos. ¡Coño mano y me bañaste, me sentía bien como estaba!”. Le dije: “toma café y desayuna”. Se fue sobre mí y me abrazo diciéndome: “Tú si eres bueno, menos mal que el aseo no te llevo”.
Mira Frank, no quiero que te parezcas a mí, es mejor que tu guía sea Adolfo. Tú no tomas y no te gustan las putas de la calle. Te pareces a mi papá criando muchachos.
Yo no quiero que me hagan homenajes, ni que pongan mi nombre en bibliotecas, ni en escuelas. Quiero que pongan mi nombre en bares y prostíbulos.
Si se arrechan los corruptos por lo que escribo, que me vengan a matar, por lo menos me llevo unos cuantos por delante.
Si quieres aprender a escribir, léeme.
Tengo un pantalón, una camisa, unas alpargatas y más de 40 libros escritos, que más quiero.
Frank todo es un holocausto mental y huele a mierda.
Soy el chulo más grande de Venezuela.
Envidio a Garmendia por su inteligencia.
Nunca quise estudiar… eso es cuestión de brutos.
¿Argenis tú crees en Dios?
Si… a la semana se suicido.
Argenis fue:
Una tormenta perfecta.
Un borracho perfecto.
Un aventurero perfecto.
Un lector perfecto.
Un loco perfecto.
Un mujeriego perfecto.
Un irreverente perfecto.
Un enemigo perfecto.
Un hermano perfecto.
Un sin familia perfecto.
Un solitario perfecto.
Un vago perfecto.
Un narrador perfecto.
Un genio perfecto.
“Toda esa impaciencia, esa tormenta que agita mi vida espera ¿Por qué? ¿Para qué? Todo eso me iba matando, torturándome, quitándome años de vida, golpeándome el pecho. Nunca he podido dominarme. Nada me domesticó. El suicidio es la salida”
.A.R.

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